Dejar de amarme

Tu nombre me bautiza en el péndulo del mundo. El vaivén de mis alas rotas que no se decide a dejar de amarte, te hago duelos secretos de los que nadie nunca sabe, como diciéndome a mi misma que tal vez; si te lloro ahora de antemano, no derramaré toda la agonía en un maremoto de lágrimas cuando te deje y vuelva a estar sola. Después de todo: mis duelos siempre son extraños.

Busco condenarte con pecados que ya nos son tuyos, te reclamo con mi voz calmada en mi cabeza por las cosas que no has hecho porque nunca han sido tuyas, busco en ti lo que he querido en todos y no estás, desapareces con el estruendo que hace la bruma sobre la marea, estas siempre tan calmo y tan pasivo que olvido que tendrás algo que decirme cuando llegue la hora de tirarte hacia el abismo. Estando mutilada hasta tu voluntad cuando te sueño, ahora me pregunto ¿qué voy a hacer cuando te vea?

Se agotan mis actos de desaparición, no sé cómo desviarme del camino en que veníamos, quisiera soltarte de la mano y caminar lentamente hacia otro lado, para que sea todo menos triste, para que mi despedida no te cause tanto daño, pero no sé cómo lograr cosa tan absurda, si tu me pintas una vida entera a tu vera y yo voy por las orillas de esta carretera loca que me invemto. Deja de amarme por favor al mismo tiempo que yo lo hago, que no soportaría romperte el corazón ni seguir en esta farsa de eternas primaveras y veranos.