Déjenme que les cuente

Déjenme que les cuente, si no les apura perder unos minutos, lo no acaecido en una noche de insomnio, de las muchas que amontono entre huesos y pellejo.​

Si leen esto que sigue será que me han dejado, de lo contrario no importa lo que se suceda, para ustedes habrá sido ínfima la pérdida.​

Recuerdo perfectamente cómo empezó todo: el camión de los desperdicios venía de anunciarme la recogida de basura, que sin duda era la mía.​

Estruendosamente cumplió su tarea y yo, sin presuras, me retiré más de lo que ya estaba con el buen ánimo de ayudar, en la medida de lo posible, a la ardua tarea de desconexión total de mis orgánicos restos. Habríanme hecho falta, entonces, unos gramos de somnolencia obturadora, que no aparecieron.​

En el estrecho margen que quedaba entre mis pupilas y los párpados cerrados comenzaron a comprimirse un sinfín de vivencias adulteradas, visiones premonitorias y pasados inciertos con tanta rapidez que tuve que abrir los ojos y liberarlos ante la imposibilidad de retenerlos en tan poco espacio.​

Sorprendiome no ver reflejado en el techo el haz de luz que velaba a diario mis noches. En su lugar fueron expandiéndose los prisioneros de mi mente, que tras haberlo sido de mis párpados, fueron agobiando la habitación y apretándome nervioso contra la cama.​

Viniéronme a buscar mis fantasmas y los miedos alteraron la noche, asustándome de tal modo que empezaron los sudores a enfriarme el cuerpo.​

Fantasmas propios fueron, no otros, los que se amotinaron hechándome en cara hasta lo inexistente. Mi mente, en guardia, permaneció alerta y fue por ello que no le llegó el descanso; mi cuerpo, acorralado, no abandonó la batalla y por ello fue que quedó exhausto; mis ojos, nublados, no distinguieron la realidad del sueño y mi sosiego se vio pospuesto indefinidamente.
Hoy nadie osa cruzar sus ojos con los míos, ante mi presencia todos callan. Sólo los niños, al mirarme, gritan: ahí va el loco…
Y en sus padres se adivina empacho, vergüenza y desconfianza.

 

No entiendo el porque de esos temores, al cabo el que más y el que menos
ha pasado por estados de miedo en algún momento, lo mejor es soltar los
miedos y vivir en paz consigo mismo. Yo miraría tus ojos, abrazos mediterráneos.

 

No te asustes que ese no soy yo, es Cuhrt, uno de los personajes de una novela que escribí hace tiempo y que guardo en mi mesita y en la de un puñado de amigos. Lo único que he hecho es recuperar uno de sus relatos.
Un abrazo y a la próxima intentaré publicar algo más alegre.

 

Todos tenemos esos fantasmas y miedos de la mente, y si les damos poder nos pueden enloquecer, pero el narrador es consciente, y no está loco no, solo los más sensibles mantienen grandes batallas con sus mentes. Un relato estupendo
Alonso Vicent, bien narrado y buen lenguaje, lo leí dos veces pero del tirón y expectación. Un abrazo querido amigo.

XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX a tu creatividad y sentir

 

[FONT=&quot]Hola Carlos, ¿qué tal el nuevo año? Supongo que, como no se acabó el mundo, aquí seguimos con todo lo que nos rodea.
[FONT=&quot]Muchas gracias por tu valioso comentario. Los fantasmas propios son a los que más hay que temer; lo sé por experiencia, no por la mía propia, pero algún que otro caso he vivido en mi entorno… gente maravillosa pero con un fantasma propio y “porculero”. Desde fuera las cosas se ven con otros ojos pero para ellos la lucha es irremediable.
[FONT=&quot]Un abrazo amigo desde este equilibrio que nos lleva.

 

Uy... gracias que fantasma llamo algún tipo que otro, y tipa (yo) jeje... bromas... Un gusto pasar, Alonso. Entretenidas letras, muchas gracias, niño. Un beso

 

Muchas gracias a ti, Rosaela. Sí que es verdad, tambien llamamos fantasmas a algun que otro tipo, je je,ej.
Besos hasta tu barrio amiga isleña.

 

A veces nos sentimos ansiosos y pertubados y suelen llegar esos fantasmas que causan el desvelo, pero un rezo y de vuelta al descanso, grato leerte en este bello relato que nos compartes, un abrazote amigo.

 

Muy buen y condensado relato Alonso Vicent. Los fantasmas a veces torturan con el insomnio y este puede llegar a enloquecer. El miedo es algo ancestral en el ser humano aunque a veces solo sea fruto de nuestros fantasmas.
Un placer leerte Poeta en esta prosa tan elocuente.
Un Abrazo Poeta y Felices Sueños cuando llegue la noche.

 

Muchas gracias, Nancy, por acompañar mis sueños... los buenos digo, porque éstos son de una realidad paralela, je je.
Besos amiga de la costa interior.

 

Hola Valentina. La verdad es que la locura, a veces, está muy mal mirada, pero yo creo que no es para tanto.
Besos y muchas gracias... una cerveza tienes pagada, je je.

 

Cuenta, cuenta, soy toda oídos, pero alma de cántaro, porqué no llamaste -ahora xa foi Maruxa non chores- te lo traduzco para que no tengas que consultar al doctor Google, pues eso que ya pasó y no hay nada que hacer, pues haber hecho un llama cuelga. Ay el insomnio, lo conozco bien, es un cabronazo. Pues la próxima vez que aparezcan los fantasmas, yo tengo un truco, para que no se les vean esos feos ojos, esos agujeros negros, le echas otra sábana por encima y ALEJOP, desaparece el fantasma, como por arte de magia. Y si te llaman loco, que no te importe, que nunca una p.... le llamó a otra honrada, por cierto, yo ya no sé que es la locura ni oa cordura,estroy empezando a tener serias dudas. Es más creo que me está empezando a gustar más la primera, siempre que no haya agresividad ni se haga daño. Abrazos Alonsiño.

 

Magnífico relato, sin lugar a dudas, Alonso. ¿Dices que es un pasaje de una novela tuya?, ¿la llegaste a publicar?...
Me encantaría, si no es posible acceder a la novela, que dejaras impreso por aquí algún que otro pasaje más, pues me has dejado con la miel en los labios, jaja.
Un abrazo, mi amigo.

 

Estimado parece que escribiste mi historia, a mi me pasó en serio, fue una pesadilla y luego sufrí lo que cuentas, lo unico que yo pasé por el hospital y allí me quedé tres semanas, la gente ha sido muy conprensiva conmigo, la mente a veces te pasa malas jugadas y aunque yo no se muy bien que me pasó y menos los psiquiatras, ya no le doy muchas vueltas, tomo mi medicaqción y intento ser el que era aunque es dificil, saludos me ha sorprendido tu relato por el extraordinario parecido con mi realidad.