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Del diario de Claudia. Las notas que nos marcan.

Tema en 'Prosa: Filosóficos, existencialistas y/o vitales' comenzado por Lirae, 27 de Noviembre de 2020. Respuestas: 0 | Visitas: 350

  1. Lirae

    Lirae Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Hacia tanto que no le veía en mis salidas, que casi despierto en tu memoria amiga mía. Era tal mi alegría, era tan fuerte la ilusión que quería llamarte a gritos, aun sabiendo que tu piel aquí no puede entrar.
    Cuando salí de casa, anduve vagando sin sentido, sin saber a que lugar acudir, o mejor dicho, sin saber donde me llevaría esa noche el destino.
    El camino era rojizo, como tierra de cañón, y lo formaban dos grandes paredes de roca del mismo color, estoy tan segura, porque mis pies descalzos estaban color naranja. No se que me impulso a buscar un refugio, no recuerdo si fue el frío, o el miedo a encontrarme con algún animal. Pero cuando vi aquella cueva, no dude en entrar, aunque cualquiera hubiera sentido mas temor dentro de ella. Era enorme, y allí, en una pequeña roca estaba él sentado. No hablamos como casi siempre con normalidad, solo me sonrió y me susurro unas notas.
    No eran las normales Do, Re, Mi Fa, Sol, La, Si ...Y tampoco me las dijo en ese orden, ni con esos sonidos, pero yo entendí la composición y de pronto me estremecí como nunca me había ocurrido, nunca me sentí tan feliz, tan plena, tan segura.
    Él me abrazo sin manos, me beso sin labios y me ató sin cuerdas. Solo con notas, con aquellas notas.
    Supe que tenia que irme de allí, pues mi mente se trasladaba a otro lugar, más mi alma se quedo en la cueva. ¿Por qué estoy segura, te preguntarás?
    Porque pase por peligros insalvables y las notas me seguían y me daban valor. Pase por miserias y por hambre y las notas me saciaron. Pase por frio, por temperaturas tan gélidas que un humano no hubiera podido resistir, mas las notas me cubrieron como piel de oso. En cada estación, en cada parada o cambio en el camino las escuché. Y yo me alentaba con un suspiro para asegurarle a mi alma que lo había recibido. Aun debajo del mar pude respirar y pude ver como el agua se movía al son de las notas y su balanceo me era de oxigeno.
    Volví después a la cueva, no quería irme a casa sin volver a verle. Pero allí ya no estaba, solo quedaba de él unas notas dibujadas en la tierra y la seguridad en mi de que no había sido una alucinación, ¡él seguía a mi lado!
    Aunque la percusión solo fue la caricia de sus manos al abrazarme. Aunque el viento solo fue el aliento de sus labios al besarme. Aunque las cuerdas, solo fueron unas cadenas de seda que nos ataron de amor...Con todo, sin instrumentos, yo recuerdo el concierto, y te aseguro que nunca, jamás habrá para mi una sinfonía más maravillosa.
    SHA.

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