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Del percance al amor

Tema en 'Prosa: Amor' comenzado por claudiorbatisti, 28 de Diciembre de 2017. Respuestas: 0 | Visitas: 342

  1. claudiorbatisti

    claudiorbatisti claudiorbatisti

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    Hombre
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    Del percance al amor

    Primera parte

    Un pie que resbala y tuerce el tobillo... un dolor intenso pero no desesperante, continuo, punzante, desde el tobillo hacia arriba. Alicia sabía que se había roto algo, si bien no notaba nada roto tocándose la pierna, sabía que algo no estaba bien.
    Mientras tanto nadie pasaba por el lugar, y ella era incapaz de levantarse por si misma de esa vereda. Los minutos transcurrían, tal vez diez o quince?, Se tocó la parte afectada buscando pararse, el tiempo pasaba los jeans estaban empapados por la lluvia, aquella maldita lluvia que la había hecho resbalar. También los zapatos y las medias, así que comenzaba a sentir frío en la punta de los pies y subía hasta su cadera. Por fortuna, magra consolación, al menos estaba un poco reparada por ese balcón, pero de la cintura hacia abajo estaba completamente empapada. Afortunadamente notó que no había perdido la cartera, y se dio cuenta que no se le había ocurrido, ¡llamar a alguien! Se volteó para buscar su celular y comenzó a buscar a tientas entre sus cosas, llavero, lápiz de labios, birome, pañuelo, y “otras cosas de mujer por si algo imprevisto ocurría”, e inicio la búsqueda, ¿A quien podría llama?. Fue en ese momento cuando se dio cuenta que estaba sentada en el cordón de la vereda con las piernas dormidas desde hacía al menos veinte minutos, cuando se acercó un hombre con un paraguas:
    – ¿Señorita está usted bien, necesita ayuda?
    Alicia se sintió ligeramente avergonzada por la situación, ya que no le gustaba parecer una mujer desvalida, pero tenía necesidad imperiosa de ayuda, así que le explicó que se había caído y tal vez se había roto algo porque no podía mover la pierna
    No podía verle bien la cara: el paraguas abierto se lo impedía. De todos modos le parecía que con su ayuda podría levantarse, se apoyo en sus brazos para ponerse de pié.
    Apoyar el pie le era imposible. Unas puntadas de dolor intenso como nunca había sentido le nublaron la mente.
    El rompió el silencio y le preguntó: - ¿Vive acá cerca?, ¿Puedo acompañarla?
    Alicia lo miró, y dubitó cuando le respondió:
    – No, quizás, sì… quizás… quisiera llamar una ambulacia… – y miró de nuevo dentro de la cartera buscando el celular con un pie en el aire, apoyadada en ese hombre que le servía de sostén.
    ¡La acompañaré a la sala de primeros auxilos llegaremos antes!, ¡tengo mi automovil estacionado aquí en frente!- le indicó.


    Segunda parte

    Alicia quedó con la boca abierta, estupefacta por tanta generosidad.
    Por un instante le vinieron a la mente la recomendaciones de su madre “no aceptes ayuda de desconocidos”, después pensó que peor de lo que le había pasado que le podría ocurrir, y sonrió diciendo:
    – No quisera ocasionarle molestias: imagino que usted tendrá otras ocupaciones que atender ... ¡esperaré una ambulancia gracias!
    El pareció decepcionarse por un instante, pero no lo demostró:
    – ¡Insisto! No tengo nada que hacer, esta tarde estaba volviendo a casa, la compañaré a la sala de primeros auxilos, ¡llegará antes!
    Alicia pareció casi aliviada, en el fondo, así que se tomó de su brazo y a saltitos sobre un pié solo, mientras él muy gentil la ayudó a bajar del cordón de la vereda y subir al automovil.
    – Le mojaré todo el asiento, tengo el jean empapado… – se disculpó, pero el sonrió (que linda sonrisa notó ella) y le respndió que no había problema, que mañana se habría secado.
    La hizo acomodar semi acostada, sobre el asiento de atrás y de inmediato partió hacia el hospital.
    El transito habitual parecía haberse multiplicado por la intensa lluvia que no parecía amainar, en un par de horas había inundado la ciudad y embotellado las principale vias de comunicación.
    – Tambén una ambulancia habría tenido dificultades para llegar – Ël le dijo mirandola a través del espejo retrovisor. Ella le repondió con una especie de sonido gutural porque estaba ensimismada en otra parte: había `por fin encontrado su celular y estaba llamando a su novio para avisarle.
    – Juan, soy Alicia, escucha, me ha sucedido un percance, me he caido y creo haberme roto una pierna… ¡Claro que me duele! No puedo apoyarla! Estoy yendo al hospital, sì, un señor muy gentil me esta llevando… Ah, ok, entiendo… si no queda remedio, nos vemos mañana… sì, te llamo más tarde, te hago saber el diagnostico… – y cortó la comunicción con una expresión de desilusión.
    Después llamó a su madre:
    – Mamá, no te preocupes per creo que me rompí una pierna, me caí del cordón de la vereda. Un señor que pasaba ne vió y me esta llevando al hospital… Sì, te hago saber el resultado, ¡quedate tranquila! – Otra expresión de desilución.
    Quizás para romper el momento el hombre la miró nuevamente a través del espejo retrovisor y le dijo:
    – Como sea, un placer me llano Fabio.
    – Alicïa, me ahorraré cada llamada al pais de las maravillas, porque no es la tarde adecuada: apenas salía de una reunión donde me comnicaron que suspendian al personal por seis meses.
    ¡Ya no sé como podré pagar la mutual, las facturas y las boletas universitarias! Y mi novio me dice que está ocupado con un partido de tenis y no puede venir, que según él estoy exagerando y no me rompí nada, porqué si tuviera algo roto estaría en un grito desesperada! Mi madre tiene un partido de parchís con sus amigas y también me ha dicho, ¡que le haga saber que tengo! No estaba corriendo un conejo blanco cuando me caí, ni usted es el sombrerero loco, y este no es el país de las maravillas!
    Luego ella se puso a llorar desconsoladamente.
    Fabio aprovechó un semaforo rojo para darse vuelta y decirle con voz cálida pasando del usted al tuteo:
    – Alicia, no estás sola yo estoy aquí!, te acompañaré y me quedaré contigo esta tarde. Así que no llores estamos casi llegando!
    – Te pido disculpas… – se arrepintió de aquel arrebato emocional.
    Ninguno de los dos habló hasta que llegaron al hospital...


    Continuará

    claudiorbatisti
     
    #1
    Última modificación: 28 de Diciembre de 2017
    A Hannah Alarcón G. le gusta esto.

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