Del sin ser... y del decir adiós:

El sin ser... y del decir adiós:

Aun pienso en aquella despedida,
aquel beso que te prometí a mi regreso,
sabiendo que nunca regresaría,
aun pienso en tus lagrimas,
y recuerdo tu sonrisa,
recuerdo esas noches y
esas madrugadas,
nunca un atardecer,
aun veo tus cartas en mi mano
y tus llantos a lo lejos retumban en mi mente apagada
y de mis labios silentes
aun suena tu voz,
y aun no veo de tus lagrimas en mis ojos,
te extrañe tanto y te busque más,
ahora me arrepiento, quizá... nunca.

De la nostalgia que ha de quererte más de
lo que yo te podría haber querido
del extrañar tu risa será mi recuerdo
extraño que ajeno te querrá por ser
lejano, tan ajeno parece ahora,
tan extraño es tu recuerdo
del pesar de extrañarte sin tenerte,
como tú de quererme sin haber vuelto,

Como del engaño de dos meses,
como el año, del que nunca fue un milenio,
como del siglo en el que nunca sucedió nada,
como el suceso que nunca trascendió y murió
en el olvido de la mente sin recuerdo...
Es el destello del que pudo olvidar y ser feliz
como el estúpido que nada pieza y nada le agobia
y puede morir sin trascender,
como el filosofo que pensó en no pensar,
como el pensamiento que nada pensó,
murió nuestro recuerdo
y así... ¡así murió!

Sin más, nada genero, ni nunca
creyó en nacer ¿algo importo?,
más que este escrito sin sentido
que nunca veras porque nunca te lo enviare,
sabes que nunca sabrás de mi,
y yo sé que siempre pensare en ti
como aquel cristal limpio y cristalino,
que por ser, nunca reflejo y por tanto
nunca nadie lo vio, salvo yo,
que aun te pienso y te pensare,
hasta que otra ronde por mi mente y
la revuelque en pesares nocturnos
que sin sentido y un whisky escriban
palabras al son de un violín abandonado,
de cuerdas marchitas, del arco olvidado,
del piano y las bemoles, de nuestro viejo amigo
que tocaba mientras nos besamos,
del que rompió cuerdas por demasía pasión,
del toque, de tus manos, de mis ojos,
de tu hermosura y de mis dibujos,
de tu andar y de mi música,
de tus caderas y mis escritos,
del Bécquer que te leí, y del que te escribe
ahora, un poco loco (como siempre),
del mirar distante, de mi amor que nunca
encontraría al tuyo, de tu querer que encontró a mis manos
y apasiono a mis labios, de tu mar de cabellos
y par montaña de pechos que recorrieron mis dedos,
del vacío cosmos que eras,
y de tus besos que astros viajaban por mis labios,
de mi nostalgia que aun busca de tu cariño
que aun descansa en mi recuerdo,
del amor que nunca nació
y del adiós eterno que nunca trajo el viento,
de los pinos y la nieve,
del mar y las montañas,
de oriente y par de hemisferio,
y de mi corazón a mi mente,
mi garganta que emite sollozos que dicen
que te quiero... aun así... nunca la
brisa traerá un "yo igual".... y un "adiós"
porque nunca nos quisimos despedir más que yo ahora,

¿Quién sabrá de ti? ¿Quién sabrá de mí?
Es que solo del olvido se regocijan nuestros recuerdos
de esas calles abandonadas que aun preguntaran por nosotros,
las playas que dirán del aquel distante y aquella que llora,
del arrepentido y la que odia, del extraño,
del extranjero nacional que extraña su patria como te extraña,
el que escribe, sabiendo que nunca será leído, solo... soledad, de mis amores.
Soledad, brisa... frío, el segundo
y el adiós a lo lejos...