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Delicadezas

Tema en 'Poemas Filosóficos, existencialistas y/o vitales' comenzado por Jean Re Re, 13 de Agosto de 2011. Respuestas: 4 | Visitas: 999

  1. Jean Re Re

    Jean Re Re Poeta recién llegado

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    13 de Agosto de 2011
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    Inquisiciones

    I


    Porque te fuiste niño maricón, ahora cuando empezaba a conocerte.
    Cuando empezaba a inquirir sobre tu posible virtud o defecto.
    Tu aparente desvío de los gustos preconcebidos.
    Ese aire libidinoso de ave maltratada, el escondido adjetivo de los que como tú trascienden.

    Misterios revelados por nostálgicas presunciones
    !Como si volar fuera deslizarse en el aire!
    Te llamé y no respondiste. ¿Fue que te extasiaste en lo blando del camino?
    ¿O confundiste tu apellido con burbujas de aire?
    A dónde te has ido, niño maricón, que ya no notamos tus frágiles líneas,
    tu superfina vergüenza de gallo presumido. Espolón que pernocta,
    te marca y extermina.

    ¿Tienes madre? ¿O acaso tu hermana eres tú mismo?
    No es que me rio de decires tan inmundos, es que me pregunto sobre tu identidad y la mía.
    ¡Realidades truncadas de deseos remotos!
    ¡Lucha inconcebible contra el ser que lo es todo!
    ¡Espuma magra de pretensiones borrosas, negaciones horribles de mismidad y entereza!
    Fue como si de pronto no me conociera, como si negara mi ser y sus contornos.
    Un deseo neroniano de separarnos de nosotros, de ignorar rostros que nunca hemos visto
    y que, por vergüenza ajena, nunca mas volveremos a ver.

    ¿Qué deberé decir cuando se me pregunte? Creo en ti, ¿y también en el viento?
    ¿En Troya y su caballo de dientes de fuego? ¿En el cielo y su dudosa transparencia?
    Lo azul disimulado precisamente en su ausencia. Ya ves en qué posición me has dejado,
    indeciso sobre lo que afirmo y seguro sobre lo que ignoro. ¡Frugal mentira de cosas que no existen, personal ignominia de lo que algún día fue! ¡Nombre peyorativo de lo que temo y no rechazo, mortal amuleto de apetitos raros!

    También me preguntaran sobre tu risa apagada, ese rumor incesante de murmullos vacíos.
    Tus formas de aprehender tu dosis y el soslayo, cúmulo presupuesto de valores auscultados. Me preguntarás también por tus murmullos, tu bajo roncar de insatisfacciones trasnochadas, tus gustos lácteos en tu epidermis derramados, ¡transmutaciones acuosas de vidas malogradas! ¿Cómo podrás reírte niño enano? ¿Acaso te alcanzará el cuerpo para tan distraída amenaza? ¿Crees que no lo notarán? Ya veo que perderás, pequeño, y contigo un canto de nuestra esperanza. Y es que esperábamos ocultarlo, tapar con tu transparencia nuestra desarrollada inclinación hacia cosas de las féminas.

    El espolón in-conspicuo de cadencias rítmicas y tu suave ajetreo de glúteos erectos
    dibujaron en ti la inconclusa marca de contradicciones marchitas. Sin embargo, yo debí preverlo, debí leerlo en tus preferencias oníricas. Porque le decías que no al niño Raúl cuando te invita a jugar agarrándole las nalgas a las viejas borrachas. Qué raro eras, niño maricón, y por eso cada madre aceptó el reto de segregarte, de diluir con reproches la lamentable posibilidad de que corrompieras la prole.

    Para responder a esto, necesito ahora preguntarte quién dibujó tus ojos amalgamados en sueños “acuosos”, quién te encomendó la vida ya marcada por devaneos ajenos e ignorancia. Miro tu recuerdo y lo confundo. Te evoco y no consigo analizarlo. Retrotraigo el verbo y solo atino a tu asombro. El continuo preguntarte por el voltear de sus caras, el porqué de sus miradas espantadas, como si quisieran acentuar tu culpa y su desgracia.

    Niño maricón, manfloro, extensión humana de rarezas biológicas, negación absoluta del paradigma y la conducta. Sin embargo me siento mal. Siento que he ultrajado tu confianza, pues no comprendiste mi miedo y el acomodo, mi reprochable silencio ante el señalamiento disimulado. ¿Qué me pasó? No lo sé, pero sé que no pude ni decir mi nombre. ¿Cómo sabría yo que te exterminaban? Tú también me faltaste, pues no te sinceraste ante mi exposición inequívoca de flojedades varoniles y apetencias cundanguicas. Para mi no fue fácil llegar hasta aquí. Y no porque el camino se me estirara. Pensé sin embargo que las distancias se contraían. Me equivoqué, confundí el destino y la llegada, pre-fabriqué mi nombre anticipando mi arribo, y no fue que olvidé nuestro origen, sino que me moví hacia mis finales.

    El trayecto, niño raro, fue un tanto inocuo. Demasiado conspicuo para tu inocente urgencia; muy abyecto para tu blanda esperanza. Pero lo recorrí, cargué mi camino, caminado tu culpa y, a veces, hasta desandé las distancias. No supe si la senda retrocedía o si mis pasos me traicionaban. A cierto punto dudé que avanzara, me miré a mí mismo y sorprendí tu sombra; se esfumó entre tus infantiles miedos y nos dejó, como despojos, imágenes subreales de nuestros nunca vividos recuerdos.

    Sería difícil no acordarme. ¡Qué tiempos aquellos, niño ave! Tratabas de disimular tu hambre con la medida exacta de una sonrisa o con el olvido leve y quejumbroso de los labios que se abren. Para ser exacto diré que morías, pues sentí tu vergüenza cabalgar tu media vida. ¿Quién te destinó hacia fines tan sufridos? ¿Quién delineó tu futuro garrulo? ¿Qué aporrica entidad te poseyó a mansalva? Preguntas fabricadas sobre cosas que no se responden; auscultaciones vanas que amalgaman contradicciones; intento fútil de revelar lo que no es oculto; ensayo nicomanico de efectos nulos.

    Y te acordarás entonces que las risas no muerden, que son manojos de ruidos que se escapan de los labios, ¡como que hemos olvidado nuestros nombres y sus significados!, que son emanaciones que salen porque expiramos.

    Te acordarás pequeño que no sabíamos nuestros decires, que confundíamos nuestros pensamientos por lo oblongo de las miradas, acertijos que de ser ya pasaron, y que de no ser se esfumaron, rememoraciones rancias de rancios proyectos, penas que de haberse sufrido nos hubieran encontrado, y entonces yo no hubiera sido tú, ni tú el otro, ni nuestros decires se hubieran arrepentido ofendidos por el demasiado disfrazarse en el retracto.

    Te preguntarás por qué ahora no conozco mi cara, y casi no oigo mis oídos. ¿Será que hemos mutado hacia formas in especificas? ¿Por qué de repente ese olvido? O fue tal vez que así nacimos y por vergüenza ajena cabalgamos en el rumor de todos estos años, sin querer decir lo que ya supimos, que no fueron nuestros fantasmas del pasado, que lo que nos afecto casi por seguro fueron nuestros infantiles recuerdos del futuro.


    Inquisición

    II

    ¿Por qué no has respondido, niño?
    ¿Se te trabaron los acentos en las palabras que se pierden?
    ¿O el ruido de los hemistiquios trastornó tu nombre?
    Te busqué y no te vi y confundí tu sombra con las penumbras que pasan;
    ausculté tu estatura en los peldaños que se destruyen, y no recordé
    nuestros dudosos deseos escabullirse en el quejido altisonante de nuestras esperanzas frustradas.

    Y creí no venir, me quedé varado en los espacios que no esperan,
    en el sonido insospechado del silencio que se rompe,
    en el eco transparente de las voces que se callan,
    en el murmullo mal formado de los secretos que no se guardan.

    ¿A qué temiste, niño?
    ¿Acaso no te dije que es nuestro futuro el que nos traicionaba?
    ¡Distancias de vida, que encierran otros presentes,
    ensoñaciones del reflejo que suponen otro yo!
    Maledicencias genuinas de maldiciones esporádicas,
    bifurcaciones del destino que aconsejan desgracias.

    Sin embargo, yo lo entreví desde nuestros comienzos.
    En el hemistiquio monorrítmico de nuestros placeres secretos,
    desde el escape contrahecho por las excusas desvirtuadas,
    en el mentir a medio cuerpo con verdades temblorosas,
    en el subterfugio insospechado de miradas que no se notan.

    Y ni aun así imaginé tu adolescencia y la mía
    en la ruptura y el despego de los iconos en destiempo,
    en la negación absoluta de la imagen que se hereda,
    símbolos perpetuados por representaciones difusas,
    sentencias letales para intenciones obscuras.


    Y quise sospechar nuestras muertes anunciadas,
    el quebrase de nuestras respuestas ante preguntas mal formadas,
    la huida y el sopor de nuestras complicidades sorprendidas,
    nuestra aceptación perentoria de evidencias discurridas.

    Preguntas que desfloran la inocencia y el contubernio,
    acusaciones que malogran lo que nunca llegó a ser
    empleo maquiavélico de destrezas que aminoran
    ensoñaciones ambulantes contra signos que no se leen.

    Jean Re Re.
     
    #1
    Última modificación: 16 de Agosto de 2011
  2. Pedro Ferreira

    Pedro Ferreira Poeta veterano en el portal

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    Muy buen escrito en su contenido (sangrante tema) y original mezcla de verso y prosa. Me gustó mucho.
    Saludos mediterráneos.
     
    #2
  3. Jean Re Re

    Jean Re Re Poeta recién llegado

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    Gracias por tu comentario Pedro Ferreira. Voy a leer tus escritos en tu blog personal, y te dejare saber mis impresiones.

    JRR
     
    #3
  4. Jean Re Re

    Jean Re Re Poeta recién llegado

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    Dos preguntas Pedro Ferreira. En algunos de tus poemas (Imago Mundi) por ejemplo sentí un fuerte sabor a ZEN. Tu haces HAIKU?.
    La hermosa joven de la foto es quien te inspiro para escribir el trabajo palabras para unos labios desnudos?
     
    #4
  5. Pedro Ferreira

    Pedro Ferreira Poeta veterano en el portal

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    Hola, Jean. Gracias, por interesarte por mis escritos. Respecto al Imago Mundi es un poema que nace, como todos, de una experiencia personal, una vivencia íntima, si bien, yo al menos, no puedo prescindir de mis lecturas y mis influencias. En este caso, pienso yo, ya que es todo subjetivo, es muy grande la que le debo a Pedro Salinas, uno de mis poetas favoritos. Mi relación con el Zen es mínima, si bien, toqué tangencialmente esa filosofía en mi juventud. Pero uno nunca sabe qué queda en su cabeza.
    En cuanto al haiku te diré que soy buen lector del haiku japonés si bien yo no suelo hacerlos por una cuestión de ritmo personal. Yo escribo poemas muy parecidos en tono y función pero empleando una métrica que creo más aceptable para nuestro idioma (endecasílabo y heptasílabo, más que heptasílabo y pentasílabo). Fundamentalmente porque lo que en japonés se expresa con partículas en español se expresa mediante la sintaxis y el uso de tiempos verbales para lo que se necesita una mayor flexibilidad que se traduce en longitud métrica. Para evitar las iras de la ortodoxia evito llamarlos haikus y me refiero a ellos como "retazos". En cualquier caso es mi opción personal. El tanka, en cambio, sí proporciona de suyo, al haber más versos, la flexibilidad de que hablo.
    El artículo al que te refieres es el prólogo que hizo para mi poemario Los labios desnudos mi querida amiga y admirada poetisa Vivi Massares, antigua flor de este foro y hoy volando a su propio albur, de quien es la foto de firma que aparece. Ella es la autora del texto. Los poemas pues son independientes de ella y cada uno nace de una vivencia propia y una necesidad distinta.
    Espero que tu paso por mis letras te haya sido satisfactorio.
    Un saludo desde el Mediterráneo.
     
    #5

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