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Delirios y ataduras con el nudo mal hecho

Tema en 'Poesía realista (sin premios)' comenzado por King, 8 de Agosto de 2015. Respuestas: 2 | Visitas: 749

  1. King

    King Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    20 de Noviembre de 2013
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    Género:
    Hombre
    Me levanté a las 4 de la tarde,
    con el canto de un búho
    vestido de payaso.
    Vi a una tortuga jugando al
    Black Jack con mi despertador;
    el resultado estaba escrito
    antes de que me despertase.
    Me asomé por la ventana
    de mi almohada y el
    cielo estaba nublado.
    Fue la primera vez
    que vi al cielo
    limitado.
    Se oían los gritos de las nubes,
    con sus retortijones
    y sus llantos
    y sus penas
    y sus mujeres perdidas
    y sus hijos abandonados
    y sus sueños limitados
    por el cielo.
    Cogí el coche y fui al bar
    más cercano.
    Por el camino vi a un ciervo
    comprando un fusil en una
    armería, donde antes
    había un hospital.
    En la puerta había
    un portero trajeado como
    un juez, inmóvil e
    impasivo, como una farola,
    como una montaña,
    como una tumba...
    Me dejó entrar, sí,
    pero tuve que sobornarle
    con el dedo meñique de mi pie
    izquierdo.
    La camarera iba muy escotada,
    resaltando más sus pechos
    que sus lágrimas.
    Le dije: Ya que nadie
    mira aquellas gotas que recorren
    tu rostro como caracoles,
    deme una vaso bien caliente
    de tus lágrimas más puras.
    A lo que me contestó: Un hombre
    que vende el dedo meñique
    de su pie izquierdo sólo por beberse
    unas lágrimas rancias, se merece
    ese vaso.
    Se rió como sólo una persona triste
    puede reírse y me sirvió una jarra entera
    de sus lágrimas.
    Estaban dulces a la par de amargas,
    como un cigarro.
    Grité, partiendo uno de los cristales
    de las ventanas del bar: ¡Quiero otra jarra
    de este licor maldito!
    La camarera me contestó con un bufido,
    partiendo otro cristal: ¡Si sigues pidiendo
    esa bebida, al final no quedará más!
    "¡Eso espero joder! ¡Que algún día
    toda esta mierda se acabe!
    Y me sirvió otra jarra.
    Una más dulce que amarga,
    pero con cierto tono ácido,similar
    al aguardiente...

    Estuve horas y horas en ese bar,
    encajonado entre sombras humanas
    y sin cara.
    En cuanto me anunciaron que
    ya no quedaban más lágrimas
    decidí volver a mi casa.
    La camarera de los pechos saltones
    se acercó y me besó.
    "Tu lengua y tu saliva y tu sonrisa
    y tu agradecimiento saben mejor
    que tus lágrimas."
    "Las cuales parecen que no te han subido
    mucho."
    "No me han subido, pero sí me están matando."
    Cogió un cuchillo y me apuntó,
    con sumo cuidado y con una gran caligrafía,
    su número, en mi antebrazo derecho.
    El portero tenía mi dedo metido
    en la boca, a modo de chupete,
    y ni se despidió de mí.
    Ya era de noche.

    Monté en el coche, quité el freno de mano,
    lo arranqué, pisé el acelerador, pero
    no se movía del sitio.
    Bajé y di vueltas alrededor del coche,
    mirando cualquier fallo.
    Faltaba la rueda izquierda trasera.
    El portero me miró y se rió.
    Me dispuse a volver andando
    a mi casa.

    En medio de una calle había un hombre
    tapado con una manta amarilla grisácea.
    Estaba sentado, junto a una alcantarilla
    abierta.
    Me acerqué y le pregunté: Eh tío
    ¿Qué haces aquí?
    El hombre sostenía entre sus manos
    el mango de una caña de pescar,
    cuyo sedal estaba dentro de la alcantarilla.
    Me contestó: Intentando pescar. A ver
    si tengo suerte y algún pardillo
    con el corazón suelto,
    la cabeza suelta,
    y el vientre suelto,
    ha dejado caer alguna esperanza
    por las tuberías de su váter.
    "¿Y hay suerte?"
    "Aún no ha picado nada."
    "Tal vez el error sea el cebo."
    "No lo dudo amigo. En el anzuelo
    está clavada mi alma."
    Me fui y lo dejé a su entera
    suerte, no fuera
    que yo la ahuyentara.

    Seguí andando.
    La Luna menguó y se abalanzó
    contra mí como una bala.
    Salí corriendo, huyendo de su poder.
    Mientras corría miraba atrás,
    vigilando si aún me seguía.
    La Luna iba rompiendo las farolas
    a su paso.
    Un paso arrollador y magnánimo.

    Perdí de vista a la Luna
    o ella me perdió a mí.
    Me fui a mi cuarto.
    La tortuga estaba tendida,
    sin vida,
    sobre mi colcha.
    Tenía una aguja del despertador
    atravesándola por el costado.
    Mi almohada me dejó una nota:
    "ME HE TENIDO QUE IR A VIVIR
    A UN LUGAR CON EL CLIMA MÁS SECO."
    Fui al comedor y el sofá ya estaba
    dormido.
    Me estiré sobre el suelo,
    a su lado,
    y me dispuse a ser víctima
    de mis sueños.
     
    #1
    A Troto y danie les gusta esto.
  2. danie

    danie solo un pensamiento...

    Se incorporó:
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    Te confieso que te tengo que agregar a mi lista de autores realistas del portal cuando quiero dar ejemplos de cómo se escribe el realismo.


    Buen poema compañero.


    Un abrazo.
     
    #2
  3. Jorge Lemoine y Bosshardt

    Jorge Lemoine y Bosshardt MAESTRO

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    Toda la calidad de la obra sobresaliente y magnífica.
     
    #3

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