Demencia canicular

Sin norte bajo un sol febril y hardido,
sentí que aquellas foscas creaturas
puñales mil con sus miradas duras
hundían en mi pecho exinanido.

Lancé un grotesco y descabal berrido
que agitó mis humildes vestiduras,
y mis piernas, otrora asaz seguras,
chocaron contra el suelo desabrido.

¡Cuán monstrüosa y brava mi demencia,
pues cuando recobré tras luengas horas
el tesoro sin par de la conciencia,

las que bestias supuse aterradoras
pacían con audible complacencia
frente a un grupo de angélicas pastoras!​

 

¡ Vaya soneto, Litera ! ; ¿pero cómo es posible que ésto no haya sido comentado hasta hoy por nadie? ; cábeme, pues, el honor de ser el primero, tras tanto tiempo de edición, de descubrir esta joya plagada de vocablos ancestrales de nuestro castellano antiguo y que calzan como un guante en tu expresión poética.

Vayan todas las estrellas que encuentre para calificar de excelente este soneto, amigo.

Un abrazo con mi felicitación más sincera.

 

¡Qué hermoso escribes, Litera! Me gustado sentir como cambió rotundamente tu percepción al ver estas criaturas de una manera tan distinta. Ellas pastan tranquilas y esa mansedumbre retorna al alma e inspira...

***
​

 

Estoy de acuerdo? Dónde estábamos?
Un bello soneto; un abrazo

 

Bueno ya con este segundo que llevo hoy leídos tuyos, ¡Sombrerazo!. Si encima me dices que el dibujo también es tuyo, recojo mis lápices y pinturas y mi poesía y me voy a mi pueblo a contemplar el paisaje. Entono el mea culpa por no haber visto antes este soneto que, con tu permiso, copio y me llevo a mis archivos.
Mi admiración, estrellas y reputación. ¡Soberbio! Littera.
Un cordial saludo