Desconfianza

El otro día le mostré unos apuntes a una amiga. Los leyó, les dio sus gustos y, a la vez, la gran sorpresa al preguntarme si eran míos.

Yo no sabia qué decir, pero por cortesía, le solté una semi-triste sonrisa y le dije que la poesía no era ni exclusiva, ni para ciertos países, sino para los seres de todo el planeta. Por supuesto, le compartí que yo no había crecido en universidades, sino en las adversidades de la vida. Que a pesar de eso, no me conformé y empecé a leer, con casi toda mi cara, bueno, la verdad, con todos los músculos, prosas y poesías y que sin pensarlo me transformaron. Que un día al estár leyendo sentí como si de entre las letras una puerta se abría y del interior una energía parecida al amor me invitó a que escribiera mis primeras notas. Que era tan fuerte la energía que, como desesperado, me llevó de lugar a lugar pensado en si seguía viviendo sin letras o en mundo mas bello por ellas.

Hoy, a causa de las asunciones que algunas personas tienen sobre quienes no tuvimos un planeado destino hacia una educacional formal o una galaxia de letras, pues, hacen me pregunte qué tiene de bueno encontrar letras que parecen como de otro lugar y a la vez, de la misma mierda del mundo que conocemos. La buena noticia es que los escritos todavía los siento espectaculares y frescos como los alimentos de mi madre que desde entonces prepararon mis memorias.

De alguna manera, aunque Neruda, Paz, Márquez, Vallejo, Alberti, Unamuno u otros hayan llegado muy hondo en mi ser, en el fondo, creo dejaron un espacio para expresar lo que me inspiraron.

Para mi, la memoria es un fantasma, otro ser que nos llevará a la próxima membresía, a la noción misma de no saber, como hoy, quiénes fuimos antes o despues de morirnos..?


Fidel Guerra,
Springfield, Or.