Descripción

Cuando pienso en ti es inevitable no evocarme en tus besos,
¿Cómo puedes pedir a un hambriento que no pruebe alimento alguno?
¿Para que necesitaría mis labios si no pudiera tocar los tuyos?
Es lógico, tus besos son vida o quizá mas que eso.
Pero ahora déjame ver tus ojos,
Déjame ver el abismo donde mi alma permanece suspendida,
Hablemos de ellos, de sus misterios,
De cada vez que posas esa sencilla mirada sobre mi,
En como puedes desnudar un cuerpo hasta los huesos si así lo quisieras,
En como puedes ver lo limpio detrás de tanta suciedad.
Pero, ¿qué hay de tus manos?
De esos lienzos de seda que se dejan caer sobre mi piel cada vez que me buscan bajo los trapos que llamamos ropa,
Hablemos de su delicadeza, de su sutileza,
De cómo puedes hacer que suplique por una caricia tuya.
¿y tu cabello? Como no hablar de ese manantial que cae sobre mi pecho cuando cansada buscas descanso en el.
Tus caderas, no decir nada de ellas sería una aberración,
Como no amar ese movimiento que les mece cada vez que te hago estremecer.
Ver como son en su máxima expresión,
Sentirles en esos momentos donde el tiempo se detiene para deleitarme con cada parte de ti,
Ver como me retienen y reciben sin oposición alguna.
Tus piernas, firmes y fuertes cuando se entrelazan en mi cuerpo atrapando mi atención por completo.
Podría seguir describiéndote pero mis palabras son pequeñas para la grandeza de tu cuerpo,
Solo quiero seguir creyendo y afirmando que tu mejor traje ha sido y será tu piel desnuda y suave abrazada a la mía regalándome nuevas sensaciones cada noche, cada día.