Desierto ajeno

Despierto en un lugar lejano,
en medio del polvo, la soledad
y escorpiones fluorescentes
cubriendo mis tobillos.

No entiendo el por qué,
cómo me perdí caminando
y terminé en medio de remolinos de arena
y recuerdos de ríos inexistentes.

Un viento seco y ardiente de frio
penetra mis ojos y rasga mis labios,
la débil brillantes de los faroles
y las espinas defoliadas
me recuerdan que estoy lejos de casa,
de mi mismo, y que la sangre helada
que atraviesa mi garganta
está tan lejos de mi alma
como le es posible,
para no pensar, para olvidar,
para ignorar por conveniencia
ese millar de cascabeles a mi alrededor
que amenazan con envenenar mi cordura.

Resistí cada paso, cada ráfaga de viento,
traté infructuoso de volver
a esa tierra de ranas marrón y flores rojas,
a la bruma salada que viene del horizonte
y que baña mis recuerdos y añoranzas,
pero una hoja se volteó y el destino
caprichoso me cegó el pensamiento
para que olvidase cómo regresar.

Crucé el camino con ganas inexplicables
de que un gran hueco se abriese en el suelo
y no pudiese continuar.
Al otro lado, un enorme saguaro,
de al menos 5 brazos y apariencia macabra,
me lanzó una mirada imposible
mientras soltaba una sonrisa burlona
en la que pude leer lo que ansiaba decirme:
sé que no quieres estar aquí
y tu infelicidad me ha hecho el día.

 

Vaya, este poema si logró ponerme los pelos de punta....Jajajaja... Pero en cierta manera logre idenfiticarme con ellos pues hay una persona igual como tu la describes cerca de mi.
Un placer recorrer tus versos.
Un abrazo y mis estrellas desde mi bella tierra.

 

Gracias compañera por pasar y dejar tu comentario y estrellas. Me alegra saber que alguien se pueda sentir identificado con mis escritos. Un placer haberte recibido.