Despedida

Una señal inteligible
guía mi paso firme
de viajero solitario.
Danzan en el viento
las hojas amarillas del otoño,
presagiando la arritmia
del pulso de la muerte.

Cargo mi equipaje de rosas marchitadas,
el herrumbre de la sombra,
y un nombre como tantos.

Arde y cruje la madera,
esparciendo las cenizas
de este crematorio de esperanza.

El tiempo acalla voces;
el recuerdo horada surcos de dolor.
Todo conspira:
la herencia de los muertos,
el frío del invierno,
el silencio de los pájaros.

En el paisaje celestial
se posa la mirada
del ojo que no existe.
Bajo el pie del caminante,
el hueco interminable del abismo.

Ha caído un ángel donde crece la miseria.
Ha muerto un niño de tristeza.

La memoria juega el juego del olvido.
Sin nombre que me nombre,
se agrieta esta montaña de silencio
y hace cumbre la última palabra:
Adiós.

Ángel

 

pocas veces llegamos a estos instantes y vivirlos aún son más lejanos, grato leerte de nuevo, abrazos

 

Pura melancolía poeta.

 

Muchas Gracias Marian por tus palabras.

En este caso la "Despedida" es un re encuentro.

Abrazo amiga

Ángel

 

Muchas gracias por dejar tu impresión; un gusto que pases por aquí.

Abrazo

Ángel

 

Muy profundos y vibrantes tus versos amigo... me ha encantado volver a leerte...
Te abrazo con todo mi cariño...

 

Muchas gracias amiga por estar siempre; por tus palabras y la belleza de tu corazón.

Beso y abrazo

 

No comulgo con los Angeles, desde que uno me abandono...
pero tus versos son hermosos...

me quedo estacionada en estos:

"El tiempo acalla voces;
el recuerdo horada surcos de dolor.
Todo conspira:
la herencia de los muertos,
el frío del invierno,
el silencio de los pájaros"

Y la ausencia de tu voz.

Grato leer, un beso

 

Muchas gracias por tus palabras.

Si me permites, quiero decirte: Ese Ángel nunca te abandono; siempre está contigo; invisible, en silencio; late en tu corazón. Allí vive, tan cerca, tan dentro tuyo. Te protege.

Un abrazo amiga

Ángel