Despierto

Muros de piel se derraman
por las plazas y los parques,
se toman del pasamanos
ebrios de tanta hojarasca,
y se esparcen melodiosos
por las calles de cemento.
Caravanas de otredades,
tediosas, abren sus bocas,
para encender un murmullo
que lento se los devora.
Y así pasa vigilante
paso a paso en la avenida,
la marcha de los cangrejos
al templo de la cantina.
Desde lejos la tormenta,
muralla gris imponente,
avanza pacientemente
en torno a los cementerios.

La puerta es una pregunta
que no encontrará respuesta.

Una duda incuestionable
siempre es un vaso vacío,
un sendero silencioso
desde el olvido a la nada.
La esperanza es la bandera
más desteñida de tiempo,
jirones de voluntades
que agitan con insistencia,
los vientos huracanados
que todo se lo han llevado
al ocaso más eterno.
La misma fugacidad
que nos desangra por dentro,
es copa rota servida
hoy, ahora, y para siempre
en los largos mostradores
doblados de soledades,
donde se deben favores
y el abrazo tiene precio.

Ya no salgo a la ventana.

Prefiero seguir despierto...

 

Hola, Cecilya.
El entorno marca un rumbo y como cangrejos se enredan unos con otros y así van.
Marcar un camino propio al comienzo resulta complicado.
El murmullo señala.
Pero luego los pasos se hacen firmes y la vida despierta.

Muchas gracias por pasar y dejar tan profunda y generosa devolución.
Gran abrazo y buena semana para ti también.