Despreciar Esa Suerte

Apaga ya ese llanto,
es tan corta la vida
que no importa la herida
que se evoca en un canto.

Absorbe la sonrisa
que dispersan las horas
y reza en las auroras
el llanto de la brisa.

No tiene ya importancia
el prestigio del nombre;
solo importa en el hombre
lo que entrega su ansia

de dar a quien le pide
y al que no hasta lo doble;
solo es eso lo noble,
y eso nunca se mide.

Los placeres descienden
como se caen las hojas;
acaban en congojas
poco antes que se pierden.

Los que son duraderos
duran solo una noche;
es su precio el reproche
y el dolor verdaderos.

He sentido en mi vida
al correr de los años,
solo tres desengaños
que mi mente no olvida.

El soñarme triunfante
frente a un vaso de vino,
forjador del destino
de alguna fiel amante.

Altivo, sin memoria
del dolor que he sembrado,
despertar asombrado,
contemplando la historia.

Y sereno en la lucha
que construye la muerte
despreciar esa suerte
con que Dios nos escucha.