Desván con vigas al aire

EN ESTOS DÍAS

Todo el viento del mundo sopla en tu dirección.
(SILVIO RODRIGUEZ)

He estado allí en octubre.
Era la tierra roja y bailaban azules
varios aires, retorciendo los rezos de leña de las casas.

Después eran los árboles rojo de corazón, rojo
de llama (de pronto era una hoguera), rojo
de manos incansables de la madre
y el ocre
del amor en los hayedos (silencios
y pasión y leves roces). Hay tantos
que parece algo imposible, y es color
y la luz y la abundancia
y amarillo misterio de los chopos
que saben su final y lo adelantan. Prioro,
el Cea.
Calma. Se ha recostado el viento
hasta aquietarse, aprovechando el sol sobre un cerezo
de pronto como un grito
en un campo de buenas intenciones. Verde
fin de estación en cada monte, aún.

Ahora eran las peñas. No suben de la tierra.
Son de gris sinrazón, nace en los tiempos
que golpean las rejas y los goznes
y hacen con arañazos de metal
nubes de piedra (al fondo, desde el Pando
las he visto posarse).

Por fin era la gente, si supieras
del trato amable, dulce
del bien
que me ha hecho comprenderte. Abierto
el zaguán siempre, los fogones
("acércate a la lumbre, que esta frío")
la trébede y el pan, hacer corriente
la casa de la abuela
negro y gris pedernal
danzándole en los ojos y tanto señorío.
Me acuerdo del saludo, llegar
y que te acepten
y te hablen por tu nombre ("Javier,
te hacemos sitio en el escaño").
Podría acostumbrarme a esta montaña.
Es que he ido allí
en octubre. La tierra,
los hayedos.

Tú. Tu gente.

 

Compañero poeta que puedo decir yo no dire en estos dias en estos minutos he leido tan buenos renglones que no hay manera de decir que lo que en esos dias no es verdad por que te brindas en tu escribir vaya manera de hacerlo no se mucho pero te doy mi sincera opinion un saludo poeta.

 

GRACIAS por acercarte, amigo.

 

EN ESTOS DÍAS

Todo el viento del mundo sopla en tu dirección.
(SILVIO RODRIGUEZ)

He estado allí en octubre.
Era la tierra roja y bailaban azules
varios aires, retorciendo los rezos de leña de las casas.

Después eran los árboles rojo de corazón, rojo
de llama (de pronto era una hoguera), rojo
de manos incansables de la madre
y el ocre
del amor en los hayedos (silencios
y pasión y leves roces). Hay tantos
que parece algo imposible, y es color
y la luz y la abundancia
y amarillo misterio de los chopos
que saben su final y lo adelantan. Prioro,
el Cea.
Calma. Se ha recostado el viento
hasta aquietarse, aprovechando el sol sobre un cerezo
de pronto como un grito
en un campo de buenas intenciones. Verde
fin de estación en cada monte, aún.

Ahora eran las peñas. No suben de la tierra.
Son de gris sinrazón, nace en los tiempos
que golpean las rejas y los goznes
y hacen con arañazos de metal
nubes de piedra (al fondo, desde el Pando
las he visto posarse).

Por fin era la gente, si supieras
del trato amable, dulce
del bien
que me ha hecho comprenderte. Abierto
el zaguán siempre, los fogones
("acércate a la lumbre, que esta frío")
la trébede y el pan, hacer corriente
la casa de la abuela
negro y gris pedernal
danzándole en los ojos y tanto señorío.
Me acuerdo del saludo, llegar
y que te acepten
y te hablen por tu nombre ("Javier,
te hacemos sitio en el escaño").
Podría acostumbrarme a esta montaña.
Es que he ido allí
en octubre. La tierra,
los hayedos.

Tú. Tu gente.


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Aquí pintaste un paisaje bucólico. Un mundo de buenas maderas y buenos colores... y por cierto, ¡qué bello es tu pincel!.

Lograste presentarme a un mundo sencillo y amoroso... ése que ella te presentó a vos.

Una maravilla, Boj.

 

Una maravilla que, además, derrocha sensibilidad... Ha sido un placer descubrir tu pluma. Más saludos.

 

Existió de verdad. Eso es lo triste. :::blush:::