Día 7 (21/9)

Aún pálido de mis carencias afectuosas,
sigo enterrando impurezas,
lánguido el pecho,
casi sin sentir amor, dolor, nada.
Con los ojos desorbitados
encuentro el centro gravitatorio
en algún libro o cuento que imagino,
que aún peregrino sueño escribir.

Estoy desnudo y en desuso
como el cielo sin estrellas de los celos.
Abstraído de ser axial,
ahora los jugos del alma se mezclan con alcohol.
Los recuerdos brotan ya sin un almanaque o una fotografía,
es cuantificar hormonas,
es literalmente tener un pulso hermético.

Me duelen las hormigas
que deje impresas en la córnea poco fructífera de la pasión,
me duele estar infectado de absurdas emociones,
yo nunca quise querer
sin embargo el cosmos sempiterno de la sed
me obligo a besar, abrazar,
a bajar la mirada, a pedir perdón, a enamorar.

Esta pena no es nueva,
es un claustro apocalíptico a mis sentidos,
uno es preso de cada error, de cada palabra mal dicha,
de cada erróneo significado que le damos al desamor.
Con esquirlas de algún falso suicidio intento expresarme,
si alguien tiene una orden silenciadora
que sea entonces mi sirena o mi luciérnaga,
que me cante o me ilumine es lo que quise decir.

Antes miraba paisajes de ojos versados,
porque las miradas son campos verdes
y yo juego con las palabras tanto o más que con las personas.
He sido cobarde infinidad de veces,
como si mis huesos plegaran un ser amorfo
y yo escondido de ser luna o sol
solo merodeaba piernas, bares, cicatrices.

Si fuese más triste esta noche me sangrarían los dedos,
pero tengo el deber de soñar despierto
y mi temor a la sangre es de público conocimiento.
Solo cuando escribo no miento y me miento.
Hay un magno sabor en cada mujer que me vuelve ciego
es una orquídea que sufre al ser arrancada de otros recuerdos.

Balbuceo un delito que se me hace agua en la boca,
es un estado puro de éxtasis cada adagio en que me exhibo.

Cambiaría un poco las mil vidas con las dos mil muertes que tuve,
solo por otro segundo en aquel lunar de aquel vientre tatuado.
Si recordara tu nombre sin herirme, lo escribiría.
Dejaría funestos todos esos agostos antes de la despedida,
tus mejillas acarameladas, tus orgasmos en órganos, en waltz,
más todo era felonía, rubor, deforestación.

Si algo he aprendido de la distancia
es que sólo el perdón conserva impune la esperanza.
Ojalá la noche sea veneno a mis sombras
y al despertar solo tenga miedo de despertar en paz.

 

Versos que sangran y evocan vivencias que aún duelen, ojalá que al despertar se vayan los miedos que corren por su creación . Me gustó el poema por la intensa descarga emotiva. Saludos cordiales poeta.