Día CXVIII o decir te amo en uno o dos insultos

Puedo oír los latidos del corazón,
no sé si eso es bueno
o aquello de ignorar que sigo vivo es mejor.
Un retiro de algodón en los ojos,
narcolepsia o estado puto de satisfacción.

Para que llorar tenga aliento a alcohol,
tras beber, voy a dormir en el aura de la nostalgia
en seda, en lana tibia y alegre para el mentón.

Por el rocío del olvido pierden color las esencias,
que rico huele el perdón cuando no estás lleno de dolor,
el fruto de las palabras es abrir la razón en el colchón,
pero entender esa matemática es pecado vaginal.

Es como saber que serás devorado por un ser mitológico
o de dudosa existencia,
te inclinas a despertar con los labios rotos y secos
y entiendes que estar tranquilo es insano, que duele y pesa más
que ella cortándote las manos, los pies,
comiendo de tus huesos y vomitando su mundo de mierda en tu cara, una y otra vez.

 

Interesante tu lírica, algo fuerte de repente... pero llena de energía. Un gusto pasar por acá y leerte.