Día LXXXIX o esas pocas energías visibles

Hoy solo me siento libre en la luz, si esa luz no ofrece esperanza,
últimamente me limpio en el barro porque sigo siendo pobre de amor y puro, muy puro para mentir.
Tenía mil cuerdas y nunca use un reloj, pero ahora me empujan por lento y todos saben mi hora
aún cuando doy vueltas y vueltas y el animal salvaje del espejo ama la carne de la sana presa que soy de lunes a jueves.
Lo que dejé enjaulado no saldrá por mas que me sonría y le sonría,
la vejez, los años exiliados del perdón me vuelven terco y disciplinado en aquello de no ceder.

Hoy me duelen los sargentos literarios y me cansan los soldados literatos,
perdí un poco la paciencia en las artes pero todavía no reconozco lo que soy sin él.
A todo le busco un esquema y no hay nada nuevo, todo repite un ayer,
el humor me salva del humo pero la tos me vuelve pesado y visible.
Cada vez que salgo a mirar por sobre el horizonte se cae una estrella de alguna palabra que callo,
yo veo todas las aguas estancadas, por eso a nadie invito a nadar.

Yo hoy solo creo en todo lo que veo.
Son tantas las invisibles manos que me ahorcan,
que me tocan, que se roban toda mi ingenuidad