Día VII

Volveremos a vagar,
divagar,
a estar sentados en el dedo de un dios inexistente,
para creer,
no para crecer,
para estimular la membrana del canibalismo satírico,
para hacer noche las tardes de agua en el corazón,
para ser amigos y tocarnos el alma con conservas de una falsa desesperanza juntos,
para brillar sin brillo con el mismo brillo que antes de perdernos otra vez.

Pues, si tu mano me quiebra con solo rozarme,
desenvaina otra espada para aniquilarme de una vez por nada.
Asume que tu pecho es la fuente de mis deseos,
asume que si yo me amamantase de vos sería un ser volador distinto a este que consume e infunde desgracias.
Si respirar no es un arte es porque nadie respira tan cerca de tu nariz,
incluso el amor es un cuadro pequeño cuando las hormigas desfilan por tu espalda,
tan dulce,
tan desquiciada, tan dulce tenías que ser.

Aunque los silencios se borren con piel,
aunque nos vuelva demasiado pronto el desinterés,
nos acostumbramos a vagar, a no ser,
a dejar que el vórtice del sentimiento sea una cama grande
para correr bajo las sábanas,
para no encontrarnos ni con una sola almohada.
Un abismo, es la luz de la luna en las manos,
los días esperan tranquilos,
total, nunca tendremos un único destino.

 

Impecable, de principio a fin. Me gustó mucho. ¡Gracias por escribir! Abrabesos