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Diálogo para besugos. Mi otro yo

Tema en 'Prosa: Cómicos' comenzado por Pessoa, 21 de Marzo de 2021. Respuestas: 0 | Visitas: 405

  1. Pessoa

    Pessoa Moderador Foros Surrealistas. Miembro del Equipo Moderadores

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    Remedando aquella famosa sección de humor absurdo (¿y qué humor que se precie no lo es?) he escrito sobre esa misma idea de lo absurdo una especie de interpretación del personaje doble, al modo del de Papini, Hesse y otros grandes autores. La intención es seria; el texto... vosotros lo juzgaréis.

    DIÁLOGOS PARA (ENTRE) BESUGOS.

    - Buenas noches, caballero.

    - Buenas tardes, señor mío. Observe usted que el tibio sol de otoño ilumina todavía las techumbres ciudadanas.

    - Pues puede que tenga usted razón, caballero. Es que como soy ciego...

    - ¿Ciego a estas horas? Si apenas acaban de abrir los centros taumatúrgicos que enceguecen a los señores sin edad...

    - Pues, a pesar de ello, yo voy ciego... Es de nacimiento ¿sabe usted? Una faena de mis queridos padres. Y eso que soy el hermano nº 15, el menor de todos ellos y el primero de los varones. Si usted supiese...

    - El caso es, señor mío, que me parece conocerle, a pesar de su ceguera.

    - Pues a mí también me suena su cara... A ver, póngase de perfil, así, contra el sol que muere...

    - Y... ¿dice que es usted el mayor número quince entre la fecunda prole de sus señores padres?

    - A ver, a ver, no se me haga usted un lío, señor mío. Soy el número quince, pero no el mayor. El mayor es mi hermano Fulgencio, que mide 1,56. Yo, como usted puede comprobar, apenas alcanzo los 1,46. A pesar de ello calzo un 46 en el pie derecho y un 38 en el izquierdo. Mis papás, puestos a dejarme adefesio, pues se recrearon en la suerte.

    - Pero usted, cuando se mira en el espejo se encuentra agradable de aspecto ¿verdad?

    - Sí, pero es porque tengo un espejo especial para ciegos. Un espejo tipo Braillie, diseño especial de la casa Schöll, de Pontevedra.


    • -Ah, notable invento, señor mío. Podría ser comparable al papiro o a la rueda, mismamente.

    • -Permítame corregirle, ilustre dialogador. La casa Schöll no tiene ruedas para ciegos, que yo sepa. Y respecto al papiro, pues no sé... como sólo escribían jeroglíficos y yo únicamente hago crucigramas...

    • - Y qué ¿a dar una vueltecita aprovechando la tarde lluviosa que tenemos?

    • - Pues no, mire usted. Estaba solo en casa, aburrido, pues a mi canario se le acabaron las pilas y hace días que no canta...

    - Puede que simplemente esté muerto, fiambre ¿ha visto usted sus patitas, las tiene como dobladitas, engarfiadas alrededor del palito-dormitorio?

    - Pues no me he fijado en ese detalle. Como no es un canario braillie... Pero le decía que estaba en casa, solo y aburrido, además de ciego. Y me he dicho: Faustino, porque servidor se llama Faustino, Faustinito me decían mis papás...

    - La verdad, Don Faustino, es que sus papás no perdieron detalle...

    - Y eso le decía. Hale, Fausto, a ver si te encuentras a alguien por la calle que te de palique. Y ya ve, me he encontrado con usted.

    - Mala suerte, querido Faustino. Otra vez se encontrará con alguien más agradable. El caso es que lo que me cuenta es idéntico a lo que he hecho yo en las últimas horas; incluso el detalle del canario.

    - Oh, no se preocupe, mi querido y anónimo amigo. Usted me viene bien. En realidad yo he salido para encontrarme a mí mismo. Y ya le digo, su cara me suena, como en el programa de la tele...

    -¿Ve usted la tele, Don Fausto?

    • -Pues sí, que quiere usted. Sin canario, ciego y solo... no me queda otro remedio que ver la tele

      -Pues sí que es mala suerte. Y, dígame, porque bien visto, con perdón, sí que hay un cierto parecido entre nosotros. Usted no nacería en el año 47 verdad, después de lo del piojo verde..
    - Exactamente en junio del 47, sí señor. Yo no estaba en casa, pero me lo dijeron mis padres cuando volví de la mili.



    - Y... por casualidad ¿no nacería el día 13 de junio?

    - Pues sí, pero no por casualidad; es que mi mamá salió de cuentas ese día. Y ella era muy cumplidora de sus compromisos. Y mi papá ya estaba deseando volver a las coyundas reglamentarias...

    - Ande, fíjese qué cosas. El mismo día, año y hora en las que nací yo. Y ¿dígame, su papá era veterinarioY ejercía en Villatempujo-y-no-llegas, pequeño villorrrio allende las montañas.

    -Y su mamá, casualmente ¿no se llamaría Enriqueta, oriunda de Albacete?

    - Tal cual, mi querido coincidente...

    - Y me dice que ha salido para encontrarse a sí mismo ¿no?

    - Esastamente, señor suyo.

    - Pues ya se ha encontrado, Fausto, mi amadísimo yo. Yo soy usted, el Fausto de Goethe y no el de Merimée.

    - Usted, Faustito, ¿se reconoce en mí como mi mismo yo? Ay, señor, qué soponcio...


    • - Qué ojo tiene usted, o sea, yo, Faustinito querido. Qué cosas tiene la vida, o el destino, o las estadísticas del INEM. Porque tú estarás cobrando el paro ¿no?

      - Efectiviwonder, mi mismo yo. El paro y la obsolescencia, por lo de la ceguera. Indemnización por defecto de fábrica.
    - Te propongo un experimento, yo mismo. Vayamos a un espejo nítido y diáfano y miremos nuestra imagen conjunta. Le diremos al amable dependiente que nos atienda que diga qué ve en el pulido vidrio.

    Y Don Faustino y su yo avanzaron despacito por la acera, colocando primero ambos pies del núnero 46 y seguidmente, al unísono, los dos del 38. Lentos pero seguros llegaron a la sastrería Facúndez, famosa por sus trajes asimétricos, y se miraron al espejo. El amable dependiente confirmó que veía reflejada una única y sola imagen y se empezó a desternillar de la risa. Todavía está en tratamiento psiquiátrico.




















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