Días rotos, noches frías

Se derrumba el día cuando el sol se ahoga
y en las noches las luciérnagas con la luna lloran
el viento canta y en un susurro implora
que el mar a la playa a morir no corra.
Sórdido silencio de besar obsceno
que derrama caricias de un dulce veneno
afrodisíaco elixir que levanta muertos
mientras a los vivos roba y viola los sueños
excepto a uno que vendió los suyos;
en las calles del olvido, en los pasillos de la tristeza
un pobre hombre confundido
que con la soledad se despereza
no sabe de dónde viene, no sabe hacia dónde va
tan sólo sabe que a algún lugar irá,
con la mirada en penumbras, perdida
como la noche sin estrellas
y un hálito de banshee que supura penas
su corazón ya no palpita
ha dejado de latir, ha dejado de sangrar
y de ese hueco gris ha nacido el caos,
grita al cielo el porqué de su dolor
como un perro que a la luna aúlla
por lo que un día tuvo y no volvió,
como un búho que en la noche ulula
suplicando al frío un poco de calor,
cazando sueños rotos y esperanzas vacías
cual murciélago apresando sombras
y dibujando formas en la oscuridad.
Acorralado, desesperado, se lanza al olvido
y asustado y rendido se deja llevar
por la corriente de un río cargado en penas,
quiere volar y de sí mismo escapar
pero sólo consigue a un vacío infinito llegar
(su cuerpo, su alma, esa prisión mortal).
Despierta aturdido, jadeado, cansino
mirando el reloj como un loco perdido,
se retuerce apestando a sudor y miedo
y llorando descubre que aún sigue vivo,
se levanta y al día sale con su máscara de normal
porque a otro día sobrevivió y porque en la noche
todo otra vez volverá a ser igual.