Dios para todos

Yo no pienso en las cosas que nadie más frecuenta.
Lo que tengo entendido es que le tienen miedo a las inmensidades
que pueblan el cerebro.
Siempre el pánico a lo desconocido se lleva por delante la consciencia.
Otras veces el culto a lo invisible resulta reprochable.
Quizás haya llegado a ese punto de olvido
que afecta a los descartes de mi mente,
reflexiono con claridad de ideas,
pero ellas moraban siempre en mi interior.

No descubro la pólvora, solo he sido valiente,
osado.
¿Quién no querría acaso ser inmune al desorden?
¿Ni siquiera buscar la suerte o el amor?

Tuve ideas suicidas, rumiaciones jodidas que me paralizaban,
pero ahora comparto todas mis experiencias.

Nadie debe salvarme, por eso no funcionan conmigo los consejos,
y siempre salgo airoso.
¿Es acaso tan sobrenatural lo que os ofrezco?

De verdad que no puedo soportarlo,
ver cómo las rutinas machacan al gentío,
acorralan sus cultos e ilusiones,
cuando reconocerse resulta indescifrable.

Es el caos.
El orden no se obtiene, se trabaja,
yo hice una promesa, también un sacrificio.

Me considero apto para romper el caos
que me ha mantenido tan fuera de control.

Mi escritura es la misma, o similar,
tiene los mismos puntos flacos.

Pero esta vez no quiero sugerir,
ni impartir enseñanzas o principios.

Nunca podré decir que no somos iguales,
sería el acabose,
para toda la gente que me lee,
y se sienten vacíos y repletos a un tiempo.

Yo levanté mi credo.
Y les puedo jurar que el pánico a pensar,
es solo un sucedáneo de este materialismo.

Aseguro que a nadie que supere
ese pavor le faltará más nada.

No les voy a mentir,
la ignorancia me mata, pero escapar de ella
no soluciona nada.

Saberlo todo, o casi todo acerca de mí,
es igual que expulsar a Dios de mis dominios,
estar en harmonía es abrir siempre el paso,
demostrarles que ustedes también pueden sentirlo,
incluso cómo afecta a los demás,
y tan fuera del tiempo y el espacio,
se halla su posición.​