Dioses impostores en el Trono del Olimpo

Vosotros, dioses impostores en el Trono del Olimpo,
que entintáis vuestras plumas con la arrogancia del mundo,
creyendo saberlo todo, poseyendo la verdad en cada rima,
como Zeus lanza rayos desde su cumbre dorada,
vuestras palabras son dictámenes sin alma,
ecos vacíos de tronos vacilantes,
triste caricatura de la inspiración verdadera.

Metáforas caen de vuestros labios como lluvia de ambrosía,
mas no para nutrir el suelo, sino para ahogar la simiente,
la nueva generación de poetas, tiernos brotes en el campo,
sofocada por el veneno de vuestros cálices envenenados.
Devoráis la frescura de voces jóvenes,
como Cronos devoraba a sus hijos,
en un festín de envidia y temor.

Oh, qué sarcasmo cruel derraman vuestras voces,
como serpientes sibilinas ocultas tras laureles,
criticáis con la voracidad de leones en caza,
sin ofrecer la sabiduría que nutre y eleva.
Destruir es vuestro arte,
construir, un misterio que nunca desentrañáis,
maestros del desprecio, sabios de la nada.

Escribís con la vanidad de Narciso ante el espejo,
vuestras palabras son reflejos vacíos,
ecos de una sabiduría que nunca existió,
alimentando sólo vuestro ego insaciable.
Atrapados en la jaula dorada de vuestras ilusiones,
sois prisioneros de vuestra propia mediocridad,
ídolos de barro que se desmoronan al primer soplo de verdad.

Sois sombras que se ciernen sobre el amanecer,
robando la luz a los que buscan su voz,
castigando su inocencia con juicios acerados,
como Ares golpea con furia en el campo de batalla.
Vuestras críticas son espadas sin filo,
golpes que no hieren, pero que humillan,
obstáculos en el camino de la creatividad.

Pero sabed esto, oh falsos dioses del Olimpo,
vuestra caída será tan grande como vuestra altivez,
pues la poesía verdadera surge del alma,
no del pedestal en el que os encumbráis.
La verdad os arrancará las máscaras,
y vuestra farsa será revelada,
ante el tribunal implacable de la autenticidad.

Dejad que los jóvenes poetas florezcan,
como campos de flores bajo un sol nuevo,
sin el peso de vuestras sombras,
libres para crear y soñar, sin temor a vuestros truenos.
Ellos son la promesa de un futuro brillante,
el renacer de la poesía auténtica,
lejos de vuestras garras,
más allá de vuestro oscuro legado.

 

Un poema digno de regresar a leer con más calma,
besos de brisa en la distancia