Disparo en la cuneta de los sueños

No había luz en la existencia
y la apariencia se convirtio en sangre
y todo de repente ante el tiempo.

El sillón de los dormidos no dormía
y ella bebía por las noches
y lo hacía por las risas.

Sus besos no llegaron al altar,
ese altar lleno de somníferos
y arpías envenenadas por el odio,
las carnes revolvieron las lágrimas
del santo sepulcro de la suerte,
del miedo y las garras de sus faldas.

Buscaba a su caballero
en las puertas del infierno aureo,
con los brazos firmes y despiadados
ondeaba la oscuridad de las sombras,
sus ojos no recordaron la cima
del monte divino,
su voz no fue escuchada por los sabios.

Su cuerpo de veneno destilado
jamás pudo sentir la pasión de otro veneno,
nunca fue pasajera de su jardín,
nunca vio en su sepulcro al cuervo.

Por eso en la noche de los soles,
con el grito faraónico de las aves
la sangre viajo entre los mares
rompio las piernas de los duendes
para caer como cascada infernal
dentro del sueño orgásmico
de todas y cada una de esas mujeres.

Las victimas fueron una
y el universo se convirtio en muchas,
ellas dejaron de admirar el cielo,
la mano las convirtio en cenizas.

Por eso la copa se vacía,
por eso los besos se olvidan
y todas las almas jamás desean
volver a enamorarse de sus sueños.

 

Precioso poema,crudo ,duro ,pero hay algo que es reasl ,aunque duele enamorarce de los sueÑos ,eso es algo fundamental para vivir
un abrazo

 

gracias por leer mi poema

 

gracias por leer mi poema

 

gracias por leer mi poema

 

gracias por leer mi poema