Diván de la soledad

DIVÁN DE LA SOLEDAD

No es extraño sentir la turbulencia
que una mente obsesiva exterioriza
estando en soledad. En su consciencia,
es frágil como espiga de una briza.

El diván en el limbo de la ausencia
permite ver el agua escurridiza
por las venas de un cuerpo sin turgencia
y un alma sin descanso que agoniza.

El frío es el abrigo más discreto
para cubrir pupilas delatoras
si están por develar su canto inquieto.

La triste paradoja inunda horas.
El cuadro dibujado es un boceto
con marcas sin relieves e incoloras.​

 

Hermoso soneto. Un gusto leerte.

 

La mente cuando se vuelve obsesiva es fuente de inmensas turbulencias, qué duda cabe. Y la soledad lo acrecienta.
Un poema ciertamente triste.
Saludos.

 

Muchas gracias, Luciana.
Saludos.

 

Muchas gracias por el comentario.
Saludos.

 

La soledad nos atrae o la elegimos. Un abrazo, Ángel.

 

No hay que dejarse arrastrar, siempre hay un resquicio con una pequeña luz que nos guía hacia el sol, hacia la vida. Y cuando recibimos la primer bocanada de aire fresco comenzamos a liberarnos de ese peso, de esa opresión que nos hundia en ese sofa.
Es un bello y a su vez triste soneto Angel Cesar. Siempre es un enorme placer leer tus obras.
Un gran abrazo con admiración.

 

Muchas gracias, Isabel, por tu visita y comentario.
Un abrazo.

 

Gracias por pasar, Sergio.
Un abrazo.

 

Muchas gracias por dejar tu reflexión, Eratalia.
Un abrazo.

 

Soledad y ausencia y tal vez una secreta espera. Y ¿por qué , no? Saludos, Ángel César.

 

Por qué no! Todo puede ser. Gracias por pasar, Maygemay.
Saludos.

 

Hay soledades de alguna manera positivas si se llevan como elección o modo de vivir.
Hay otras que son producto de pérdidas de seres queridos que requieren todo un trabajo interior para que dejen de doler.
Después están las que generan un gran resentimiento porque son la consecuencia de conductas erróneas.
Tus temas siempre se prestan para reflexionar, Ángel.
Espero que tengas un muy feliz viernes y fin de semana.
Un abrazo.

 

Gracias por tu acertada reflexión, Cecilya.
Buen finde.
Un abrazo.