Dolor

Miré tú carita amada
y a pena miré la cara.
Y a una lagrima anunciar:
Un torrente de angustia
qué me abrasó,
cómo si fuese de lava.

El sentir de mi pecho
que como un volcán me anunciaba
- con destellos de lagrima qué me quemaban-
tú pena, qué por tú carita amada
¡Brillando! Toda mi angustia rodaba.

Torrente amargo, qué en mí:
mi alma entera abrasaba.

Y yo me escuché decir, preguntando
a mi sentir:
¿He sido yo quien la hirió?

Sentir, por respuesta: Humilló el semblante.

Y repetí la pregunta cogiéndome las entrañas:
¿He sido yo quien la hirió?

Miro tu lágrima en sueños
y oigo a mi pena decir:
¿Quién podrá con tanta pena?