Dolores del alma

Eran las 12 de la mañana cuando Ángela,
colgó el teléfono.
Después de la llamada del joven Ernesto,
invitándola a tomar café esa tarde.
No supo o no pudo decidirse,
así que postergo la decisión.
Le conoció la semana pasada,
en una de esas discotecas que
últimamente frecuentaba.
Se acercó lentamente al tocador.
Se sentó frente al espejo,
sin reconocer a la mujer de 49 años
que reflejaba el cristal.
Se sentía como una adolescente
enamorada.
El reflejo de un pendiente la devolvió
a su pasado.
Recordó a su juventud marcada,
por un padre exigente y una
madre severa.
Su mente divagaba en sus sentimiento
sintió un pinchazo en su corazón,
al recordar a Pedro su marido.
Ese hombre bueno que un día ya
muy lejano la llego a ilusionar.
Recordó su felicidad......,
su primer hijo, luego el segundo
sus primeros pasos
sus complicada juventud, la universidad,
y luego mas tarde sus bodas.
Así años tras años..............
De pedro ese hombre bueno,
ya no quedaba casi nada.
La preocupaciones en su empresa
la difícil relación con los hijos,
lo convirtieron en un hombre,
sombrío, incluso algunas veces
amargado.
el espejo le devolvió de nuevo
una imagen de preocupación,
su rutina de nuevo la estaba envolviendo.
un mechón de su cabello la izo
despertar de esa,
casi semi-inconciencia.
El cristal recogía el reflejo de la luz que desprendía sus ojos,
al recordar nuevamente a Ernesto....
Sabia que si aceptaba la invitación,
definitivamente engañaría a su marido
reflexiono sobre la ilusión y el amor,
las diferencias, matices.
cogió el carmín, se pinto el ojo,
le izo un guiño al espejo, levanto el auricular,
y.....marco el numero de Ernesto.