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Dos veces en la misma piedra por amor. (En redacción)

Tema en 'Relatos extensos (novelas...)' comenzado por nocturna85, 15 de Febrero de 2016. Respuestas: 1 | Visitas: 941

  1. nocturna85

    nocturna85 Poeta recién llegado

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    Dos veces en la misma piedra por amor
    En redacción..

    Capítulo I

    Eran las 12:50 de la mañana, iba caminando muy apurada, sin fijarme en las caras de la gente, y sin detenerme ni un mi un minuto para pensar más que en correr.

    Nunca solía llegar tarde, y justo como por azar de mi destino todo salió mal...

    Desperté como siempre, con el estruendoso ruido de mi despertador. Entre dormida, pulso sus botones y quedo un poco más en cama, con ganas de no quitarme las mantas. Al final , entre pereza y aburrimiento, decido ir a la ducha y miro mi cara en el espejo empañado del baño, veo en él mi rostro pálido y desencajado.

    Al cabo de una hora, estaba lista para desayunar... Sin apetito como siempre, pero las costumbres que mi madre me inculcó eran difíciles de olvidar, así que siempre había que tomar el bendito desayuno .

    Justo salía de casa, cuando el teléfono suena y yo, con rabia y despotricando, contesté la llamada.
    ¡Dios mío! Esto no me lo esperaba, me acaban de dar una noticia inquietante.

    Quedé en una pieza, sorprendida e inquieta, con el alma entrelazada a mis pesadillas y mis glorias.

    En un instante todo cambio, todo lo que había encontrado de alivio después de tantos años ya no servía de nada.

    Salí por fin de casa, trastornada por la noticia de que ese nefasto día él volvía a aparecer.

    Camino deprisa, con la mente trastornada, solo pensaba que llegaría tarde a mi entrevista de trabajo...

    Tantas puertas había tocado, hasta que finalmente había encontrado un trabajo bien remunerado, con horarios flexibles y en mi misma ciudad.

    Entre por fin en el edificio, mi corazón latía apresurado y yo algo cansada de tanto correr.

    No podía dejar de pensar en él, en la noticia de que volvía después de tantos años.
    ¡Tengo que concentrarme! Exclamé en voz alta y, sin darme cuenta, detrás de mí estaba de pie un hombre muy apuesto, con traje y peinado de moda; él sin más dilatación contestó a mi bendita exclamación y preguntó :
    - ¿es usted Eugenia ?... Y al escuchar mi nombre me quedé de una pieza.
    - Ha llegado algo tarde señorita, he esperado por usted más de 20 minutos.

    Y yo sin saber qué decir, solo se me ocurrió contestarle, con una sonrisa en mi cara:

    - ¿se ha dado cuenta usted, qué día tan hermoso hace hoy ?

    Pero sin inmutarse ni una pizca, con la misma frialdad del ambiente que se respiraba, me hizo seguir a su oficina.

    Pasaron unos minutos y él solo observaba las hojas que en mi informe describían mi experiencia laboral.

    De pronto, rompe el silencio con unas palabras que dicen:

    - Veo que ha trabajado en muchos sitios pero por cortos periodos, ¿acaso huía de algo?

    En ese momento me quedé sin respiración, abrí mis ojos con tal sorpresa, ¿acaso era tan evidente?
    Sin pensarlo mucho le mentí, solo mque eran por causas de ecusé diciéndole que era por horarios y demás; y siguieron pasando los minutos tan lentos, tan imperceptibles, parecía que se había detenido el tiempo en esa habitación.

    Por fin pude respirar, la entrevista terminó, como siempre con un apretón de manos y diciendo:

    - Pronto contactaremos con usted señorita Eugenia .

    Salí de allí, como alma que lleva el diablo. Era difícil concentrarme y no podía evitar recordar esa tortuosa llamada.

    Decidí ir caminando. Necesitaba pensar. Hacía mucho que no tomaba una cerveza, que no olía una copa de vino, que no degustaba un vermut.

    Fijé mi mirada en un cartel mientras caminaba y, sin mas preámbulo, fui hasta allí. Vi al camarero de esa taberna, como si fuera un ángel y un demonio, y con la voz entre cortada le pedí una copa de bourbon.

    Qué sensación mas exquisita, deleitaba mis labios gota a gota, su aroma me embriagaba y casi casi que me excitaba.

    Terminé mi copa con la tentación de tomar otra, pero no lo hice... Salí de la taberna casi despavorecida por las ganas de beber más...

    Llegué a casa de nuevo, casi obligada por mis sentidos, la verdad no quería enfrentar a aquel tortuoso destino.

    Lancé al suelo, de mala manera, mi chaqueta, mi bufanda, mi bolso y hasta mis zapatos.
    Maldecía entre dientes a ese hombre que de nuevo aparecía en mi vida.

    Me tumbé por unos minutos en el sofá, mirando el teléfono, y solo pensaba por qué mi suerte me había abandonado.

    Respiré hondo, cogí fuerza y de un brinco llegué al teléfono. Me temblaban las manos, pero aun así marqué su numero.

    Repicaba y repicaba hasta que por fin una voz femenina contestó.

    Me quedé muda, sin palabras... Al otro lado estaba ella, la maldita mujer que un día me robó el amor.

    Respiré profundo y le dije:

    - Soy yo, Eugenia.

    Ella en silencio quedó por unos segundos y dijo:

    - No cuelgues por favor, necesito hablar contigo antes de que venga Jhon.

    Sentí frío y angustia, ese nombre que quise olvidar, esas cuatro letras que causaron tanto dolor..

    Asentí con desencanto a su proposición antes de que yo reaccionara, sin darme cuenta me traicionó mi subconsciente, que mal rato tenía que pasar...

    Ese día sería interminable, quería desaparecer...

    Al fin llegó la hora del encuentro, tenía miedo. Sufrí cada minuto que pasaba y que se acercaba la maldita hora.

    Sonó el timbre de mi casa, yo no quería abrir, me sentía humillada por mí misma, fui tan tonta por aceptar ver a esa mujer.. Tan tonta fui por acceder a ver su cara, escuchar su visita, qué ganas de arrancarle la piel a tiras. Ay, dios, pensé dentro de mí. Control, control...

    Abrí la puerta y estaba allí, de pie, su figura no era la misma, sus ojos habían cambiado, más delgada, más acabada, su pelo pintaba algunas canas y por un momento me alegré: no era la mujer guapa y despampanante que me robó mi amor.

    Le dije con la voz baja.

    - Sigue pasa y siéntate.

    Me di cuenta que ella evitaba mi mirada, agachaba la cabeza y no me decía nada..

    Al cabo de un incómodo silencio, ella lo rompió con sus palabras:

    -¡Estoy aquí por jhon!
    -¿Qué quieres decir, te ha mandado él?, le contesté.

    Y ella con lágrimas en los ojos sueltó una frase que me dolió.

    - No, te equivocas, él no sabe que estoy aquí; he venido porque Jhon se muere y no soporto verlo sufrir...

    Me levanté del sofá y di la espalda a Andrea.

    -¿Qué dices Andrea, que mentiras están inventando ustedes par de locos ?

    -¡Espera por favor, déjame y te explico lo que ha sucedido!


    Continuará...
     
    #1
  2. nocturna85

    nocturna85 Poeta recién llegado

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    En redacción...

    Capítulo 2

    Era extraña la sensación de rabia, dolor y de impotenci que sentía, pero tenía que escuchar, tenía que estar ahí, frente a Andrea, mientras daba sus explicaciones que para mí en su momento no significaron nada.

    Me di la vuelta y le dije sin mucho ánimo:

    - Continua Andrea...

    Me senté de nuevo, con las manos inquietas y mis pies moviendo el sillón; quedé allí atrapada.

    Andrea tardó unos minutos en reponerse, y retomó su versión de los hechos con la frase :

    - Sí, escuchaste bien Eugenia: Jhon está enfermo, tiene un avanzado cáncer degenerativo que le está quitando su vida a pedazos.

    En ese instante parecía una película, un obra de drama o algo parecido, pero la realidad era otra. No pude pronunciar ninguna palabra, era una montaña rusa de sentimientos, no podía analizar ni una pizca de aquel argumento. Y por fin, sin ganas, salieron las palabras de mi boca, y le dije, sin manifestar lástima ninguna:

    - ¡Lo siento por jhon !, pero no entiendo a qué viene tu llamada y mucho menos tu absurda visita.

    Dentro de mi se armó un remolino, quería gritar, quería salir corriendo de allí, borrar de mi memoria ese horrible día, esa absurda historia que a mí no me competía.

    Solté un sarcástico discurso, mientras Andrea no movía ni una pestaña. Parecía una piedra dura, firme y sin sentimientos. Hasta que me interrumpió con un osado y descarado grito:

    - Bastante he hecho aL venir hasta aquí-, se levanto rápidamente y mientras me daba la espalda y marchaba hacia la salida, dijo embravecida:

    -¡Nunca estuve aquí, -, y azotó la puerta al marchar.

    Quedé sin palabras, con angustia en el pecho. La mortificación y la culpa arrasaban mi racionamiento. Suspirando casi con asfixia, salí a la calle para despejarme.

    Habían pasado ya casi 4 años desde aquel día en el que tomé mi maleta, cogí mis cosas y me marché de su lado.

    Estaba tan perturba con esa noticia de última hora, que ni sentí la llovizna gélida. Seguí caminando sin rumbo, solo pensando en él. No podía creerlo, mi cuerpo quería verlo, mis manos querían sentir su piel, mis oídos necesitaban escuchar su voz, ¿ a qué quería jugar mi destino ? Mis ojos comenzaron a derramar lágrimas, y dentro de mí maldecía su nombre. Cuánto amor tuve hacia él y cuán dolorosa fue mi frustración, me hizo sentir impotente, sin vida, casi inerte con sus traiciones de día a día, con tantas estúpidas mentiras y excusas vacías.

    La mente me había jugado de nuevo una mala pasada, había llegado a un rincón especial. Era un asiento que al paso de los años ya se veía viejo, con sus ajadas maderas y sus tornillos oxidados.
    Impaciente, busqué esas iniciales talladas en su espaldar. Estaban casi imperceptibles, pero aún estaban.

    Era un corazón flechado con una fecha que decía 22/12 sólo, así, sin año. Y debajo las iniciales E y J.

    En ese momento sentí que el mundo caía sobre mí, jadeaba como animal herido, era una maldita herida viva.

    Hace cuatro años y unos meses era otra mujer, el ver esas frases en aquel banco me hizo retroceder al pasado. Recordé la joven que fui.

    En aquella época mi vida era distinta, casi casi de color rosa: estudiaba en la universidad, estaba en primero de Derecho, en la universidad Federal De Pablo Espiñeiro, en la ciudad de México.

    La etapa de mi vida de ser una joven afortunada y dichosa que tenía lo que quería, aunque no en el amor.

    En una escapada de fin de semana con los amigos y algunos desconocidos fuimos de viaje. Era una aventura sin libros, sin horarios, sin móviles ni ordenadores... Teníamos que desconectar de tantos exámenes y trabajos agotadores, que a los profesores de la universidad les encantaba mandarnos.
    Fue una época memorable, hasta que conocí a Jhon.

    Fue en aquella excursión donde el destino jugó conmigo, donde aprendí a ser amada y también aprendí a lamer mis heridas, como lo hacen los animales heridos.

    Recuerdo aquel momento en el nos vimos por primera vez. Fuimos a las montañas de Sierra negra, un gran bosque del parque natural. Allí en medio de la naturaleza, entre árboles y aire puro todo sucedió.
    Al llegar dejamos nuestras mochilas, nos sentimos libres, relajados, sin padres, sin libros, sin pensar en la universidad. Caminamos unos metros hacia las cabañas que ascendían entre los árboles. Era majestuoso y divino. Entramos en nuestras cabañas colgantes, que nervios y que emoción sentíamos...

    Salimos a dar un paseo, sin esperar mucho, y en un sendero que había entre los arbustos frondosos de bayas y las montañas de hojas caídas, escuché unas risas. La curiosidad bien dicen que mató al gato, y sin duda fue así.

    En un alijo de piedras, estan H sentados unos jóvenes fumando un pitillo, entre risas y jugueteos, nos vieron pasar.

    - Qué niña más linda va ahí-, escuchamos todos y mis amigas y yo nos soltamos a reír: ¿era una broma? o a caso una mentira para entonar aquellas risas con chascarrillos.

    Nos detuvimos sin pensarlo, mirándonos, unas a otras, decidimos entrar en aquellos curiosos juegos de coqueteos y cumplidos, un tanto picarescos

    Juana, la más astuta de todas aunque en parte la más ingenua, les hizo una pregunta con indirectas:

    - ¿Acaso sus ojos están ciegos o es que no saben contar ?-, reímos por esa absurda pregunta la verdad, pero así, como si de un martillo se tratase, quebró aquel gélido encuentro.

    En un instante, un estruendo me sacó de mis recuerdos, volví casi asustada de ese viaje al pasado.
    La angustia sosegaba mi razón. No podía aguantar más, tenía la necesidad de verle. ¿Qué serían de sus ojos tristes, su boca coarteada por el frío, y sus lunares que asemejaban la estrella polar.?

    Caminé de nuevo, dejando ese banco a mis espaldas. Crucé las calles con la mirada ida, mi mente no estaba conmigo, se estaba torturando sola, estrujado cada pensamiento sobre un amor que murió y que parecía que quería volver a nacer.

    Tomé un taxi con algo de temor, me dirigí hacia un lugar que jamás pensé visitar de nuevo.
    Mientras en el camino me mordía los labios y respiraba frenéticamente, iba hacia la casa de la que un día fue una gran mujer para mí, una señora de pies a cabeza, con su carácter y sus insolencias, pero una mujer que secó mis lágrimas y no me dejó caer. De enojó con su hijo por la traición; sí, en efecto, estaba rumbo a casa de Doña Pilar, la madre de jhon.

    Al llegar a la vera de aquella humilde casa, con su portón envejecido, sin color ninguno, solo se veía el acero puro y, lo que asomaba en parte, una malla de corral.

    Un escalofrío envolvió mi cuerpo al bajarme del taxi, qué miedo tenía de tocar aquel timbre...
    No podía pensar en nada más que en la persona que abriría esa puerta después de toca.

    Cogí fuerzas y me anuncié; al llamar al timbre nadie respondió y, con la voz entre cortada, di un pequeño grito:

    - ¡ Doña pilar !

    De un grito casi inperseptible, contestó:

    - ¡Un momento!, estoy llegando.

    Y así fue. Escuché desde afuera cómo se acercaban unos pasos muy aplomados y lentos, sonó el pasador de la puerta y por fin abrió.

    El silencio reinó por un instante y, con sus ojos marrones y grandes, me miró aquella mujer tan firmemente que me desarmó por completo.

    - Eugenia, dios mí, pasa hija, pasa por favor. Pero ¿cómo tú aquí? ¿ Has visto a Jhon?

    Y de nuevo, en un abrazo, desconsoladamente nos ganó la partida el llanto. Nos miramos sin decir más y ella solo añadío que mi visita demostraba lo mucho que ellos me importaban.

    Nos tomamos un café y solo pudimos hablar de todo lo que fue, de lo mucho que ella sentía nuestra ruptura. De las desconsoladoras llamadas y de lo mal que se había comportado su hijo.

    Pasó el tiempo muy rápido y enseguida caí en cuenta que él no estaba allí, y la curiosidad de nuevo me mataba. No quise pecar de imprudente pero necesita muchas respuestas. Respire hondo y pregunté:

    - Doña pilar, ¿qué pasa con jhon?

    Ella, titubeando y echa un majo de lágrimas, se aferró a mi mano y me soltó una inclemente frase:

    - DIOS ME LO QUIERE QUITAR.

    El corazón me dio un vuelco y recordé la visita de Andrea, cuando me dijo que Jhon moríria poco a poco y que le quedaba muy pocas esperanzas de vida.

    Doña pilar, que crió a su hijo siendo madre soltera, recogiendo basura, vendiendo fruta, lavando ropa en casas ajenas... Ver a esa mujer que tantos sacrificios había hecho y que ahora sentía por primera vez que perdía la batalla sin poder hacer nada en contra de una enfermedad que le arrebataba la vida de su hijo, y ya no había vuelta atrás.

    Ella me contó todo lo que había sufrido Jhon, las idas y venidas de médicos, de hierbateros y curanderos, nadie daba más de sí. Me explicó que su enfermedad era degenerativa, que sus órganos fallaban casi simultáneamente, que necesitaba trasplantes y, además de todo eso, que perdería su casa por culpa de su enfermedad.

    Me quedé en silencio, muda, sin ni siquiera pestañear. Sentía que no estaba en ese mundo, que era todo mentira o tal vez exageración.

    Luego de un buen rato, Doña pilar me pidió un favor, por un momento pensé que sería dinero pero no, era que fuese a ver a su hijo al hospital.

    Decidí, aunque con miedo y una horrible agonía, decirle que sí, que iría al hospital a ver al que fue mi amor más querido, pero solo con la condición de que ella me acompañase pues no quería tener alguna rencilla con la que era su mujer, aunque ella me hubiese buscado también...

    Continuará...
     
    #2
    Última modificación por un moderador: 17 de Febrero de 2016
    A homo-adictus le gusta esto.

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