Dosis y teorías

No soy predicador de tus miserias,

tampoco evocador de tu mirada

-qué me queda, pues, dime, si es que debo manchar este poema-,

cargo sobre mi cuello el veneno del antídoto,

serpiente que se abraza, sin piel ni órganos -beso-,

cisne que se doblega y no encuentra su ombligo

-plumas que se despluman-,

o un muñeco vudú con vida propia

-coito al caer el sol, deshilachado-,

tiniebla que penetra en el abismo hasta crearte

con vistas al espejo.


¿Yo? Solamente soy quien se demora

en hacerte sentir, en hacerme sentir

lo inolvidable

-no me escondo jamás de tu sospecha.

Ni mi mente te piensa cuando escribo

desde el prisma del tiempo inmediato a robarte el maquillaje-,

de tu cuerpo otoñal.


Mi máximo placer siempre será

el reflejo inconsciente de tus ojos

-el tormento jamás antecede a la calma.

Ni mi versión despierta a las luciérnagas-

, la plena convicción de mis principios

-el hombre sin principio y sin final, todo para servirte-.

 

Reflexivas letras . El letargo de la evolución.
Un placer.
Felicidades.

 

Buenas tardes.
Gracias por pasar y comentar.
Me quedo con tu interpretación del poema .

 

Buenos versos amigo Ricardo. Un deleite detenerse y disfrutar siempre con tu obra.
Mi enhorabuena.
Un fuerte abrazo y felices fiestas.