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Durante la guerra.-

Tema en 'Poemas Filosóficos, existencialistas y/o vitales' comenzado por Isaías Súvel, 23 de Diciembre de 2017. Respuestas: 0 | Visitas: 444

  1. Isaías Súvel

    Isaías Súvel Me gusta más el seudónimo ARREBATADO DE TERNURA.-

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    16 de Diciembre de 2017
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    Género:
    Hombre
    DURANTE LA GUERRA
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    Fue durante un tiempo que mi opaca mente,
    siempre susceptible a alguien mayor;
    se vistió de trajes, de pan y de gentes,
    de vida ligera y rojo temblor.


    Mi gente y la gente se me imprimieron,
    con prensas alegres de llanto y dulzor;
    y fueron quedando muy firmes plasmadas,
    en venas calipso, en surcos de amor.


    El tiempo y la brisa que besó mi casa,
    tornaron como óxido la estampa plural;
    de esa compañía que de amor arrasa
    y fueron el principio de un gran vendaval.


    Pues vinieron vientos de los cuatro vientos,
    que de mi desidia me hicieron despertar;
    y tembló mi casa desde los cimientos
    y tembló la aurora y bramó el mar.


    Mi madre lloraba por los pequeñuelos,
    mi padre su brazo fuerte desnudó;
    mi conciencia herida de orgullo y miedo,
    mi razonar claro veloz ofuscó.


    Mi cabello de oro se tornó azabache,
    mis ojos la sangre púrpura inundó;
    mi pie no supo de vallado o bache,
    mi mano de seda en pedernal mutó.


    Abrí y se abrieron cántaros rojos,
    que nos embriagaron hasta desmayar;
    surgieron envidias, desdenes y antojos,
    se ocultó la ciencia, se llenó el lagar.


    El verdor del campo se puso amarillo,
    al cielo celeste alguien lo cambió;
    por un manto plomo que corta un cuchillo
    y a la mar sus crespos, el rojo tiñó.


    Fue la guerra y guerras de nuestras estancias,
    las que redujeron el claro pensar;
    fueron cuatro vientos de alta fragancia,
    vientos irritantes, vientos que hacen mal.


    Porque me llevaron a tus ojos grandes,
    porque me clavaron un fuerte puñal;
    pues dos mil hojas me hacen desplantes
    y dos mil penas quieren mi mal.


    Y no solo a mí alcanzó ésta peste,
    que estos vientos malos con saña infectaron;
    pues daña los ojos y duele la mente
    y con la esperanza y la fe acabaron.


    Pero yo si creo en un Dios bueno,
    en sus manos santas que el cielo extendieron;
    en sus ojos mansos, fijos y serenos,
    que solo el aire y el agua comprendieron.


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    #1
    Última modificación: 11 de Noviembre de 2020

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