Egoísmo, envidia y mentiras

El egoísmo podrá ser cuestionable
pero no es un delito.
O argüir que mi cuerpo es mío
no es acaso egoísmo.
Justificación bivalente
o ambivalente
para el aborto.
Mezclando egoísmo
con egotismo.
Y ante la duda
les toca entonces
deshumanizar
al humano no nato
para ajustar con calzador
tal dicotomía.

Hacen de la envidia
el arte del odio
y la destrucción
del que sobresale.
No sea que se contagie
la plebe con la esperanza
de que se puede salir avante
sin el auxilio del estado.

Siendo la palabra instrumento,
y la lógica herramienta,
la retórica que transmuta
la primera en arma,
la segunda en condena.
Le encontraron otro uso
a las cajas de jabón vacías,
como soportes morales,
o bases científicas,
a las consignas y devaneos
de la oportunidad.

Acceden con mentiras y trucos
a las salas del poder,
donde sueltan tramas, siembran intrigas,
inventan alianzas
y compromisos de humo.

Ninguna palabra vale,
todo texto es vaciado,
y montan la interpretación
como única certeza...
su interpretación.

La verdad y la belleza,
pierden el sentir estético,
mientras monetizan su vista
o disfrute.

Lo privado se vuelve público,
pero el ingreso público se hace privado.