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Egoísmo

Tema en 'Fantásticos, C. Ficción, terror, aventura, intriga' comenzado por Cris Cam, 17 de Abril de 2019. Respuestas: 0 | Visitas: 636

  1. Cris Cam

    Cris Cam Poeta adicto al portal

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    Hombre
    Egoísmo

    Siete de la mañana. Tenía cita con Melgarejo. Tenía que solucionar el tema de la cuenta de Rapaport y no quería terminarla sin consultarlo. Era feriado bancario y me invito a su casa de Martínez.

    Llegué puntual como es mi costumbre. Toqué el portero. Sentí el sonido retráctil del enfoque de la cámara digital de seguridad. Alguien me contesta que ya va. Una mujer, casi joven, enfundada en su uniforme azul, rojo y blanco. Tenía las manos fuertes y los ojos tristes.

    Melgarejo me recibió en ropa de tenis con su sonrisa sarcástica habitual, mientras le rodeaba la cintura los brazos de la amante de turno, quien me miraba la corbata tratando de adivinar el significado del dibujo.

    – Che, negra, traele un café a Miguelito. Le gritó a la mucama.

    – Ya, va señó. Contestó ésta solícita.

    – Y tratá de no volcarlo, como hacés siempre.

    – Sí, señó.

    Me mira con signo de pregunta.

    – ¿De que teníamos que hablar?

    – De la cuenta de Rapaport... Le contesto.

    – Ah, si... estoy armando un trabajito fino...

    – No le entiendo...

    – Para eso te cite, para que lo entiendas... che, negra, media hora para un café de mierda... pasemos a mi escritorio...

    Fuimos a su oficina. La cual daba la clara sensación de que para Melgarejo nunca era feriado. Las dos computadoras encendidas, una con la imagen permanente de la bolsa de valores de New York y un fax escupiendo informes. Tomé asiento en su mesa de conferencias. Debajo del vidrio fotos pequeñas de hombres que no conocía, algunas se notaba, recortadas de revistas. Mas de la mitad tenían una cruz de fibra atravesándolas.

    Cuando al fin pude desplegar los papeles en el orden de la exposición. Llego la empleada con un aromático y tentador café doble cortado.

    – Vos, negra – la interpeló - siempre haciendo cagadas...

    – ¿Que señó?

    – Vos sabés de que te hablo...

    – No señó, no sé...

    – Ese es tu problema, que nunca sabés... pero me parece que sí sabés, pero te hacés la boluda.

    – Es que no sé de que me está hablando...

    – ¿Que te pedí yo?

    – Un café, señó.

    – Ah, bien... y eso que es...

    – Un café, señor...

    – ¿En donde es un café? En tu pueblo mugriento será un café. En esta casa es un café doble cortado...

    – Bueno, señó, e´ apena una cucharadita má de café...

    – Una cucharadita más de café, una más de azúcar, la leche y el gas... Bien, si es sólo una cucharadita más, entonces te la voy a descontar de tu sueldo.

    – Es que el señó e´ su invitao y...

    – ¿y que?... el señor es mi invitado, pero él viene a trabajar no a atiborrarse de café, el señor no viene de los pueblos miserables como vos y ya desayunó, como corresponde, en su casa.

    – Ió pensé.

    – No pienses. Yo no te pago para que pienses. Porque cada vez que pensás hacés cagadas.

    La mujer no dijo más nada. Una lágrima hizo correr la tinta de uno de mis gráficos de barras. Se retiró con la cabeza gacha. Y al café no lo pude tomar.

    – Vamos a los papeles – me dijo, mientras indisimulada y socarronamente subía la mano izquierda por debajo de la pollera blanca de su amante, quien fingió un estremecimiento.

    Miré la ventana. Le miré los ojos siempre neutros. Miré el café frío. El falso rubio de su muñeca de plástico. El llanto genuino que se escuchaba desde la cocina, que él disfrutaba y a mí me atragantaba... y por último los 5 puntos de mi plan de rescate.

    – El primer punto – le dije, luego de carraspear - fue lograr un acuerdo con los tenedores de los pagarés de las maquinarias.

    – Ajá, bien... muy bien...

    – El segundo – proseguí – un compás de espera con la Comisión Interna de la planta de Escobar, que tienen 8 meses de sueldos atrasados; a cambio les prometimos el pago de intereses con una sobretasa que duplica el valor de plaza. Creí que no sería aceptada, sin embargo...

    – Bien, bien, ya no hace falta que me cuentes más nada.

    – Es que aún tenemos un pequeño problema de números rojos que...

    – Se lo vamos a cubrir...

    – Pero... es riesgoso...

    – Sí, pibe, el grupo va a quebrar...

    – ¿Cómo que va a quebrar... entonces para qué le vamos a prestar tanta plata?

    – Sos muy pichón, el grupo va a quebrar, el banco va a absorber el rojo, y vos y yo vamos a aumentar nuestro capital, como corresponde...

    – No entiendo...

    – Otro más que no entiende. Eso te pasa por ir a una Universidad Estatal, llena de zurdos y chupacirios... yo te voy a explicar... es tan fácil, tan cortito, sin tanta vuelta ni tanto gráfico de colores. El banco le va a prestar acuerdo. Casi todos van a firmar y todos felices, pero...

    – ¿Pero?

    – Pero... uno de los acreedores los va a llevar a juicio, entonces Convocatoria, en medio de la dura negociación, la planta textil sufre un lamentable incendio, que el seguro se niega a pagar por no haber cumplido normas de seguridad...

    – Eso no puede ser, tienen Iso 9001 y lo cumplen a rajatabla...

    – Un descuido, nene, a cualquiera le puede pasar... entonces la Comisión Interna de la planta de envasado de jugos, al no tener seguridad de pagos futuros, para la planta... una pregunta, ¿a cuánto están las acciones del grupo?...

    – Mal, van mal, siguen en caída libre...

    – ¿A cuánto te parece que cotizarán luego de estos inconvenientes?

    – Es que no habría compradores en esas condiciones. Pero, ¿cómo sabe Ud. esto?

    – Ajedrez, pibe, hay que saber jugar al ajedrez... privilegios de los bancos...

    – No, pregunto cómo sabe de acreedores, incendio y Comisión Interna.

    – Ah, la gente de negocios es tan poco razonable, tan egoísta, tan ambiciosa...

    – No me contesta.

    – Cuando un grupo tan grande como este está en el limbo, es fácil hacerle llegar algún informe desfavorable a cualquier acreedor, que pierden la paciencia rápido. El incendio será un trabajo de especialista, sabés el amor de los bomberos por el fuego, un simple accidente, imprevisible, más cáscara que nueces... y el negro Colmenar...

    – ¿El negro Colmenar? ¿El delegado? Mire que ha sido hueso duro de roer...

    – ....me dejás terminar, pibe. El negro Colmenar... el insobornable negro Colmenar... está tan enviciado con esta muñequita... yo diría casi que es amor mirá... y como escucha sus consejos...

    – No me cierra. ¿Qué tenemos que ver nosotros?

    – El banco, en un error de cálculo mío. Un banquero optimista que cree que los hombres van a llegar a un acuerdo, que no dejarían a 800 familias en la calle, seguirá prestando, a pesar de todo, asistencia... un duro quebranto... que provocará mi renuncia, a pesar de que las familias plantarán una carpa en mi apoyo frente al banco y un escrache contra el resto del directorio...

    – Pero entonces las acciones se diluirán, se podrán por debajo del valor del activo físico.

    – Exacto, por fin vas entrando...

    – ¿Y quién y bajo qué propósito las va a comprar, sin esperanzas de remontarlas?

    – En negocios todo es posible. Alguien las va a comprar, se va a decretar la quiebra, sentencia judicial de pago, pero a valores muy inferiores a las deudas. Los reclamos quedan en esa primera etapa judicial, entonces, una renominalización de la sociedad, un sorpresivo cambio de pensamiento en el seguro y las Comisiones Internas de las cinco plantas con ganas de colaborar.

    – Creo que sé quién será el dueño de las acciones.

    – ¿Quién, yo? No, no no. Gente amiga. Gente que uno conoce.

    – Pero no cierran, los números no cierran. El grupo cambia de nombre, pero los acreedores, las deudas previsionales, la falta de tecnología...

    – No sabés todo lo que el fuego puede. A la planta de envasado de jugos le estaba siendo falta hace rato un cambio de tecnología, tanto que ya estaba a punto de perder sus calificaciones Iram e Iso. Pero... ya tengo un acuerdo de pago rápido del seguro, compraremos máquinas totalmente automáticas, mantendremos la calificación, se duplicará el nivel de expedición y se reducirá la necesidad de personal a la séptima parte... bueno, tampoco somos papá Noel... cosa que las otras plantas van a tener que comprender, para llevar los sueldos por debajo de los convenios, que para ellos serán denigrantes, pero para nosotros son una dádiva social. No tenemos por qué mantener a tanta gente inútil. Gente que hace 20 años se viene sirviendo del grupo.

    – Esa gente usa los tiempos muertos, sin cobro alguno, en el mantenimiento de las escuelas de frontera apadrinadas por el grupo.

    – Uuufff, otra vez con el comunismo.

    – No, si eran tareas habituales que viene realizando la extensión social del grupo desde los años 40, no eran comunistas eran cooperativistas...

    – Bah, cooperativista, demócratas... comunistas... ¿Cuál es la diferencia?

    – ¿Y a quien le va vender? Son los cinco rubros más castigados para el mercado interno y la exportación.

    – El mercado interno, no existe, nunca existió, esto no es una panadería. Voy a inundar de naranja entrerriana toda la muralla china.

    – No es posible. No somos competitivos.

    – Ah, pero tenemos ayuda, chiquito, nuestros amiguitos del norte traerán sus dólares, cuando lo pongamos en el sitio que corresponde, luego de la devaluación que estamos esperando.

    – Esa devaluación que usted dice, llevará a millones a las calles. Hasta los bancos quebrarán.

    – No, nene, los bancos nunca quiebran, sólo cambian sus marquesinas. Los bancos siempre saben hacia dónde va el dinero y saben que nunca debe estar en la calle, ni las escuelas. Debe estar donde debe, en las bóvedas, los bolsillos de la gente como uno y en las armas que nos defienden......... Ah, ya me cansé de dictar clases de primer mundo, dame las planillas y los cheques que los firmo. Pero esperá al viernes para entregarlos. Vamos a tener un nuevo feriado cambiario y bancario, lunes y martes. Así ganamos 12% de tasa interbancaria. Che, negra, el muchacho ya se va, que se le hace tarde, debe llegar al mediodía a su casa para almorzar.

    No presenté las planillas. Se las llevé al directorio del grupo, al propio y decrépito Rapaport. Otra copia a la casa matriz del banco en New Castle. Pecado de ingenuidad. A Melgarejo no le costó nada invalidarlas. Comprometerme, y convertirme en autor de la estafa y seguir con su plan. Así que aquí estoy esperando el fallo de condena en firme. La invalidez de mi título hará más dura mi salida.

    Pero, al menos me queda esa alegría.

    Saber que el corazón le estalló en cuatro partes.

    La negra, que no tenía ni idea que los papeles que le hacía firmar no eran recibos de sueldo, sino títulos para convertirla en testaferro. Así que lo que en vida de Melgarejo le hubiera costado cárcel por estafa, con su muerte, una herencia inesperada.

    ¿De qué murió? Abuso de café y Viagra, dicen.

    ¿Yo salvado? ¿Yo mejor? ¡No! Quien sea menos egoísta que arroje la primera piedra.
     
    #1

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