El alma en la tormenta

¿Aguardarán aún temores
para mi corazón baldío
que el relámpago deslize bajo el trueno
y la ceniza escupa en el silencio,
tragando el viento bravo
con oídos de mar tormentoso?
Espinas cuando ayer
tragué el cuchillo
vestido de la sangre de mi alma
que gritaba, que gritaba,
hasta soltar las tripas por la sombra.
Eso,
una noche,
una noche oscura y temerosa
mordida por dientes asesinos.
Cuando marcho
veo que detrás
me persiguen montañas homicidas
que desean mi aliento envenenado,
hundirme en su tumba eternamente.
No hace falta
nada más
que una uña ensangrentrada
levantada de su dedo
en las entrañas.