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El amor de Miguel O. -Pag.41

Tema en 'Relatos extensos (novelas...)' comenzado por Julius 12, 13 de Noviembre de 2022. Respuestas: 12 | Visitas: 1136

  1. Julius 12

    Julius 12 Poeta que considera el portal su segunda casa

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    «Prosigue redacción» Pág. 47 - 12 de febrero de 2023.

    «Eres tan hermoso» (Du Bist Scôn)
    Después de la entrega amorosa, la proyección siguiente abarcó una fase emocional en la cual Ludían se dejó llevar. No obstante, (nítida e inexorable), y también inesperada, el conato de una duda casi feroz, la embargó. Eran instantes de la extrañeza en los cuales al avanzar por un pasadizo, parecía chasquear como un látigo el propio sentimiento angustioso que al final desechaba obnubilada por el estupor. No obstante, al ahuyentar esos indecisos pensamientos, lograba recomponerse y sus ojos nuevamente reverberaban con la dorada luz prístina. Desde allí volvían al ataque las señales atávicas de los estímulos sensuales: de manera que quienes la cruzaban (en cualquier espacio) percibían en su ceñida figura, la aureola ondulante: brillante y sedosa. Tal vez fuese un objetivo en sí mismo, tan fidedigno como procrear: el amor destilando grandeza, y en la rémora del corazón vacío, (aunque rebosante de la emoción más dulce) parecía quedar disuelto el latir deshabitado; sin embargo, la pasión perpetuando la desmesura: era perdurable y continuaba gestando la ingenua alegría del comienzo: sin más anhelo, sin tumultos, ni chabacanería…
    El simple deseo había sido superado al ennoblecerse. Ella conseguía serenarse reviviendo en su horizonte el comienzo del arco iris. Del rostro singular de la cordobesa fluía la dicha esencial: el estado más puro de la dicha tornándola irresistible, descubría el constante aporte del hormigueo en su piel prefigurando el fragor de la pasión y la sublimación.
    Fue en esa magnitud de las sensaciones que por esos días Miguel O., se desconcertó, como si desde el estado anterior de aislamiento, ella hubiese transitado por el actual estado de la gracia compartida. Ambos conservaron -- sin interferencias—, la urgente necesidad de explorar la plenitud.
    Y de aquella manifestación tal vez, un poco perturbada de la cordobesa resultaba lo inesperado e inefable; por ejemplo: cuando alguien la miraba con insistencia, invariablemente se sonrojaba y, ante una pregunta halagadora o un piropo, abandonaba su tarea de escritorio alejándose al ser tocada en la cuerda más sensible: un delicado instrumento que se abstraía en un estado de confusión vergonzosa.
    ¿Acaso, no era inherente a Miguel O. asediar con su fuerza seductora, que había comenzado a ejercer con el intenso proceso amoroso?





    Pág. 48
    El domingo salieron del departamento con presteza. Aparentemente, sin rumbo y a paso enérgico, recorrieron trescientos metros por la Av. Directorio. No obstante, en un arranque imperioso, alejado de su pasividad habitual, al final de la tercera calle, ella dobló a la izquierda, en la esquina, y él se obligó a seguirla, pero, aunque desconcertado, reservó un poco más de su curiosidad. Ludían había acelerado el paso en tal forma que pareció participar de una competencia pedestre. A Miguel O., le causó gracia tal determinación, de modo que tragó como pudo la risita socarrona y al ponérsele a la par, preguntó:__ ¿me pierdo de algo?
    — Es que hoy no me interesa la misa: solamente quiero experimentar la sanación mística— dijo mirándole con apariencia inmutable, aunque conteniendo la repentina excitación.
    —¿…?
    Y, luego, agregó impaciente:— es que necesito canalizar mi necesidad devota en otra forma.
    En ese momento, en la Iglesia San José de Calasanz, una vez cerrada la liturgia de la misa, los feligreses, al salir purificados, formaron corrillos en el cordón de la vereda hasta desbordarla; precisaban de algún modo agruparse y en sus fisonomías reconfortadas patentizaban el entusiasmo.
    A medida que el interior del templo recuperó el silencio; la quietud, en todo el ámbito, rezumó el poderoso aroma de las velas apagadas y los sahumerios.
    En realidad, gradualmente, la expectación y el murmullo general se fue apagando y solamente restaban los fieles aún dispersos. Muchos devotos habían apreciado en los altares y en el atrio un jardín de estatuas de santos y de ángeles con velones encendidos, secundando el trasfondo de cada actividad. Es posible que, por costumbre, los feligreses persistían en desplazarse de manera exhaustiva por cada sitio, no obstante, se destacaban principalmente ante el altar de la Virgen y en el de la crucifixión. Por su parte, Miguel O., precedió a Ludían por las estaciones del viacrucis. Ese fue el comienzo. Luego, a uno y otro lado de los bancos monásticos, prosiguieron con los altares laterales. En el de la Virgen, flanqueada por dos ángeles, tamaño natural, manaba la sugestión estremecedora, de algún modo vívido, real.
    Ludían se dio cuenta del significado de su búsqueda del universo espiritual. Para Miguel O., se trató de la fusión prodigiosa que la incluía: a la lumbre de los velones, con sus pequeñas manos reposadas en su pecho, completaba la sensación cósmica de la piedad: y tal perspectiva componía la figura simbólica del arcano totalizador, (tal vez poco frecuente o reconocible fuera del ámbito litúrgico). Miguel O., suponía, además, la propia compulsión. Aunque se inclinaba admitir lo excesivo, pensó que los velones refractaban una ilusión óptica.
    Más tarde, durante la caminata por la vereda de la plaza, con el sol a pleno, en su andar distraído, lo sorprendió la inesperada fulguración azul etérea de su aura: luminiscencia que, desde su punto de vista, rebasaba lo mensurable. Esa noche la obsesión del aura ilimitada pareció situarse en los prolegómenos del acto amoroso: entonces con prontitud fue él quien decidió apaciguar de una vez sus inquietantes, desvaríos. Lo había atrapado cierta confusión y como debía salirse de la falacia, se dijo que si creía en aquella ilación también sería verosímil disponerse abrazar a un ángel, lo cual, al considerar aquel resplandor como absurdo e imperdonable, hubo de desecharlo hasta que tuvo la certeza de que se esfumaba paulatinamente.
    "Continúa"
     
    #1
    Última modificación: 14 de Abril de 2024
  2. Julius 12

    Julius 12 Poeta que considera el portal su segunda casa

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    «Prosigue redacción» Pág.49.

    «El amor despierta intensidades, la percepción las agudiza; tensa las emociones y cada gesto, cada palabra, es renovación, igual a una nueva gestación primaveral».

    Una vez que Miguel O., estuvo metido hasta el cuello en esa especie de laberinto emocional del Amor, dio por hecho que ella también lo estaba, por lo tanto, precisaba la certidumbre de que ninguno podía ya salirse de él. En tal conjetura, la trampa amorosa, se constreñía y quedaba a resguardo y como encarcelada en la postura rígida; sin embargo, aunque pareciese embozada o al acecho, en realidad se trataba de una plenitud idealizada que desembocaría en el matrimonio como el río desemboca en el mar. Era la postura absoluta e intangible que ningún poder alteraría, que solo podía quedar fijada en el devenir indisoluble.
    Confiando ciegamente en la solidez de la relación con Ludían, él acudía cada día a su trabajo escuchando la voz interior de su amada— como mimesis del alma— que resplandecía melodiosa, y murmuraba en secreto:— «Nos perpetuaremos en nuestro hogar adonde al cálido resplandor de los días acunaremos nuestros bebés».— Todo lo cual afirmó su convicción de que el anhelo de una pareja tendrá por fin el ceñirse a etapas duraderas y previsibles. Lo cual, por otra parte, identificaba el sentimiento amoroso con el mito romántico que sostiene que para cada quien existe un cada cual; es decir: lo equivalente al final predeterminado, o si se prefiere, la señal inequívoca del consentimiento del Universo para quienes eligen amarse, desaten la creación del propio paraíso durante el tiempo que les toca vivir en la tierra...
    Aunque esta maravillosa idea a él lo tentase como una realización posible, sin embargo, en la primera de cambio, una contrariedad la hizo zozobrar.
    Esto ocurrió durante el paseo del domingo por la Costanera: habían visitado la reserva ecológica y hacia el mediodía arribaron al aeroparque. La gente detrás de la valla, que separa la pista de aviones del estacionamiento, despedía a los viajeros que subían lentamente la escalerilla. Parecía un buen pasatiempo tener la perspectiva de la salida y llegada de los estruendosos Boeing. Con la tibieza del sol sobre sus cabezas, curiosearon las maniobras de situar el despegue rumbo a Bariloche.
    Miguel O., tenía a Ludían, tomada de la cintura, quien con la cabellera recogida y los jeans blancos, parecía una adolescente expectante y feliz. El penetrante silbido del avión había cedido mientras los pasajeros turistas se acomodaban en el enorme cubículo. Ciertos indicios hacían suponer que la mayoría eran recién casados y culminaban en el proyecto de la Luna de miel. Miguel O., motivado, le indicó a Ludían una de las felices parejas y comentó:
    — Si vos querés muy pronto haremos el viaje como ellos...
    La respuesta lo asustó:
    — No me parece tan buena la idea de casarnos.— dijo mirándolo con fijeza pero sin frialdad.
    Quedaron en silencio. El comentario siguiente se fue apagando a la medida del estrépito de los motores, cuando el avión se aprestó a corretear por la extensión de la pista hacia el despegue.
    — Si nos casamos estaríamos juntos para siempre...— Dijo él con ansiedad y lo repitió con desesperación.
    Aun con el agudo silbido llenando el aire, ella elevó la voz, diciendo: -- Estropearíamos todo lo que ahora tenemos...
    — Entonces, ¿no nos casaremos? - dijo confundido.
    No hubo respuesta. Los bellos ojos solamente lo observaban. Pero ¿Por qué de repente enjugó sus lágrimas y frenó aquel estallido pugnando desde sus labios?
    Vieron acongojados la parábola del avión al elevarse más y más alto por una línea inevitable que progresaba curvándose: mientras, el cúmulo ensombrecido de las nubes, cada vez más densas, gradualmente se adueñaban del cielo.




    Página.50
    Enredaderas: «El amor o la inexplicable capacidad de darse»
    Cada vez que reiteró la propuesta matrimonial, Ludían entraba en pánico y la asediaba, la duda que provocaba la «ideé fice» de escapar a las sierras. Una vez que pareció superar su compulsión dijo convencida:— «En la intimidad de las relaciones que en algún momento parecieron perdurables, la convivencia es un proceso lleno de fisuras; una vez desmembrado acaban con ella.» Y agregaba:— el puzle intrincado de conflictos termina desvirtuando lo intrínseco del amor.
    También le dio una sensación de intolerancia y una sensación de nostalgia al afirmar: — «los desacuerdos permanentes no solo enfrían la relación, también la destruyen».
    No había recalado en ese punto y al sentir confusión, a su vez, él reflexionó:-Según parece: al dejar de ser un valor necesario, para constituir la familia, el amor tiene límites irreductibles…
    — Si establecemos el matrimonio como una verdad absoluta del amor, es bastante habitual que fracasen la mayoría de los matrimonios, muchas personas de uno y otro sexo, se creen indispensables debido a la fuerza emotiva que predomina en la relación amorosa: pueden ser ataduras que se sobreponen a la intimidad— y es reconfortante sentirse indispensable—, olvidarse de una o de uno mismo con la cabeza ardiendo por el otro: ¿acaso es posible que se pueda ser objetivo en la gama diversa de las sensaciones amorosas? ¿Por supuesto, la abnegación y el perdón suavizan exabruptos, pero si el amor dejo de tener sentido cómo evitar la ruptura?
    — ¡Con ese rotundo argumento, nadie desearía morir entre los brazos de quien amamos y (se supone) nos amó!
    — Mira, no es cuestión del manejo de reiteraciones. Puede suceder o no puede, y en todo caso (y muy a pesar del reconocimiento de nuestros errores), la piedad del recuerdo nos nivela en las reacciones. También existen quienes no pueden dejar de amar, su pasión continúa, es superadora del matiz destructor que la hizo alejarse, o tal vez el periodo del alejamiento y la soledad tuvo también algo que ver, causando el efecto del amor sin trabas.
    —Eso tampoco parece extraño— Dijo Miguel O., y anheló ampliar su idea:— No se puede negar que el amor se conquista con el esfuerzo y el entusiasmo de ambas partes. Es consabido decir que se cae en el amor como se cae en un pozo, aunque sea difícil saber hasta qué profundidad. Al ser el riesgo poco previsible, la pasión conlleva delicias increíbles, experiencias que conmocionan como morir en brazos del ser que amamos o que nos ama.
    —Mira querido y mi muy amado —dijo Ludían— ¿Sabes? No tengo dudas respecto a mí, pero sí tengo dudas respecto a ti
    —¡Ajá!— repuso con aire divertido y a la vez descolocado: «me dejas sin palabras».
    — ¿Puedo seguir?
    —Por supuesto.
    A pesar de que tengo dudas respecto a ti, no he negado mis propias dudas:— ¿Seré siempre igual? ¿No caeré en conflictos interminables y sufriré por hacer sufrir a quien amo desesperadamente?
    ¿Comprendes que yo me cuestiono y no creo en mí misma porque desconozco cómo seré realmente dentro de cierto tiempo de frecuentarnos en el amor y la convivencia?
    _ No tengo respuesta ajustada a esa pregunta incisiva; sin embargo, ninguno de los dos somos perfectos y podremos ver el amor como mejor nos parezca. Vivamos, como se dice, él presente, el hoy o el ahora, y si cambiamos en nuestras maneras, o personalidades, o caracteres, prometamos ser sinceros.
    — Mira, hombre amado por mí... Deseo que nuestro amor sea atemporal; sin embargo, tendrá la limitación mortal, por tanto, decaerá y será como un pequeño sol que desaparecerá. Muchos seres que se amaron hondamente sobrevivieron con amor, sin duda, hasta morir, (una o el uno y el otro quedó vacío hasta que le siguió y el amor persistió más allá de la limitación, de la vida). A esto se le llama Amor verdadero y dada nuestras limitaciones tan humanas me parece suficiente...
     
    #2
    Última modificación: 1 de Abril de 2024
  3. Julius 12

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    «Prosigue en redacción» Pág. 51.

    Ella aún dormía profundamente cuando a las 4, 10 él se desveló. Enseguida se ocupó del paseo del día anterior en el Parque 3 de Febrero (recorrieron de cabo a rabo, el patio andaluz, la casa abandonada, el rosedal...), y luego del almuerzo, durante el paseo en bote, con una impronta bien humorada, alardeó con el empuje que daba a los remos para atravesar a buena velocidad la sinuosidad del lago. En tales horas de solaz, Miguel O., fue atacado por la clase de verborragia que no deja resquicio a las interrupciones... Entonces, ¡de qué no habló...! Intensamente unida al entorno, risueña, tolerante, Ludían escuchaba la perorata del «Loro hablador» sin detener el merodeo entre los prolijos canteros, abstrayéndose en la colorida diversidad, aspirando los exquisitos aromas de la multitud de plantas en flor agrupadas en desniveles. Sensible al bello atardecer bucólico; una vez sentada bajo la fronda que bordeaba el lago, le indicó a Miguel O., echarse a su lado: él dijo «¿para qué?». Pero, aún sentado, persistió con la verborrea«ad infinitum» y gracias a ello obtuvo un sonoro beso en la mejilla: por lo cual— en una pose pretendidamente solemne—, otorgó la breve pero gentil sonrisa, aunque sin desistir de ningún modo con su parloteo estelar, aunque ahora el tono fuese decayendo como si hubiese atravesado una carrera de obstáculos que al fin se detiene, igual que el pequeño pájaro que pía, sacudiendo alegre el acalorado plumaje en la breve y serpenteante: casi eterna correntada.
    El estrés no tuvo cabida cuando apreciaron en la superficie del lago, el perezoso desplazamiento, donde percibían la vegetación subacuática meciéndose.
    Esa noche, a él le urgió comprobar las fotos reveladas en un local del shopping, durante un paréntesis del paseo. Mientras Ludían se acostó para descansar; con el velador encendido, las barajó y de una ojeada seleccionó dos de las cuatro que la parejita en el atracadero (a quien, a la espera del siguiente turno, le prestó la cámara), capturó a su pedido.
    Miguel O., observó detenidamente las fotos donde ambos sonreían. Dos escenas estupendas en las que, desde la despreocupada instancia, saludaban el futuro. Le prestó atención al gesto nostálgico de Ludían, (de tristeza abismal), revelando matices emocionales sensibilizadores que podían o no pasar desapercibidos.






    Pág., 52

    A la mañana siguiente, Ludían salió de compras. Y a Miguel O., le sobraba tiempo para revisar nuevamente las fotografías: no podía desprenderse de la curiosidad de hurgarlas, aunque las considerase frágiles y relativas (¿transitorias?) copias de la realidad: pero lo intrigaban tanto que su interés en pormenorizar y evaluar pareció no tener fin.
    Dejando a un lado el fajo al que el fotógrafo la reveló con gran colorido, dedicó su atención aquellas en las que ambos sonriendo saludan el futuro con una mano en alto: en tales fotos coinciden las miradas, también los gestos reconcentrados, que - en distintas instancias-, él podrá interpretar como pensamientos del porvenir con un dejo triste o de probable añoranza. Lo cierto es que, sencillamente, en aquel porvenir ninguno de los dos pertenecerá al presente, sino al pasado. Sin embargo, por unos segundos desechó aquel transcurrir; prefirió que ese instante crucial le diese validez a otra realidad: tal vez una realidad distinta. En otro sesgo, le resulta desalentador valorar la impresión de lo que una de las fotos consigue fijar: es decir, atrapar del mejor modo, rescatar en aquella pose que cruza el tiempo y a través de la imagen, transferir y grabar una instancia que cree sublime. En ese caso, no vacila en inclinarse a realzar eternamente la belleza de Ludían: sin embargo, Ludían, aun siendo una joven bella, encubre sonriendo el fondo de tristeza visceral, sin conseguir hacer pie en el territorio anegadizo de las emociones, lo cual siempre causaría en Miguel O., un arrebato de comprensión acompañado por el sentimiento de su más profunda ternura. Vale la pena entonces guardar la foto en el álbum de los recuerdos de lomo filigrana, en el cual son verificables tres generaciones. Una de esas fotos es la de sus padres, aún jóvenes y sonrientes, que por mera coincidencia fue capturada en el mismo parque. Sus padres lucen felices: en esa época todavía las fotos eran coloreadas a pincel y tinta, pero el intento cuasi-artístico no la menoscaba. Lo que Miguel O., rescata de la fotografía de sus padres es la emoción de verlos enamorados y jóvenes en la época que ni él ni su hermano existían. Lo que no acierta a valorar de aquella foto es que al carecer de peso, parezca inconsistente, que tan solo refleje un instante fugaz de sus progenitores y no diga nada más de sus vidas: sin embargo, cambia de parecer al superponerla como un logro artístico y luego de la sospecha del suceso que sin considerarlo supersticioso, expone, dando relieve aquel vínculo- tanto a la vista como a la mente observadora--, como si la imagen intentase reflejar un cuadro con una intención artística de belleza casi religiosa.

    «Continuará»
     
    #3
    Última modificación: 2 de Abril de 2024
  4. Julius 12

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    "Prosigue la redacción" Pág. 53
    Cada vez que él insistió en el tema, Ludían propugnó la opinión de que casarse no auguraba la continuidad del matrimonio.
    - No entiendo tu punto de vista... Decía él con la expresión singular que conseguía dominar la falta de entusiasmo. Me parece inseguro que temas el amor porque temes el fracaso. En consecuencia, crees que no estás preparada para amar.
    - Es probable que en cierta medida sea así. Mis experiencias de vida no fueron favorables en ese sentido y tengo expectaciones - dijo ella-. Además, el futuro es aleatorio... Para mí vivir depende del azar. Mi crianza fue en esa forma- dijo y por un momento se ensombreció su rostro.
    -¿No tienes fe?
    - Tengo fe, me muestro tal como soy...

    Página. 54
    ¡Cielos!
    Sobre la amistad con Jazmín.
    Desde la primera juventud Ludían guardó resquemor a las relaciones comprometidas. La experiencia de sus padres (quienes habían conseguido superar la soledad y se amaron hasta el delirio, pero, cayeron en la desgracia de morir aún jóvenes, en el luctuoso accidente durante uno de sus habituales viajes de trabajo...) vedó las expectativas respecto a incursionar en el terreno del amor.
    Sin embargo, el acercamiento hacia la relación inesperada ocurrió con su amiga Jazmín. Ambas, llevaban vidas similares; ambas eran huérfanas y desde el comienzo escolar, concurrían al mismo internado. Padecer el mismo relato, hacía que existiesen la una para la otra; veían el mundo exterior con curiosidad, y alguna hostilidad, pero sin tomar consciencia, como indiferentes al devenir; durante las vacaciones las visitas eran mutuas; la abuela de Jazmín se alegraba de que se tratasen como hermanas y se protegiesen mutuamente, pasaban juntas mucho tiempo en la casa de la abuela de Jazmín o en la casa de la Tía Lala. Durante el verano eran asiduas al Balneario el Fan tasio, situado en las inmediaciones de Villa Carlos Paz. Ludían, por lo ocurrido a sus padres, era retraída. Amaba la espiritualización y a menudo iba a la Iglesia; por temperamento parecía casi siempre abstraída en fantasías y añorando a sus padres. Jazmín era diferente: no tenía inclinación religiosa y asistía a la misa solo por acompañar a su amiga, era un distintivo que, en su faceta quisquillosa, mostrase el rasgo irresponsable y audaz.
    Sin embargo, la relación íntima se produjo en forma impremeditada (una mezcla del desconcierto adolescente que las sedujo por el momentáneo predominio de la atracción sexual). Esto ocurrió cierta noche de verano del 2002. Ellas solían compartir temas hasta quedar dormidas en una de las camas sin reparar en el avance natural de las caricias y roces que finalmente llevarían a sensaciones, por única vez, de atracción sensual. Por la mañana estaban tan avergonzadas que rehuían hablar. Esa misma noche Ludían la invitó a salir y tomó la iniciativa para la disculpa. Jazmín aseveró que eso le correspondía: atribuyendo a sus sensaciones instintivas la fuerte atracción amorosa que experimentaba y que debían refrenar esos impulsos y distanciarse para superar el error. Dejaron de llamarse y de verse, pero se llamaron y en las dos ocasiones, entendieron que no podían seguir de amigas... En realidad, ambas recapacitaron para superar la vergüenza que las cohibía. Finalmente, comprendieron aquello como un brote inmaduro de la sensualidad y no se reiteró, el resquemor fue diluyéndose con las mutuas disculpas y con el paso del tiempo. Los dos años siguientes se distanciaron y ambas cambiaron hacia otras amistades y relaciones. Jazmín se relacionó con un joven con quien al fin se casarían.
    Ludían se despegó del primer encuentro que despertó su sensualidad, tomándolo como un equívoco y también como un desafío. En adelante comenzaron sus salidas con muchachos que la invitaban al baile semanal del club social de la Villa. Pasaba por alto si encendía la pasión de esos jóvenes, dejándolos hacer siempre hasta un punto, ya que en el fondo le provocaba mucha gracia tomar en serio esos acercamientos; además su Tía Lala la adiestró y ella no estaba dispuesta a cometer torpezas. En realidad, Ludían asumió un paradigma de vida diferente desde la experiencia erótica con Jazmín y poco a poco logró desteñir la importancia de aquel recuerdo.

    Pág. 56.
    "Las fotos volvieron como si todo lo que ocurriese en esos días fuesen capturados con indiscreción por la cámara oculta".
    ¿Para qué el sigilo de pasos... la futilidad en el deseo de arrollar su intimidad y recibir sus besos complacientes?
    El fervor de Ludían en la respuesta y el siguiente repliegue del final, ocurrían a menudo, pero en esa ocasión, Miguel O., desechó el impulso inicial del entresueño que solía obligarlo a levantarse para aprovechar la ducha matutina. Abrió los ojos, inquietos, asombrados, y al entornarlos buscando la silueta que se había deslizado de la cama, precisó un modo diferente de develar, deseaba quitar el velo espeso por el que nunca conseguía entrever las reacciones incomprensibles, las más ocultas de su amada. Asió de la mesa de luz la foto que lo inquietaba, la que parecía ajustarse a un instante perfecto y singular de sus vidas.
    Poco antes, anduvieron por el paseo de los enamorados: la casa descolorida presentaba el creciente abandono y su aspecto medieval, desentonaba: era como si perteneciera a un siglo ignorado, a una época y a un reino diferente. Sin embargo, Ludían susurraba la melodía agradable, difundida con un ritmo agradable y familiar. El melodioso susurro solía llegar hasta el dormitorio donde él escuchaba con ansiosa expectación y conmovido.
    Para Ludían, recordar el tono de la voz de su mamá despertaba reminiscencias, pues, guardaba la conmovedora connotación de la canción de cuna, la primera y única canción inolvidable de su existencia.
    Mientras Miguel O., se desperezó a gusto, recordó que Ludían se adelantaba para tomar fotos de los arbolados: con cada clic que repercutía, ni las sensibles palometas (ni los gorriones que aletearon brevemente y retornaron) mostraron signos de asustarse. Cuando ambos se alejaron del sector sombrío, el calor agrietaba la atmósfera, volviéndola de una pesadez exasperante, insoportable...

    "Continuará"
     
    #4
    Última modificación: 7 de Abril de 2024
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    «Prosigue la redacción» Pág. 57
    «Más del amor: y la inexplicable fuerza de darse».
    Cada vez que hablaron del matrimonio, ella insistía en que:«no era saludable para la continuidad de la relación, una vez legalizada, la dependencia absoluta.» Tal afirmación a él le producía una emoción peculiar, un deseo muy personal de intimar.
    — No entiendo… ¿Casarse no es involucrarse… un andar juntos durante el azaroso camino de la vida?
    — Eso digo: parecen uno al lado de otra/o. en constante y malsana relación simbiótica.— interrumpió ella.
    — ¡Y qué hay de malo! Tampoco sabemos mucho de nada, para arreglarnos sin ayuda, sin que nadie esté de nuestra parte…
    Resumiendo: a Ludían, no le parecía apropiado para la estabilidad de la pareja, conocerse más de la cuenta, (lo que nos incita a depender, obligando a estar al servicio del otro). En su experiencia, una relación debía basarse en un abanico de libertades expansivas, conscientes y humanizadas.
    Según el punto, en la convivencia matrimonial, debía resaltar la diversidad, de esa manera ambos pueden basarse en un gran esfuerzo para vencer desacuerdos e incomprensiones, dijo Miguel O., en tono meditativo. Lo cual no me parece de ningún modo extraño. El camino que afrontamos puede ser el más florecido, pero también contiene vegetación de espinos.
    —Convivir— insistió Ludían— es curiosamente y— a veces— terriblemente complicado… dijo y de repente se ensimismó.
    —Mira: sin duda las relaciones humanas son complejas y cada quien baraja criterios acordes a las circunstancias: es bueno reconocer y, es sabido, que al suceso del amor le es inherente un gran trabajo por ambas partes.
    En ocasiones, se considera el amor como una fuente de escape de la naturaleza y son nuestras emociones emocionales, tales como en todo ser vivo, las cuales preservan la vida.

    — Miguel… ¿Adónde nos conduce esta pormenorización?— dijo ella de pronto.
    — Estoy tratando de entender por qué no deseas casarte…
    — Por qué… Mira querido, amor de mi vida, mi muy amado, ¿sabes? Yo no tengo dudas respecto a mí, pero sí tengo dudas respecto a ti.
    —¡Ajá! - repuso descolocado.— me dejas sin palabras…
    A él lo impactó esta respuesta que de inmediato lo trasladó a su relación ya pendiente con una mujer casada.

    «Continuará»
     
    #5
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    «Prosigue la redacción» Pág. 58
    Por muchos días sería la tarde más significativa y alentadora para recordar; breves y encantadores sucesos de apariencia trivial, se grababan en sus retinas, como el roce sinfónico de la brisa, como el consecuente aroma endulzado del aire.
    Los peculiares aromas de los jardines le dieron la certeza de que se reconcentraban en Ludían: ella iba de un lado a otro tomando fotos, rozaba las flores, pasando las yemas de los dedos en cada grupo de canteros, con la levedad de las mariposas.
    Tomados de las manos, cruzaron luego el puente para recorrer otro sendero. Miguel O., se integraba a la serenidad del paseo: miraba el cielo sin nubes, solo el celeste inconfundible relumbraba. La miró intensamente: aceleró sus latidos al decir con fervor:«¡te amo, te amo, Ludían, mi pequeña, Ludían»! Muy pronto hubo una traza, a otra etapa: en el medioevo. ¿Por qué retrotraerse a un escenario principesco de un Jardín remoto, donde ambos se veían ataviados con ropas de otra época?
    ««El caballero, moviéndose con pesadez, se dirigió hacia su dama, quien aguardaba el rendimiento de honores: flexionando la rodilla, quitándose el casco y con expresión grandilocuente, expresó con voz retumbante:» Señora, me inclino a vuestros pies, os confieso que durante los años más vacuos pasados con cortesanas, mis palabras fueron pura broma, pues, el sentimiento más noble parecía extinguirse de mi alma. Vengo ahora a pediros que seáis mía para siempre, pues seré tuyo para siempre».
    ¿Intuyó Ludían la promesa imperecedera en la alambicada declaración que en un instante cruzó los siglos? Él pensaba:«unir nuestras vidas, incluye la magnífica decisión de la preciosa aventura.» ¿Pensó ella en la misma forma? Aparentemente doblegada, se apoyó en él y en su inercia se impuso el temblor incontrolable; la aprensión, el miedo.
    - Ludían, ¿qué te pasa?
    - ¡Te amo! - Y lo besó con desesperación, mordisqueando suavemente sus labios, a la espera del aliento que le quitase el sentimiento inoportuno de abandono y soledad. La retuvo entre sus brazos y al besarla halló sus labios exangües. Él añoró por cierto el fuego del amor. Pero ahora sus labios parecían de estatua: la dama antigua se había solidificado. De nada servía reclamar los momentos de pasión, la tibieza y el ardor, los estallidos de éxtasis: ni murmurarle al oído que era el amor de su vida...

    «Continuará»
     
    #6
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  7. Julius 12

    Julius 12 Poeta que considera el portal su segunda casa

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    "Prosigue redacción" Pág. 59
    Laura, por momentos, sentía arder sus ojos; la enfurecía el comportamiento de aquel "bueno para nada"
    Cada tanto solía repasar los malos momentos, sus absurdidades durante los meses malvividos en el conventillo de Dock Sud, que la indujeron a las visitas de cada semana a su hermana, para contar su decisión, de proteger a sus tres hijos de aquel loco de atar al que no podía ponerle límite, ni centrarlo en sus obligaciones familiares, que ella resumía principalmente en que no faltara el pan y la leche, y en comprar la ropa para enviar sus hijos a la escuela. Pero a pesar de que ya se habían instalado en la casa de su cuñado con cierta suntuosidad, a las tres semanas de la mudanza a Temperley, Julio O., volvió del debut en el Restaurante de la Costa infectado de Covid. En consecuencia, se agravó todo, pues de inmediato resurgió otra manía, llamada por Laura la maldición del sereno mediante las escenas rituales espantosas que él llamó pomposamente:" mis experiencias interiores trascendentes".
    Aquel absurdo despliegue empezó esa misma noche, mientras Laura fregoteaba los cacharros, rezongaba y lo espiaba: cuando se largó la torrencial. Con los relámpagos dando sobre la cara lechosa de Julio O. vociferante, él, mascullando mantras en un idioma extraño , detenía los fenómenos que manifestaban alrededor
    Por eso ella, tomando el toro por las astas: ya no le permitió dormir más en la misma cama después de lo que había pasado: vale decir la vergüenza de otro embarazo... Sí.: como lo escuchás Inés... Además, subdividió los ambientes:
    "De aquí en más vos, en el fondo mis hijos y yo al lado de ellos".
    Además: ¿era justo, era apropiado que todos los rincones de la nueva casa, y todos los colchones y todos los muebles de todos los ambientes - incluidas las tres camitas de los niños, oliesen a sahumerios?
    Y ya que Julio O., no entendía el idioma del acuerdo, y puesto que no podía frenar sus chifladuras, se embromaba el solito... ¡Era para retorcerse de la risa observar sus rarezas! Comía vegetales crudos, igual que un orangután, luego salía al sereno, donde postrado frente al Pino alto, musitaba con fervor las plegarias escritas en otro idioma sobre aquella tablita jeringonza, que de un modo ostentoso llamaba "Sagrario".
    Varias veces intentaba convencerla de que practicaba un rito inocente pero efectivo para ayudarlo en su vida. "Las fuerzas invocadas son benignas":- decía persuadido-,"mejoran las relaciones y retorna la dicha muy pronto, es la certidumbre de cara al futuro."
    Para Laura, aquel espectáculo era espantoso y ridículo y a veces esas invocaciones que él se empecinaba en repetir con rapidez y tenacidad endemoniada, la conmocionaban, eran invenciones, de espanto, semejaban cosas de herejes, ( por lo cual aumentaba su irritación y desprecio.) Sobre todo después de medianoche cuando asomada al ventanal de la cocina veía a Julio O., actuando como poseído, gesticulando, dando revueltas, histérico... Presa de quién sabe que otro pródromo neurótico o psicótico, giraba en una danza absurda y hermética.
    En las madrugadas, cuando borraba de sí mismo el papel del monigote, lo veía sentarse en la posición del Loto, meditando con labios temblorosos, con los ojos en desmesura, congestionados, rojos por el frío.

    "Continuará"
     
    #7
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  8. Julius 12

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    "Prosigue la redacción" Pág. 60.
    Laura, durante esos días que estuvo de su hermana Inés, trajo un sinfín de malas noticias: eran tan relevantes para ella que empezó por quienes anduvieron merodeando con la intención de entrar a la casa.
    Ella dormía inquieta desde que estaba sola y cuidando a los niños. Aproximadamente, a las dos de la mañana, al escuchar el manipuleo, abrió los ojos. Al reiterarse se sobresaltó y levantó en alerta, escuchando nítido el forcejeo con la cerradura de la puerta de entrada; entonces supo que eran rateros y aterrada, corrió de inmediato al cuarto donde dormían los niños y sin preámbulos los hizo levantar. Con rapidez uno a uno entraron al placar con la consigna de no hacer ruido; ella pensaba que allí estarían protegidos. Al afrontar lo imprevisible había tomado una decisión imprevisible. Debía vencer la aprensión motivada por el revolver de su cuñado que extrajo precipitadamente de un segundo cajón disimulado debajo de la mesa de luz. Además, debía convencerse de que sería capaz de sostenerlo (aunque fuese con ambas manos) y que era capaz de disparar de ser necesario (lo cual significaría trasladar su terror a los asaltantes.) El siguiente paso fue recorrer sigilosamente el pasillo, persignándose, y no olvidando que debía obrar para impedir que los facinerosos accediesen al interior y, puesto que quien golpea primero se supone que golpea dos veces, usaría el arma que no sabía usar y en algún momento se le ocurrió también que lo más seguro sería atalayar la puerta. Dos listones sólidos, entrevistos en el cuarto de trastos, servirían para tal fin: con un martillo se empeñaría en incrustar los clavos que había en la caja de herramientas contra los marcos, conformando al fin una especie de cruz (como si en el trasfondo buscase simbolizar la protección de Cristo).
    Y de pronto todo comenzó a ocurrir con insólita rapidez: a los intrusos, además de obturarles el cerebro, el bochinche de los martillazos, los desconcertó la resolución de defenderse. Aquella mujer que vociferaba adentro y tan solo porque pretendían llevarse algún artefacto... o cualquier objeto de algún valor. Pero muy pronto eligieron desistir, a raíz de la, siguiente descarga de balas lanzada por el ventanal que daba a la calle y, ya que la marrana defendía su bastión con tanto empeño, imaginaron una mujer gigantesca y pechugona que no le tiene miedo ni al mismísimo diablo y se achicaron porque no estaban dispuestos arriesgar la vida por unos artefactos miserables o por unos pesos sin valor y encima resistir aquellos despotismos y malos tratos...
    Los seis disparos de Laura aturdiendo la madrugada, al parecer fueron suficientes para que todo volviese al silencio casi suntuoso. Laura renovó su interés por el revolver que, nunca antes, se hubiese atrevido a usar: considerando que tal porquería vaciadora de plomos no solo estaba diseñada exclusivamente para matar. Con el agregado para nada despreciable, que los facinerosos, rateros, o como se los denominase, trastornados por los martillazos, batiendo clavos, aliados a la balacera disparada desde el ventanal y las vociferaciones de la víctima, se miraron entre sí, tiraron unos pobres cuchillos sin filo, poniendo pies en polvorosa.
    En aquella ocasión memorable, la carga letal los sojuzgó en tal forma que salvaguardó a la familia de una probable tragedia.



    Página. 61
    - No quiero abortar, Inés...
    - Desde cuando crees que estás en embarazo.
    - Pasó ya un mes... y empezaron los miedos...
    - ¿Por qué no consultas? ¿Te puedo acompañar?
    Dos días después, hizo el estudio ecográfico con buenos resultados. Laura volvió feliz, para su tranquilidad, el examen dio negativo. Pero descubrieron algo en el útero (Lipectomía)que proyectaban extirpar el mes siguiente.
    -Ponte cómoda -dijo Inés.
    -Prefiero ayudar a hacer el té.
    Una vez sentadas, aprovecharon la ausencia de los niños que estaban mirando la televisión y se notaban calmados.
    Laura estiró en el sillón las piernas entumecidas, luego las cruzó de un modo elegante. Inés la invitó con un cigarrillo, que ella no aceptó. Inés fumaba desde que estaba sola con sus hijos. Lo encendió mientras comentaba que la madre, ahora, arremetía contra su medio cuñada y que esta parecía incapaz de rebelarse.
    - Estuve de mamá: Marta es su nuevo chivo expiatorio.
    - Antes era Yo- repuso Laura - lo mejor de haberme ido es que no aguantaba sus maneras.
    Pero quiero que te sientes porque necesito contarte algo que ocurrió luego que Julio O., se fue a la costa...



    "Continuará"
     
    #8
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  9. Julius 12

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    «Prosigue la redacción» Pág. 62

    En el atardecer de la Nochebuena, Ludían merodeó por las galerías del centro comercial. Se movía de forma imprevista, y no podía atenuar con el regalo adecuado para Miguel O. Fue a tres lugares de la Galería para elegir y cuando creía haber obtenido el obsequio adecuado, se desilusionó y salía con la cara enrojecida.
    En un bar pequeño frente al local de un Shopping, sentada frente a un café, anotó la serie de ocurrencias posibles para él. Después de beber su café helado a la española salió airosamente en la búsqueda: en las disquerías ya no se estilaban los CD: promocionaban programas Spotify y se exhibían tarjetas alusivas con augurios en diversos idiomas. Volvió al café y escribió un pequeño poema de amor en una tarjeta. Luego dibujó flores suaves en su corazón. Aquel emblema, al reflejar la alusión, para su gusto, era el apropiado. Había hecho otros intento: por ejemplo, un corazón palpitante cruzado por una flecha simbólica, (el amor no se resignaría a los límites),-- ella lo concebía de un modo atemporal-- y era deseable que ningún infortunio lo perturbara.
    La concepción absoluta del amor no era cuestionable para Ludían, pues— según su mirada y su punto de vista, permanecía sellado en ambos corazones amantes. La sugerencia simbólica del regalo se correspondía, con una fuerza silenciosa y dinámica y, sin duda, ella lo concebía como un estado de conciencia adimensional: una síntesis de la más pura emoción, como los arrebatos tormentosos de la tierra, y el ya colmado y evanescente aura— perpetua de ambas almas y de ambos espíritus.
    Él llegó cerca de las diez cuando ella preparaba la cena y al pequeño árbol navideño se le agregó otro regalo. Cuando brindaron ambos empezaron a llorar, en silencio; dejaron las copas del brindis y se abrazaron y cada cual lloró y ya no pudieron parar de llorar por largo rato… (cuando se ríe con el alma tampoco se puede dejar de reír…) Y pensaron conmovidos en el breve transcurso que toca a cada quien en este proceso vital que siempre es un milagro (como toda vida) y en cuantas experiencias buenas u horribles, se pueden tener durante ese periodo. Y también se enfocaron desde la niñez: agradecidos por haber alcanzado una parte buena y estimulante de tal proceso como un logro de la sensibilidad; y aceptaron con entusiasmo que estaban inmersos en el presente, tal vez alejados de los padecimientos y de la incomprensión. Ambos querían dejar atrás las intolerancias, tener contacto con sus acciones y desechar enseguida la nostalgia.

    «Continuará»
     
    #9
    Última modificación: 10 de Abril de 2024
  10. Julius 12

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    «Prosigue la redacción» Pág. 63
    Por un estado especial del alma, el último paseo por el rosedal, retrotrajo a Miguel O., al accidente en el Paseo de la Infanta, adonde al derrumbarse una escultura de metal de 270 Kilos y unos cinco metros de altura, exhibida en una terraza al aire libre, aplastó a una de las niñas que jugaban debajo. Marcela Iglesias (5 de febrero de 1996), murió de inmediato; a las dos compañeritas de juego (Lucía Acosta Ryan y Antonella Mazzarino), que se salvaron por milagro, aunque resultaron con heridas y traumas sicológicos, lograron salvarles la vida. (Clarín 6/12/1996)
    Este accidente afectó profundamente y por extensión al público que se interiorizó. Miguel O., como a otros, le dolió y lo indignó: un vehemente anhelo de justicia le traspasó el corazón: Puso seria atención a las derivaciones: en días sucesivos leyó las notas sobre el caso y las ulteriores consecuencias. De las pericias se concluyó que la caída de la escultura de hierro podría haberse evitado si esta hubiese estado debidamente soldada a la base. Por lo cual, el escultor y la dueña de la galería de arte resultaron procesados por homicidio culposo y lesiones culposas...
    Por parte de la Policía - pericia preliminar— se confirmó que el material de la escultura estaba corroído y oxidado, además las soldaduras que la fijaban a la base estaban mal hechas y eran insuficientes (sic).
    «La galería de arte Der Bruck e» La Nación. Com- sin barreras 8/7/2006) había organizado un encuentro cultural en el que Danilo Danzinger (el escultor) construyó e instaló la obra de 270 Kilos. «Un peritaje demostró que tres de los cuatro puntos de apoyo de la estructura estaban sueltos y la obra había sido emplazada sin permiso.»
    El diario Clarín Digital (Correo de lectores) dice sobre la causa: «Procesan a seis personas por la muerte de una nena: son el autor de la escultura, la dueña de una galería de arte y cuatro funcionarios municipales. Cinco están acusados de homicidio culposo y lesiones. Pero como es excarcelable, no hay nadie detenido».
    «El Juez Luis Schegel decidió procesar seis personas - señalan los imputados, aclarando que los funcionarios municipales eran del gobierno de Jorge Domínguez y agrega:- a diez meses de la tragedia... el Juez firmó el procesamiento de seis de los implicados en la causa».
    Aunque se trate de penas excarcelables, porque tiene un máximo de tres años de prisión, los funcionarios municipales podrían quedar inhabilitados por varios años para la función pública.»
    Pericias posteriores: realizadas por especialistas de la Superintendencia Federal de Bomberos de la Policía Federal, determinaron que la pesada escultura fue derribada por fuentes vientos que se registraron ese día en la zona y que alcanzaron unos 24 kilómetros por hora.
    Los peritos también demostraron que la caída podría haberse evitado si esta hubiese estado debidamente soldada a la base. Por el hecho, el escultor que hizo la obra, la dueña de la galería que la exhibía y tres funcionarios comunales fueron procesados por el delito de homicidio culposo, caso que quedó a cargo de la jueza Susana Nocetti de Angeleri. (La Nación. com. sin barreras.)
    El 15 de diciembre de 2005, la cámara de casación, resolvió, en fallo dividido, la prescripción de la causa, haciendo lugar al dictamen de la jueza del caso, así lo había informado Eduardo Iglesias, padre de Marcela.
    Inmediatamente, al declararse la prescripción de la causa, los cinco procesados fueron sobreseídos; naturalmente, los padres reclamaron ante la corte suprema de Justicia para que revea el fallo de la prescripción de la causa.

    Página. 64
    Ludían trotaba llevando la delantera y, al voltearse, lo vio abstraído en el lugar de la tragedia, entonces retornó. Él se explayó en lo sucedido, y ambos lamentaron por igual el triste suceso. Reemprendieron lentamente la caminata y Ludían procuró calmar la opresión que él sentía. Sin embargo, proseguía la abrumadora idea del luctuoso «accidente» y las deducciones y presunciones:
    Por ej. la versión que presumía la responsabilidad del escultor quien, ante la autoridad correspondiente, atribuyó la responsabilidad del «accidente» a la dueña de la galería de arte.
    Por otra parte, estaba involucrado Ferrocarriles, de manera que la cabía culpa al Estado. (Esto lo afirmaron los inspectores comunales, quienes sostuvieron que» en ese predio, el control le correspondía a Ferrocarriles Argentinos.»)
    Ahora bien, ¿qué se puede decir respecto al material oxidado en partes vitales, mal soldado o sin soldar? ¿No fueron acaso fallas comprobadas?
    De todas formas, en el transcurso de la investigación de estos pormenores se supo que los abogados defensores hicieron cerca de 80 planteos buscando demorar el juicio oral y público. La cuestión era sacarle el Sambenito a la empresa, achacando negligencia al Estado, vale decir, a la Nación.
    Desde este punto de vista es asombroso que no haya culpables o que los culpables siempre sean otros y sucesivamente otros (es decir: sean entes nada más que entes.)
    Durante el juicio, el abogado defensor, que llevó la voz cantante, mostró ambigüedad ante la grave acusación de homicidio culposo. Durante el proceso alegó que en el momento que las niñas jugaban debajo de la escultura, una fuerte ráfaga impulso la caída. Por lo tanto, cabía deducir que el criminal en definitiva fue el mal endiablado viento. ¿Es posible retener en prisión un ramalazo de aire criminal?
    «Continuará»
     
    #10
    Última modificación: 8 de Abril de 2024
  11. Julius 12

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    "Prosigue en redacción" Pág. 65
    - El concepto del alma negra de nosotras tiene parangón con el alma negra de ustedes- comentaba Ludían-: cuando algo nos obstruye o nos fastidia, nos volvemos extremas (por ej. frecuentamos lo irracional.)
    Este comentario de Ludían, vertido antes de salir a cenar y al cine, continuó durante el camino:- El artilugio- baluarte de la actuación, anexado durante la crianza, está divinamente justificado cuando nos hieren, luego nos vemos tan francas. Sin embargo, la diferencia es que somos impredecibles al rehusar justificar los errores de otros: también deseamos que los sucesos ronden acorde con nuestra peculiar interpretación, un punto de vista cerrado que se modifique...
    "Necesitaba inventar otra ilusión"
    "J'ae Donné la main à mon petit..."

    Un día antes de viajar, Miguel había pasado un par de horas en el Victoria con sus amigos: en el amplio- muy amplio- local, un desborde de locuacidad traspasaba el límite de lo tolerable (todos estaban muy nerviosos y, sin poder disimularlo, generaron un malestar generalizado, sin motivo aparente), los dueños del Local culpaban del griterío al exceso de malhablados y sulfurados gritones que golpeaban las mesas y hacían saltar las frágiles tasas y los endebles vasos de vidrio que se rajaban no más caer al piso con estallidos que sorprendían, que manchaban el lustre obligando a los mozos arrodillarse, y a traer enseres y a limpiar por causa de aquellos insólitos desmanes de los parroquianos, pues estaban asombrados, ya que antes nunca habían asistido a tales demostraciones. Entonces, cuando los dueños se unían en patota para sacar a los insensatos a la calle donde la lluvia torrencial seguramente los calmaría, los clientes pedían disculpas poniéndose de rodillas, genuflexos y exagerando las meas culpas... Una vez lograda la exoneración; podían retornar a sus asientos, a beber más cafés y a pagar más consumiciones...
    El objetivo de estos comportamientos era buscar justificaciones traídas de los pelos: los involucrados les otorgaban el sambenito al mal tiempo que se había ensañado desde el día anterior, ya que se encontraban en estado de estancamiento en el Café y sorprendidos por la constante entrada de nuevos clientes que no comprendían qué habían causado allí, dentro, aquella multitud desorientada, de exaltados.
    Pero ellos señalaban con vehemencia el testimonio fehaciente de sus razones: los múltiples paraguas colgados como en un colectivo lleno; presionando unos contra otros en los percheros cercanos a la puerta giratoria...

    "Continuará"
     
    #11
    Última modificación: 14 de Abril de 2024
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  12. Julius 12

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    "Prosigue la redacciòn" Pág. 66
    Cuando el taxi ligó con la aglomeración vehicular de la Av. Corrientes, los reiterados chubascos de la tarde invernal obligaron a la inextricable fila del tránsito, que avanzaba a los bocinazos, a colapsar. Ludían, impaciente, hizo detener el taxi en un resquicio de la esquina: al descender la recibió el décimo chaparrón, pero muy resuelta, se entreveró en el apiñamiento de paraguas abiertos y mediante escaramuzas, entró al vestíbulo sonriente y triunfal. Las bolsas del súper que portaba dejaron charcos en el ascensor y el palier. En la pileta de la cocina, se deshizo de la carga y volvió con los enseres para secar cada charco. Suspiró con alivio cuando pudo prestar atención a su persona. Mientras pensaba en los preparativos para la cena, se adormiló bajo la ducha caliente. La llegada de Miguel O., que había dejado el coche en un garage cercano, le pasó inadvertida. Pero él reconoció la voz que diseminaba en los ambientes. Al colgar la ropa en el tendedero, adonde además quedaron oreando los zapatos, echó una mirada a las bolsas que escurrían y detectó el halo perfumado, fascinando los ambientes: entonces gritó: "¡También me daré una ducha, Lud!" La temperatura había descendido. Ella se había puesto la bata de toalla gruesa; luego, mientras pensaba en la cena, encendió la estufa del living, por último cerró el ventanal. Debía preparar algo sustancioso, pero de calorías controladas, no tanto para ella que comía como un pajarito, sino para él que necesitaba controlar el exceso de peso y eso a ella comenzaba a preocuparla.
    _ ¿Es una cena frugal? Sí, viajaré cómodo...-dijo él complacido.
    Al cálido efluvio de sus cuerpos se mimaron unos minutos.
    Después de otras efusiones, exploró sus ojos con mirada inquisitiva.
    Él venció su mutismo:- ¿Sabes?, debo viajar esta noche a Mar del Plata... Internaron a mi hermano por un accidente... Laura- mi cuñada- dice que fue complicado, pero no supo darme pormenores; en realidad el que avisó es un compañero de trabajo...
    "Continuará"
     
    #12
    Última modificación: 14 de Abril de 2024
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    "Prosigue redacciòn"













    La página 60 de la página 60.

    En un bar adyacente al puerto, a guisa de saludo, se estudiaban. Tal vez existía cierta desconfianza y ponían atención el uno en el otro sin saber del todo la causa, el motivo lo sospechaban: había ocurrido un accidente en el cual Julio O. (amigo de ambos) aunque nunca había- a uno u al otro-, dicho que lo era, por lo tanto, quedaba sobrentendido.
    Mientras el mozo servía el vino, en una de las mesas preparadas afuera, y la ranciedad de las frituras esparcía hacia la vereda, disipando con la brisa del mar cercano, empezaron a cruzar palabras.
    Chiflón no se despegó de la jarra y también fumó hasta embotarse. Con una lucidez curiosa fue narrando el accidente ocurrido a Julio O., durante la noche del jueves:
     
    #13
    Última modificación: 14 de Abril de 2024

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