1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

    !!!Te va a encantar, no te la pierdas!!!

    Cerrar notificación

El amor de Miguel O.

Tema en 'Relatos extensos (novelas...)' comenzado por Julius 12, 12 de Noviembre de 2022. Respuestas: 39 | Visitas: 3180

  1. Julius 12

    Julius 12 Poeta que considera el portal su segunda casa

    Se incorporó:
    24 de Julio de 2012
    Mensajes:
    3.695
    Me gusta recibidos:
    2.638
    Género:
    Hombre
    «Prosigue en redacción» Pág. 38-
    Desde el celular (regalo que Julio O., valoró especialmente), provenía «El Ocaso de los Dioses» de R. Wagner. Y si bien «el arte más grande es el arte de vivir», las composiciones sinfónicas contribuían a ello, mediante la peculiar belleza de los sonidos; y en tal reflexión ambos coincidían sin chistar.
    — Gracias por venir— dijo Julio O., al abrazarle. Como en otras ocasiones, Miguel O., trajo un vino para compartir durante la velada.
    — Huele muy bien— dijo indicando la fuente plomiza, humeante, olorosa, que conservaba semi-tapada junto a la hornalla encendida.
    Sentado en una especie de silla temeraria, cuyas patas de madera quedaban incómodamente trabadas en los desniveles del desgastado a- machimbre, observó el rostro macilento de su hermano menor: la delgadez se había acentuado desde la última vez; aunque los hombros -- en contradicción— impresionaban por lo cada vez más angulosos y pesados, con lo cual, incluyendo la fase depresiva de esos meses, conjugaban evidentes desmejoras.
    Julio O., además de ser el más alto, a diferencia de Miguel O., tenía rasgos angulosos y pronunciados como tallados con un cincel: tenìa en suma huesos prominentes, sobre todo destacaba en su cara el ancho y llamativo lineamiento de las cejas espesas. Por parte de lo demás: sus ojos grandes, (últimamente apagados, exhaustos), destacaban el martirio después de la separación traumática, aunque todavía residual y ambigua, de Laura, con quien acordaron distanciarse hasta que él lograse estabilizar o recomponer la cuestión laboral, en el enésimo intento, malogrado, de revertir la escasez.
    Formalmente, para Laura, ese era el camino apropiado y aceptable. Entretanto, en el intento de paliar la última cesantía, Julio O., cada fin de semana se empeñaba por conseguir changas en restaurantes de poca monta en el sector de Retiro, sin salario mensual, pero con el cobro asegurado al final de cada día, con lo cual podía paliar las urgencias alimentarias de la familia. Hasta ese momento no hallaba otra respuesta a la carencia (que, por otra parte, se había generalizado con la estanflación). Por lo cual, aportar al sustento familiar era el compromiso vital que carecía de fecha de cancelación. Y que además, al ser ineludible, quedaba sobreentendido como la base del acuerdo principal hasta vislumbrar condiciones más favorables.
    Concretamente, después de recomponer la cuestión laboral, cuya premisa consistía en estabilizar la apremiante situación de carencia con un trabajo seguro, como el del que malditamente había sido despedido por pasarse de listo en la confitería del Tío Lucas; Laura, a regañadientes, aceptó tratar de nuevo la complejidad de la convivencia a futuro, pero, con la salvedad de que intercediesen moderadores de la familia. Ella acentuó la propuesta de dos mediadores representando a cada parte; a quienes se suponía confiables y criteriosos. Julio O., objetó esta propuesta porque adonde encontraría algún mediador, que reuniese las exigencias que reclamaba Laura. Además, su tendencia al desánimo vaticinaba un comportamiento inapropiado, o peor aún, algún acto de inmadurez que viciase el acuerdo y lo trabase.


    Página 39.

    Julio O., no lograba objetivar la situación y, debido a la separación parcial, tampoco conseguía evitar las habituales caídas en el desánimo, ni tampoco las consecuentes fases depresivas. Por lo tanto, padecía- el no poder abrazar a sus pequeños cada noche, lo cual aumentaba sus momentos de fastidio. Además, estaba muy triste y no podía compartir con ellos una salida porque no podía tener la oportunidad de tener otro bebé con Laura durante los fines de semana.
    A Miguel la idea o propuesta le pareció algo inexplicable- como cosas de locos-, sumar otro bebé a una familia destrozada, por las penurias económicas.
    Miguel O., lo observaba con fijeza, sin disimulo, e indagando con preocupación en el aborrecimiento que causaba la inseguridad latente en su expresión. Para él, lo importante era que Julio O., pudiera superar la soledad de las semanas y en lo posible evitar que la tendencia al decaimiento se agravara. Esto hizo que el derrumbe anímico y sobre todo la proyección de sus problemas existenciales se volvieran a flor de piel. Al observar la situación desde el punto de vista crítico, la relación marital con Laura se volvía inconcebible, pues, proseguía exudando negatividad. Solo faltaba empujar un peñasco más desgastado para derrumbar la relación, o dirigirla hacia la separación definitiva: en tal caso ese sería el giro negativo más complicado de resolver. Sin embargo... ¡La sola mención del rompimiento matrimonial, con tres niños en edad escolar, a Miguel O., le resonó como un choque inconcebible con la vida misma! ¿Pero cuál sería el pensamiento encubierto de su cuñada Laura? ¿O sencillamente no existía nada que ocultar y en tal caso cabía desentenderse? Otro aspecto inquietante —referido a si el punto anterior se confirmaba y que no podría sospecharse es si en lo más discordante de la separación, es decir: cuando aún sobrevivían en el conventillo del Dock Sud, sé había generado el ensañamiento y la violencia, que determinó el posible final de la relación antes de que Laura aceptase convivir (" Por un tiempo"), mediante los buenos oficios de Julián, en la casona de la madre, situada en la calle Garay, en la zona de Boedo.






    Pág.— 40

    — Tuviste novedad del Tío Lucas…— preguntó Julio O., que seguía aferrado al jadeo maniático habitual y que según una pizca de angustiada esperanza, se le antojó que podía ser una contribución para moderar su constante ansiedad.
    — Hermano: sabes bien cuál será el resultado final de tu preocupación por él…— dijo Miguel O., bebiendo de un trago el agua fría que se sirvió.
    — Tienes razón y ya no intentaré mencionarlo:— Se abstrajo entonces en los preparativos para la cena.
    Miguel O., comprendía las complicaciones que afrontaba desde que había quedado cesante de la Confitería y supuso lo más probable: Por otro lado, en una separación no era extraño suponer desacuerdos constantes. Sin embargo, Julio O., _ con cierto remordimiento— dijo que desde el comienzo de la separación, ella no cesó en sus reclamos monetarios, así que prosiguieron conectados desde que ella fue primero por un tiempo de su hermana mayor; y luego al acordar un trato de convivencia prolongado en la Casona de su madre.
    Por otro lado, Miguel O., recordaba un episodio, inconcluso desde la última visita: esto ocurrió antes de trabajar en la confitería del tío Lucas. Julio O., había quedado cesante en la fábrica industrial y aquella noche revivió la causa del despido con indignación:— Cuando le hice el planteo de la insalubridad… Ramírez, despectivo, respondió: «Yo solamente soy un producto de la Empresa»… Entonces, mirá: tuve que contenerme para no tirarlo por la alcantarilla de los residuos químicos. ¿Sabés qué sos Ramírez? —le dije:— Ramírez, vos sos una chupa, medias y lo demás… Ramírez debe haberme maldecido porque después que lo dejé plantado en el galpón y quise salir al patio, pisé las bolitas de acero que te juro, no las vi, y caí de rodillas como si hacerme pomada los meniscos fuera una bendición… Yo gritaba del dolor y ¿crees que Ramírez mosqueó…? Mi compañero, Juan, vino enseguida, me arrimó el banco y me hizo sentar… ¿Qué hago acá sentado Juan? ¿Querés que me rajen? —pregunté y dije: - míralo a Ese cómo ríe de mí. Y Juan, solícito, respondió:— Julio, no te muevas hasta que vengan de la enfermería«». Entonces le pregunté:— ¿Juan, vos hacés esto porque sos de palmada franca o porque sos de palmada falsa?
    «Continuará»
     
    #31
    Última modificación: 22 de Marzo de 2024
  2. Julius 12

    Julius 12 Poeta que considera el portal su segunda casa

    Se incorporó:
    24 de Julio de 2012
    Mensajes:
    3.695
    Me gusta recibidos:
    2.638
    Género:
    Hombre
    «Prosigue en redacción» Pág. 41
    Hubo un impasse que Julio O., aprovechó para explayar el proyecto.
    — Quiero exponerlo porque me parece que no hay desperdicio. — dijo mientras servía prolijamente los tallarines. Miguel O., parsimonioso, descorchó la botella. Sirvió en copas de vidrio: que tintinearon al rozarse. Una ceremonia que fue habitual cuando eran jóvenes y sus padres festejaban otro aniversario o alguna reunión de familia. Como en otras épocas, las sonrisas parecieron recuperar aquel esplendor que les había inculcado el padre, ahora ausente.
    — ¡Están riquísimos!— y Julio O., dijo al esbozar una sonrisa agradeciendo el halago: «Espaguetis a la boloñesa con seitán.»
    Quería comentarte Miguel sobre el convenio de trabajo en la costa, firmado ayer y que no tiene desperdicio.— dijo después, alentado por el repentino entusiasmo—. Conseguí el mejor contacto con el dueño de varios restaurantes distribuidos en diversas zonas balnearias: Allí, Ruiz López, es catalogado de progresista del gremio culinario desde los albores de los ´50 del siglo pasado… Solían llegarme referencias a través de gente que, al volver cada verano, mencionaban su repetido y constante progresó en cada temporada, durante aquellas décadas y las continuadas hasta el presente: —«no cabe duda que cada verano es el termómetro, ensalzando el progreso, que se fue extendiendo hasta más allá de Miramar»— dijo completando su punto de vista, al cual agregó:— este hombre, propulsando cada lugar, se agenció sin perder el tiempo. Y ayer, me invitó a su mesa disponiéndose a escuchar mi planteo con atención. Las referencias de mis empleos anteriores en Restaurantes de Buenos Aires, fueron muy útiles. «¡Todo mi pasado laboral condensado en una libreta de apuntes!», abarcando sin duda mi mejor época… Posiblemente, él guardaba referencias del trabajo acá, pero de todos modos insistí:— Vea, López, en cada restaurante de la Capital, es costumbre seguir la escuela de los Chefs, con esa guía se adquiere experiencia y luego prestigio: las comidas aspiran a destacarse en el primer orden y gradualmente se alcanza renombre, aunque con el piso salarial raramente pasa del promedio…
    En términos generales, Él asintió. Luego de ponernos de acuerdo en detalles laborales, sin embargo, le pareció adecuado posponer la firma del convenio definitivo hasta después de un mes de prueba…
    —¿No es alejarse mucho de tu situación?—. Dijo algo perplejo Miguel O., al reconocer los arranques emocionales inestables de su hermano.
    - Es inevitable que no contraten el servicio desde el principio...- se apresuró aclarar Julio O.- Y te aseguro: Tampoco podría buscar acá, por el momento los puestos de cocina están saturados. Se abren Restaurantes a cada rato: a todo nivel habría que conocer muchas especialidades, para ser reconocidos a todo nivel; lo cual demuestra una dedicación a full y yo carezco de tan buenas referencias. Por otro lado, aquella fue una época diferente: por entonces me arreglaba de un modo óptimo; si se agregan tres bocas que a la familia, se precisa ganar mucho más. Te digo: que ir a las playas es una gran oportunidad. Este hombre me pareció comprensivo: estaba complacido de que yo hablase de mis conocimientos culinarios. Y, como dije: por fin se firmó un convenio laboral, aunque acotado a la próxima temporada...
    Julio O., sonriendo, mostró las firmas en el convenio. Miguel O., observaba con alguna aprensión a su hermano ufanándose.
    —El Tema de Laura y los niños, me parece lo más preocupante...— dijo Miguel O.— En realidad vine por ese motivo, y traigo una buena solución, siempre que ustedes se pongan de acuerdo...
    -- Bueno. No parece tan sencillo, pero es razonable. Quería decir que Laura, desde que se fue, está sumamente reacia conmigo... El primer alejamiento comenzó cuando optó por visitar por un tiempo de su hermana Inés. Hace algunos días (según su último llamado), con los buenos oficios de su medio hermano Julián, lograron radicarse de Doña Carmen-, con yo no puedo tratar, porque no me quiere ver en la cara… Y luego de un minuto pensativo agregó:— Hablar con mi mujer - si puedo llamarla de este modo- pues una llamada intima con ella no significa nada de nada...no significa nada más que un saludo, y ni siquiera puedo alcanzar con regularidad las últimas remesas de dinero semanal que me comprometí aportar… O sea, ahora estamos frente a un dilema. Fíjate. Puedo llamarla una sola vez por semana, en menos de 10 minutos de comunicación, ¿qué se puede acordar?… Si intercedes, quizá sería distinto; en tal situación tal vez pueda ser viable lograr otras condiciones con las que podamos avanzar…






    Pág. 42
    De repente notó en la mirada de su hermano la rápida declinación del entusiasmo. Como otras ocasiones, experimentó una sensación de cierto reiterado empecinamiento que lo afectaba y parecía desintegrar su carácter. De manera idéntica, se tornaba parco, malhumorado y brusco, y en su mirada asomaban reflejos del resentimiento que, después de la impensable forma de la muerte del padre, lo atormentaban con empecinada ferocidad.
    Miguel O., cada vez, procuraba rescatarlo de las frecuentes caídas en la inercia; aunque sabía que la reversión depresiva dependía de varios factores, además de la propia decisión, vale decir: que además de la profunda aceptación del motivo causal de los hechos y de ahondar en las fases cambiantes de la propia inmadurez: sobrepasar la depresión significaba para Julio O., un tratamiento siquiátrico y el consiguiente y extenso proceso anímico difícil de remontar; tal vez, en primer término, se trataba de iniciar una reflexión guiada que lo conduciría hacia la solución. Miguel O., anhelaba verlo salir de su Jaula y volar. Intentó sobrepasar el incómodo silencio mediante el comentario alentador: era necesario ser afable para llegar a motivarlo, y en un cariñoso rasgo frotó con sus dedos su cabellera hirsuta, pero Julio O., carente del ánimo positivo, tendía a decaer: a veces exasperaba su dilación, pero ¿qué hacer con él? ¿Cómo trasvasar a la sensatez aquella mirada repentinamente indescifrable?
    — Hermano: quiero reiterar que siempre cuentas conmigo. Nunca hubo ni habrá otro motivo que el común afecto…
    — Sí, lo sé, lo sé; gracias por recordármelo, Miguel.-
    — Además, como apoyo, quería plantearte una propuesta concreta para la situación actual: Creo que si Laura está de acuerdo, tal vez las carencias, dejen de ser un problema y con el contrato todo vuelva a encaminarse...— Dijo Miguel O., y prosiguió: mientras trabajes en la costa. Ella y los niños podrían inaugurar la casa que terminé en la ciudad de Temperley, a tres cuadras de la estación. Habitar allí no demandaría mayores gastos, considerando que, por ahora, puedo hacerme cargo de los impuestos: así que serían obligaciones los servicios comunes de luz, gas y teléfono.
    _ ... En nuestra situación actual sería favorable... Gracias. Pero en primer lugar, la prioridad está en conseguir organizarme: por dar un ejemplo, los viajes desde Mar del Plata son caros y los pienso esporádicos, cada mes por ahora... más, adelante veríamos... Lo tengo que discutir con Laura que ( como ya dije no es permeable a los acuerdos y tampoco está en su mejor momento— la convivencia de cada mes sería de fin de semana: quiero decir, hasta que se defina el futuro de nuestro matrimonio… Miguel O. notó la cara animada y de pronto ensombrecida y preguntó. ¿Pero qué pasó entre ustedes?
    Y enseguida pensó: «¿Serviría echar la culpa a alguien o a los desacuerdos e intolerancias de uno con el otro?»
    La interrogante que le rodeaba era si la familia volvería a unirse, si persistía entre ambos un sentimiento de amor o si se privó de la discordia, y la tensión del ánimo, lo que le ocasionó una profunda exclusión, lo que le ocasionó hacer irremediable cualquier intento de reparación.
    Miguel O., levantó su vaso con un resto de vino y ofreció brindar por días mejores.



    «Continuará»
     
    #32
    Última modificación: 13 de Abril de 2024
  3. Julius 12

    Julius 12 Poeta que considera el portal su segunda casa

    Se incorporó:
    24 de Julio de 2012
    Mensajes:
    3.695
    Me gusta recibidos:
    2.638
    Género:
    Hombre
    Pág. 43. Con la supuesta generosidad que la madre de Laura deseaba ignorar o pretendía pasar por alto, una vez persuadida por el hijo menor, aceptó respaldar a su hija mayor, permitiendo usar durante un tiempo más bien breve, las habitaciones utilizadas otrora, y que al presente lucían deterioradas, por lo cual a lo menos debían repararse parcialmente con la ayuda de varios integrantes de la familia. Vale decir: Julián (su medio hermano) y su esposa Marta Caracciolo, que se vanagloriaba del embarazo del cuarto descendiente, quien junto con Inés (la hermana de las confidencias) se pusieron a disposición.
    Durante aquella especie de asamblea familiar, Doña Carmen (a vozarrón en cuello), añadió con tono reprobatorio que "de nuevo (quien por cuanto tiempo) , no ten+ìa màs remedio que quedar sujeta a convivir con «toda la cría»" Todo aquello fue legalizado mediante el acuerdo estipulado y firmado en la primera reunión que hubo en la instancia. De aparente buena fe (tan buena que mostraba un fervor sospechoso, un motivo ulterior y la decisión a toda prueba), Julián consiguió demostrar al grupo reunido, que solidarizarse tenìa la connotación imprescindible. Para èl, la justificación a rajatabla, estribaba en brindar, a la parte familiar caída en desgracia, el apoyo en "aquella situación urgente y necesaria". ¿A quién de ustedes,- espetó- que por años lucharon por sobrellevar la pobreza, les gustaría ver a un ser querido soportar las penurias de la escasez, las desgastantes obligaciones hacia los hijos en la edad escolar, y los demás sacrificios que no valìa la pena mencionar?
    Inés, Marta, Laura- su esposa-, doña Carmen y el segundo marido, don Pedro, coincidieron con él que se trataba de una situación excepcional; quedaba justificado que la familia debiera unirse aportando el desprendimiento solidario y la importancia de la comprensión: aunque en el fondo continuasen en desacuerdo por motivos - egoístas y caprichosos- y los mayores siguieran criticando la propuesta por exagerada. En verdad, Julián experimentaba una profunda adoración hacia sus dos hermanas desde su juventud. Esta adoración, era tanto física como emocional y por lo sospechosa, (si se pensaba sin ingenuidad), parecía inexplicable. Obtenido el consentimiento de su madre, (cuyo carácter era fácilmente maleable entre tener pocas pulgas para aguantar y aunque la causa estuviese sobradamente justificada por tratarse de los nietos, pero nada aceptable al evaluar su capacidad de su tolerancia cero). Por todo esto; sin embargo, lo más que se logró fue un trato endeble por tres meses de convivencia en la misma casona con la acotación de don Pedro Del Castro, que negó con la cabeza, y solo estuvo de acuerdo parcialmente. Por lo cual, al lograr una parte considerable de su propósito, Julián comenzó a elucubrar una salida que le diese algún aporte económico a su querida hermana Laura, previo juramento de preocuparse en conseguir alguna ocupación rentable para tan noble fin...




    Página 44.
    A Laura le pesaba aceptar, no solo porque temía la inconstancia de las decisiones familiares que venían de larga data. Ella se daba cuenta de que había entrado de nuevo en una trampa, dado la volubilidad de su madre, quien - de uno u otro modo- no tendría ningún empacho en hacerle la vida en común, prácticamente bien difícil. Laura era consciente que la separación (aunque llegase a ser transitoria) aquilataba fastidiosos sobrepesos, y en ese momento ninguno de los involucrados se atrevía asumir el rol protagónico por el desacuerdo matrimonial. Durante esos meses hubo un constante tira y afloje entre Laura y Julio O., que (podía barruntarse), era probable, desembocaría en el divorcio.
    Curiosamente, los familiares de Laura, creían y hacían alarde de que en las sociedades modernas, más a tono con los avances, los divorcios era asunto (en algunos casos baladí), muy de época. Tanto los divorcios como las separaciones transitorias, y por diversas causas, se manifestaban con frecuencia en los agudos desacuerdos que traducían la disconformidad de las esposas, -no la de los maridos-, quienes argumentaban usando (además como planteo significativo de presión) la sobre carga para la mujer que significaban los hijos durante el demoledor esfuerzo de la crianza. La cuñada de Laura (Marta, la esposa actual de Julián, quien detentaba tres divorcios), empezó aportando como argumento o como idea fija, la posibilidad de un solo descendiente y últimamente puso como estandarte la premisa de la anulación matrimonial o la anulación voluntaria: es decir que lo mejor era no casarse, ni tampoco lo era caer en la trampa, de traer mocosos a la vida: en suma, no había que arriesgarse a solventar una familia, o, como una solución que minimizaba las relaciones serías, responsables; no estaría nada mal optar por pasar unas vacaciones en punta cana y volver liviano de equipaje (sin embarazos). Lo cual, aunque parezca chiste, significaba realmente posponer la búsqueda de herederos, al menos por un quinquenio, o para cuando se consiguiera arribar a una situación social más estable en el mundo y en su conjunto, se lograsen convivencias en estados de conciencia menos alterados.
    Lo anterior provenía en alguna medida de la sugerencia de la hermana mayor de Laura, Inés. Quién ya con tres niños y abandonada por el padre de las criaturas, debía arreglarse con el sustento obligatorio por alimentos y alguna yapa como contribución generosa. Pero habida cuenta, la manera temperamental despreocupada de Inés, quien acostumbraba a fingir (o minimizar)su lógica, en cualquier forma, siempre lograba salirse con la suya y terminaba por alivianar o diluir tales asuntos ingratos...




    Página 45.
    Por su lado, Laura, que fue a la casa de la calle Garay, ignorando que allí residiría soloamente un lapso mucho más breve de lo pensado, le había parecido que todo lo que desfilaba por su vida eran ráfagas transitorias y tal vez distantes. Sin embargo, por fin apareció la solución que modificaría su enfoque rebelde a partir del llamado de su cuñado que ofreció su casa recién terminada y de ella aceptar, proyectar y dar efectividad a la mudanza lo antes posible. Laura le agradeció y procuró interesarse y poner su empeño en la inesperada tabla de rescate. Entonces, se dedicó con cierto esfuerzo a buscar datos fidedignos del lugar que Miguel O., le ofrecía y a crear un mapa mental que la orientará respecto a la ubicación de la ciudad de Temperley dentro del radio Sur de la Provincia y respecto al departamento de su hermana, ubicado también en el Sud, pero del lado oeste. La casa de Temperley, donde se mudaría con el mayor gusto, se abría en esta dirección. Fue entonces inevitable pensar en cambiar de escuela a sus niños, (pediría un pase) y, por otra parte, viajar en tren para conocer la flamante vivienda ofrecida por su cuñado y probablemente hacer el trasbordo en dirección a Temperley.
    Julián, - el medio hermano - disfrutó de ayudarla a poner orden en la nueva casa durante varios fines de semana, (lo que duraría el traslado completo para volverla habitable era aleatorio), sin olvidarse de adecuar las dos habitaciones del final del pasillo, pintadas recientemente y a las que faltaba el amueblamiento y la decoración. Eso englobaba las camas - los muebles menores, y los de cocina y de la habitación de los niños-, que pertenecían a cada hermana cuando solteras: por ejemplo, el decorado pintoresco del antiguo ropero, que conservaba extraordinariamente la agradable tonalidad primitiva y al que solamente le faltaban retoques en la decoración algo dañada, pero que deseaban realizar de un modo recreativo en pocos días entre Marta, la esposa de Julián, y también Laura, cuya exigencia estética todos ellos respetaban.
    Después de pocos días de que Miguel O., ofreció una casa en Temperley y Julio O avisó a Laura en la calle Garay el domingo temprano. Laura estaba habitando con sus hijos en la calle Garay y decidió ponerse de acuerdo con la propuesta de la casa que ofreció su hermano mayor. Laura aceptó la casa como una solución práctica.

    «Continuará»
     
    #33
    Última modificación: 13 de Abril de 2024
  4. Julius 12

    Julius 12 Poeta que considera el portal su segunda casa

    Se incorporó:
    24 de Julio de 2012
    Mensajes:
    3.695
    Me gusta recibidos:
    2.638
    Género:
    Hombre
    «Prosigue la redacción» Pág. 46

    De la última visita: Julio O., no guardó resentimiento con respecto a la suegra, que apenas lo trató con indiferencia: el resquemor de Doña Carmen, proseguía siendo sin duda recalcitrante: para ella su yerno era cualquier insecto, y no vaciló en negarle el saludo. La última vez, tragando saliva, se limitó a decir:— Espere… Mi hija tiene que atender muchas cosas a la vez; sobre todo a mis nietos…
    Julio O., por primera vez, no estuvo dispuesto a ser sobrepasado por la humillación y asintió, asumiendo la mudez y alejándose hacia el cordón de la vereda. En la instancia, guardó, con resignación, la idea de volver a ver a sus hijos en otra ocasión propicia o más favorable.
    Laura apareció sin dilación. Traía a la más pequeña de la mano. Laurita dijo con sonora rapidez: «Hola, Papi».
    Julio la saludó con la mano y con ternura en sus ojos e intentó ser conciso con Laura al explicar la propuesta de su hermano de la casa en Temperley.
    Ella lo miró fijamente: - Eso está correcto: acepto.-dijo sin vacilar— Tu hermano es buena persona… Mantenme informada. Tendré el celular disponible.
    — Bueno. Te traje un sobre con la suma de tres semanas. Hay más que suficiente.— se lo entregó. — Ahora tengo que prepararme, parto esta noche hacia la Costa. (dijo y explicó brevemente el convenio por la temporada.)
    — Está bien. Ya dije que tu hermano es una buena persona y nada tengo que objetar…
    — Posiblemente, Miguel llame hoy para acordar la mudanza…
    —«Chau, Papi»— dijo Laurita moviendo la manita.

    Intentaba no sentirse depresivo, pero al dirigirse a la terminal con la cabeza gacha, la serie de imágenes con escenas y sucesos del matrimonio desfilaban por su mente. Al vivir ajenos, en primer término le dolía en el pecho la proscripción. «Mi madre no quiere verte en su casa»— había dicho Laura en principio. Entonces, cada vez que llevaba el sobre y hablaban dos a lo sumo tres palabras, su dolor se eternizaba:«» Ya no le intereso, ya no me ama— ¿Qué le pasó a nuestro amor?» Salíamos a recorrer el sendero del bosque de Huemul… ¿Te acordás? Pero al repasar esos días encantadores me doy cuenta del traicionero paso del tiempo: nada parece como fue. En aquellos días el amor nos quitaba la soga: El desfogue de nuestra pasión en el cuarto del Hotel… ¿Y ahora?: «ahora no puedo olvidar la mordiente ofuscación de tu mirada, cuya proyección me deja febril y ansioso.»
    «Ahora la soledad fricciona con aguijones hieráticos…»
    Se sumó a la fila del ómnibus que saldrían rumbo a la costa. En el viaje, memoró los meses de la convivencia, durante todo aquel periodo la inquina y la aversión grabaron en sus memorias los tatuajes del resentimiento; luego en solitario, rogando por la confirmación del perdón, pensó: «Con algo de suerte estaremos predestinados a las postrimerías».

    «Continuará»
     
    #34
    Última modificación: 29 de Marzo de 2024
  5. Julius 12

    Julius 12 Poeta que considera el portal su segunda casa

    Se incorporó:
    24 de Julio de 2012
    Mensajes:
    3.695
    Me gusta recibidos:
    2.638
    Género:
    Hombre
    Pág. 47.

    — Parte tercera-: Conventillo en el Dock Sud.


    Por aquel entonces, Julio O., había quedado cesante de la Confitería del Tío Lucas; ya había reñido con Laura después que le dijo que se había quedado sin trabajo. Y ella, sin más trámites, lo dejó plantado yéndose con los niños de Inés (esas visitas reiteradas a su hermana se hicieron imprescindibles para ambas), Por su lado, él, sin nada que hacer y teniendo mucho en qué pensar, se había comunicado con Miguel O., quien prometió visitarlo lo antes posible.
    A raíz de la situación desagradable de los siguientes días, en los que buscaba con ahínco ocuparse con las changas, siempre de ganancias acotadas, aumentó la inseguridad y no pudo solventar las carencias de su familia. En realidad parecía una maldición que todo empeorara, y que cada día volviese a la habitación del conventillo, donde volvía a instalarse la precariedad como moneda corriente, y allí terminaba el día con el mea culpa. Primero le remordía la conciencia, por haberse enemistado con el Tío Lucas, quien le había dado trabajo y habían entrado en un conflicto familiar por una simple discusión. Luego, mientras pasaba la noche en la habitación que, en medio de la oscuridad tenebrosa y sin calefacción, se volvía una heladera; lo importunaba, durante el agitado sueño, la mirada acusadora de Laura, quien no cesaba en su resentimiento y, por último el propio autocastigo. Entonces, parecía despabilarse, creyendo comprender, con meridiana lucidez, que el desorden de su vida tenía que ver con sus propias fallas. Cada noche de soledad, se revolvía en la precariedad de la manta deshilada. Vacilando y atosigado de frío, daba vueltas en la oscuridad, mientras lamentaba y arrepentía por sus muchos errores, lo asediaba el coro del fracaso, con la extraña sensación de rodar por un precipicio sin fin, agregaba aquel acoso la sinfonía de la derrota.
    ¿De qué había servido lamentarse por los desacuerdos con Laura? ¿Para qué sirvió la elaboración de planes y proyectos que finalizaron en nada? En el diario recorrido de cada mañana se había detenido en cada una de las filas a esperar una oportunidad laboral, pero por lo habitual todo lo más conseguía una changa con beneficio relativo, pues nunca alcanzaba para solventar los gastos del día y mucho menos las exigencias mensuales de toda una familia.
    Sin duda debía agradecer a su hermano mayor por contenerlo y por jugarse por él.

    "Continuará"
     
    #35
    Última modificación: 29 de Marzo de 2024
  6. Julius 12

    Julius 12 Poeta que considera el portal su segunda casa

    Se incorporó:
    24 de Julio de 2012
    Mensajes:
    3.695
    Me gusta recibidos:
    2.638
    Género:
    Hombre
    Pág. 48

    Luego de la tormenta pasional, a Ludiana le hubiese gustado sentirse serena, pero su corazón empecinado proseguía en alboroto. La desconcertaba su vulnerabilidad; y comenzaba a experimentar zozobra el desconocer los siguientes pasos. Aunque seguía sintiéndose insólitamente complacida, proseguía con cierta aprensión la experiencia del vórtice pasional que había encendido su ser, de pronto desnudo, dentro de la insondable plenitud, aún reciente y en cierto modo aún desconocida.
    Después, que volvieron a compartir la ducha y sintieron inflamarse el deseo de sus cuerpos, la dudosa expectativa cambió.
    El lunes a primera hora, Miguel O., la llevó en su automóvil y tuvieron cierto tiempo para el desayuno en la confitería adyacente de la Compañía Aseguradora. En esa instancia coincidieron en desear aún resabios del amor: sobre todo al rememorar instancias de la ternura. Ludiana subió en el ascensor con el rubor en sus mejillas y de inmediato llegaron los sofocos. Era una rebelión feliz contra el status, concentrado en el deseo de revelar a los vientos arcanos el bello sentimiento amoroso de dos mortales de cuerpos, pero eternos de espíritus. Rebosante y envolvente, Ludiana aún ardía como en la completa obscuridad de la noche anterior.
    Frente a su escritorio, posó una mirada chispeante - cuya asiduidad - en los objetos que la rodeaban primero y en los empleados, después que se afanaban en sus tareas mientras la observaban, remitiéndola una diosa pagana, pero que ella apenas evaluó como si en ese instante asumiesen el papel de robots.
    En el irresuelto montículo de folios que aguardaban el interés de sus manos, ella comenzó lentamente su ponderada tarea, que muy pronto se hizo frondosa. Comprendía que por cierto tiempo, a pesar de sus esfuerzos por disciplinarse, pasaría inmersa y obsesionada por el inesperado amor.
    Y de repente, esa media mañana se distrajo y jugueteó, con el espiral del cable teléfono, y no obstante la sensación de arrobarse no cedía. Por el contrario, desbordaba sus emociones con solo percibir el aroma del perfume en su cuello besado en el momento de la despedida, y arrollada por la impaciencia, se preguntaba:«¿Con quién hablaré ahora de esta extraña y loca felicidad?»
    Compartir con Yazmín, su amiga de siempre, hubiese sido lo ideal, pero Yazmín residía en la Ciudad de Córdoba, adonde atendía su tarea docente y su llamado requería una conversación de aproximadamente media hora y mucho mejor si era nocturna, pues no estaría sujeta a reglas laborales. Respecto a Lucy Prat abrigaba dudas; sin embargo, durante el receso del mediodía marcaría las teclas del celular de la porteña, quien siempre parecía disponer de tiempo extra.
     
    #36
    Última modificación: 29 de Marzo de 2024
  7. Julius 12

    Julius 12 Poeta que considera el portal su segunda casa

    Se incorporó:
    24 de Julio de 2012
    Mensajes:
    3.695
    Me gusta recibidos:
    2.638
    Género:
    Hombre
    Pág. 49

    Miguel O., evocó la primera noche, - la camera letto -: los labios tensos, aterciopelados, los ojos musicantes del hechizo, los estertores, el éxtasis; la observación conjunta de los propios sentimientos
    sensibles como cuerdas del violín, y a la vez lo sorprendía descubrir los atributos prácticos de Ludían:
    La objetividad y el orden en los procesos habituales de cada día.
    La noche paulatina había dejado de ser: del alba asomaba la soledad esencial y lo anterior quedaba fijado en el transcurso de los segundos que llegarían en tropel a lo largo de las horas próximas. A él lo fascinaba la contemplación de la piel tersa y nacarada al trasluz; el orden perfecto del pezón, en la mano entrecruzada y la hondura del momentáneo silencio.
    De repente, Ludían se ensimismó, lo cual lo extrañó y lo dejo en estado de alerta.
    — Miguel. Me ha causado sorpresa la forma casi usual, conque te refieres a tu hermano. Y te pones muy triste y eso sí, me preocupa _
    Si bien a él causó sorpresa, la respuesta, no le molestó la intención.
    Impregnado aún del aroma sensual, no respondió de inmediato. En lo recóndito, pensaba que los sucesos desfilaron como los suspiros de una brisa etérea que durante toda esa noche envolvió el acto amoroso. Pero aquel tiempo, que poseía la habilidad de fugarse a cada instante, no les pertenecía ahora; en ambos despejaba desde las profundidades de un océano silencioso y al prestar atención a sus respiraciones, a los propios labios amortiguados por los besos, él dijo: Mira, nada me obliga con Julio O., salvo el lazo de mi afecto por él, que tensa una cuerda íntima al saber que ahora padece...
    Se movió con delicadeza sobre el cuerpo extendido (un movimiento mecánico que hizo sonreír a Ludían) carente del menor indicio de excitación, hubo al salir un leve roce sobre los muslos.
    Volvió de la ducha con el pijama, se le acercó y dijo:— Mi hermano, por su terquedad, pasa días de tortura. Eso, en términos generales, significará un prolongado contratiempo.
    —Comprendo—. Se arrimó al ventanal: podía ver los edificios circundantes, silencioso, umbríos y el cielo empezando a despejar luego de la lluvia. (Cattiva stagione: tempo piovoso, umedo, infinito.)

    "Continuará"
     
    #37
    Última modificación: 29 de Marzo de 2024
  8. Julius 12

    Julius 12 Poeta que considera el portal su segunda casa

    Se incorporó:
    24 de Julio de 2012
    Mensajes:
    3.695
    Me gusta recibidos:
    2.638
    Género:
    Hombre
    Pág. 50
    Laura estaba dispuesta para la mudanza: Julián se comprometió para ese fin de semana y con su camioneta 4 X 4 llevaría los muebles y demás.
    El esfuerzo para la carga y descarga lo hicieron personas contratadas. Miguel O., había arreglado aquel asunto. Previamente, les había avisado a su cuñada y a su hermano, quien en esos momentos viajaba rumbo a Pinamar, donde preventivamente había reservado hospedaje para el periodo veraniego, situado a pocos metros del Restaurante de la Costa, donde de manera provisoria, reemplazaría por unos días al Chef Oficial. Luego proseguiría el viaje hasta el Restaurante, en el centro de Mar del Plata, que sería el lugar donde se desempeñaría de modo definitivo.

    Laura, por primera vez desde que se habían casado, no lamentaba su decisión de mudarse a esa casa nueva y cómoda, un poco alejada del movimiento del centro local, pero que le procuraba una distracción para salir con los niños hasta la gran plaza de la ciudad. Allí ellos se distraían en los juegos y, luego de las compras en algún mercado chino y de sentarse a tomar helados, volvían muy felices del simple paseo. Algunas mañanas, mientras los niños remoloneaban un poco más en sus camas, ella se enfrascaba en los quehaceres, en medio de una calma ambiental que le resultaba agradable y sorprendente.
    Aunque estuviese preocupada y en alguna medida pendiente de la resolución matrimonial, en realidad la afrontaba con serenidad, pues Inés, su hermana, el mismo día de la mudanza, había prometido visitarla periódicamente con sus hijos. Quiso creer que comenzaba un lapso que ella consideraba feliz. Sin embargo, de un día para otro, algo comenzó a cambiar y un nuevo dolor sacudió sorpresivamente esos días placenteros y serenos, instalando de nuevo la incertidumbre e incluso el temor y la inseguridad.
    La primera vez que Julio O., vino a la casa desde la costa, presentaba un aspecto deplorable. Con dolor de garganta y el estado febril en alta: el hisopado que le hicieron en primeros auxilios del Hospital, dieron positivo.
    Lo primero era aislarse de su familia durante quince días. Así que al volver entró de paso la cocina para luego encerrarse en la habitación de reserva, situada por fuera de la construcción, en el terreno del fondo, de manera de evitar el contacto cercano con Laura y con sus hijos. Por su lado, Ella tomó sus precauciones usando barbijo y guantes al acercarle agua, comida y las medicaciones que trajo consigo. Además, se ocuparía en registrar la evolución de los síntomas hasta que viniese la ambulancia con los paramédicos, que aislados en sus uniformes chequearían su estado cada día de manera de verificar la internación en el caso de agravarse el cuadro.
    Esa madrugada Laura escuchó que Julio O., la llamaba; y al acercarse entendió el empeoramiento del cuadro y llamó a emergencias. En poco más de una hora, Julio O., estuvo internado en el sector de terapia intensiva, con riesgo pulmonar. De ahí en más Miguel O., se informaría cada día de su evolución y le comunicaría a Laura los partes médicos recientes.
    Por las noches, Miguel O., volvía de la internación y además de las oraciones habituales, rezaba la coronilla de la divina misericordia cantada pidiendo por su hermano menor.

    "Continuará"
     
    #38
    Última modificación: 29 de Marzo de 2024
  9. Julius 12

    Julius 12 Poeta que considera el portal su segunda casa

    Se incorporó:
    24 de Julio de 2012
    Mensajes:
    3.695
    Me gusta recibidos:
    2.638
    Género:
    Hombre
    Pág. 51

    Julio O. superó el Coronavirus y toda la familia comenzó la serie de vacunaciones que por esos días ya se extendía por todas partes, vale decir, atravesaba el mundo.
    De manera que pensó en volver lo más pronto a su trabajo con una actitud preventiva. Ya se había comunicado con Eduardo Ruiz López intentando establecer la fecha en que retomaría su puesto. Pero este no tenía para él ni para ningún empleado de sus restaurantes mejores noticias.
    «Esa contaminación del Covid, trae problemas serios a la sociedad» - decía en una nota - así que no deben correr riesgos; estoy en condiciones económicas adecuadas para sostenerlos durante cierto tiempo, aguarden un nuevo aviso y entretanto les envío una cantidad de dinero para que no se arriesguen trabajando como sea. Esta nota a Julio O., le pareció satisfactoria. Y también lo siguiente qué de manera resumida decía: Los temas pendientes serán tratados una vez regulada la situación generalizada a causa del virus en las escuelas y teniendo en cuenta las reglas establecidas para la prevención.
    Habló de este tema con Laura, cuyos ahorros le permitían sostener los gastos una parte del mes y la tranquilizó con la nota de Ruiz López.
    Luego de este proceso algo complicado, todo volvió a encauzarse en las comunes preocupaciones.

    «Continuará»
     
    #39
    Última modificación: 29 de Marzo de 2024
  10. Julius 12

    Julius 12 Poeta que considera el portal su segunda casa

    Se incorporó:
    24 de Julio de 2012
    Mensajes:
    3.695
    Me gusta recibidos:
    2.638
    Género:
    Hombre
    «Prosigue la redacción» Pág. 52.

    El domingo, denso en nubes, observaba el decaer en el crepúsculo que Julio O., recordaba con nudos en el estómago, pues cuando visitaba la casa que Laura habitaba temporariamente y al atenderlo su suegra de malos modos, continuaba el resentimiento, no cesaban los desplantes que a flor de piel, influían negativamente en la posibilidad de llegar algún acuerdo con Laura.
    Cada Domingo parecían dibujarse en el aire los pretextos para hablarse con monosílabos. Él comprendía que a pesar de sus esfuerzos, Laura solo veía sus defectos y no le disculpaba debilidades, ni fracasos. En realidad, Ella se equivocaba al considerarlo un pusilánime. Pretendía desconocer, o prefería minimizar, la etapa que lo había derrumbado y lo había vuelto inseguro y dependiente de los seres queridos. La serie de sucesos erróneos, unidos a la caída en el laberinto mental, a ella le parecían situaciones absurdas, pues, desde su evaluación, eran además injustificables. Ella no creía tener ninguna obligación de comprenderlo. Bastante esfuerzo había hecho para evitar desilusionarse del marido que le había tocado. Por una parte, hubo incomprensión y por la otra, el derrumbe del pedestal, todo lo cual se tradujo en el desamor; eran momentos en que la balanza declinaba hacia el sendero sin retorno y, naturalmente, nada podría hacerse si la relación quedaba destrozada...
    Ella estaba bien preparada para esos momentos, ella repetía el mismo acto de unos meses antes: preparaba sus valijas, cambiaba a sus niños para marcharse de la hermana durante un lapso aproximado a los veinte días.
    Todas esas situaciones repetían las tiras cómicas del pasado, que al recorrerlas armaban una ingeniosa película muda. Esas situaciones conformaban un haz inextricable de desacuerdos y no parecía haber otra solución que ignorarse.
    La noche anterior, escuchaban el viento rugiente sacudiendo los postigos de las ventanas al descampado (que salvo a los niños) a ellos los tuvo en vela. La única coincidencia es que cada cual se levantaba a intervalos pretextando que debía, aun a hora avanzada, ocuparse en algo.
    A la mañana siguiente, Laura dijo: «Me voy de Inés» y él pensó: sus escapes ya son costumbre, ¿debería impacientarme?
    Pronto anochecería, era mejor partir. Laura, tenía las valijas preparadas y los hijos vestidos: le dijo a Julio O., que estaban dispuestos.
    Enmudecidos marcharon en fila india hacia la estación. Laura, que sujetaba a cada niño, a cada momento les recriminaba sus extravíos, pues no quería se le soltasen de las manos.
    Julio O., detrás llevando las maletas, con la cabeza gacha apresada por remordimientos, se sentía irresuelto. Los niños más de una vez volteaban hacia el padre y a esas curiosas llamadas de atención filial de sus pequeños, — que no podían entender lo que sucedía entre la madre y el padre—, este las respondía con la mirada resignada, raras veces exenta de ternura. Era reconfortante que los hijos lo amasen y Julio O., juraba un cambio radical de actitud; quería convencerse de que en algún momento más o menos cercano podía dársele la posibilidad de luchar para ellos. Luego, en la estación, mientras Laura sacaba los pasajes, los contuvo un rato merodeando por la parte segura del andén.
    El tren no tardó. La máquina se detuvo con el consabido estrépito. Julio O., acarreó las maletas hasta el vagón y el resto trepó ágilmente por la escalerilla, aunque cuidados por la agudeza de la madre. Las valijas fueron prolijas a los portantes y toda la familia se apresuró a situarse en los altos asientos.
    El padre despidió efusivamente a sus hijos, y con un roce de labios en la mejilla a la madre. Ella no pudo disimular su fastidio: dando vuelta la cara lo miró fijamente y preguntó con ironía:«¿Acaso nos vamos al otro lado del mar?» Y empezó a dar coscorrones, primero a Antonio, el más travieso que ni bien sentado quería intercambiar asiento con Laurita y Josecito con él.
    Julio O., ya no estaba, el tren partía lentamente y al alejarse, Laura vio por la ventanilla la desgarbada y alta figura saludándolos; por un instante vio en ese saludo de mano en alto, la expresión de la derrota, la peor de todas. Entonces la cruzó la sensación de despedir a un náufrago.
    Pero en verdad, Julio O., sentía una especie de alivio a su hipocondría.
    Desde que volvió de la costa con el Covid, una vez curado quedaron secuelas (sobre todo contracturas). Hasta el próximo viaje faltaban unos veinte días. Tal vez Laura ya hubiese vuelto.

    Atención: Lectura continúa en Página «x» verificar en Mundo Prosa.

    En sección segunda ver: El amor de Miguel O.
     
    #40
    Última modificación: 13 de Abril de 2024

Comparte esta página