El Amor se pudre, por ello es eterno

El mundo me observa,
A través de los mil ojos de mi persiana.


Afuera, un charco de agua de estrellas.
La fiebre, del cerebro solar.
La aorta, que bombea sangre a las venas
De los surcos que todos pateamos.


Yo veo tanto por recorrer,
Aún no caminando un sólo paso.
Me ciega tanto el aire de la boca del cielo,
Y la azul inmensidad que respiro por mis ojos...


Pienso en nuestros signos;
La carne que endureció,
Hasta desprenderse hecha harapos,
Y sólo dejó piedra, donde agitó el universo.


Quietud, donde aposentó lo bello.
Tiniebla, sobre el sueño ya olvidado.
Vacío, sobre el escombro de lo majestuoso.
Cansancio, donde jamás cesó la perseverancia.



Escribo, porque no tengo donde
Acoger a mi palabra.
La esencia de mi piel, es pasajera;
Pero sin ella, no acudiría el sueño
Que me sacude.


Si no soñase, no podría encerrar;
Bloque, sobre bloque, mis esperanzas
En un lugar.
Si no quisiese vivir, o amar,
¿Cómo hallaría entonces
La eternidad de la creación,
A través de mi suspiro entre las tierras?