El árbol del amor

Quintañón era aquel que enarbolaba,
contenía yo el resuello
ya que la pasión destructora acechaba,
me abracé a él
y tres brazos más alargados
no podían abarcarlo
de su grosor extraño,
Con corazones delineantes de amantes
que determinaron que fuera certificado
el sello de amor que allí posaban.
Miraba esos sentimientos y dañaban,
ya que las llamas, se acercaban
y los que rasgaron su corteza
para grabar entrelazados en abrazos sus deseos,
terminarían como ese árbol jerárquico.
Serían rescoldos, cenizas y después olvido,
¡no podía ser lícito!
Pero Eolo, el dios del viento,
al verme apurada y con lamentos
suplicando al aire que no avanzara
giró de inmediato la brisa,
se salvo el centenario y sus testigos,
aquellos, que se amaron bajo su cobijo.​

_wake_

 

Tu sombra me ha seguido en silencio
como fiel cobertizo de recuerdos,
árbol que amaron los amantes del espacio.
Donde quedaron nuestros corazones tallados.

Un verdadero honor leerte. Magnifica composición, me encantó.

 

un mítico amoroso a tu tono

 

Gracias Victor, amigo poeta.
El honor sigue siendo mío por pararte a leerme.

Un abrazo.

 

Rodolfo, el árbol es el mítico ¿quién no ha grabado un corazón en un árbol?

Un saludo, amigo.