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El asaltado

Tema en 'Poemas Generales' comenzado por minsandi, 23 de Mayo de 2011. Respuestas: 0 | Visitas: 497

  1. minsandi

    minsandi Poeta fiel al portal

    Se incorporó:
    26 de Abril de 2007
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    Género:
    Hombre
    Eran las nueve de la noche,
    minutos más, minutos menos.
    El amor hacía el milagro
    de unir corazones a lo lejos.
    En el anticipo del abrazo
    ya se anunciaba el beso
    que uniría a los amados
    en la paz del reencuentro.

    Eran las nueve de la noche,
    minutos más, minutos menos.
    El cielo estaba oscuro
    y coloreado con un tinte negro.
    Las calles estaban ayunas
    de amigos y compañeros.
    Sólo la brisa se presentaba
    quebrando la frialdad del silencio.

    Eran las nueve de la noche,
    minutos más, minutos menos.
    Mientras el silencio avanzaba
    y el amor se movía, entre unos y ceros,
    el ángel de la muerte, calladamente,
    irrumpió con la fuerza del viento
    para quebrar, con su áspero lenguaje,
    el paisaje de amor que se estaba tejiendo.

    Eran las nueve de la noche,
    minutos más, minutos menos.
    Acallado el amor, parecía la tragedia
    tomar el control de los hechos.
    Fuerte era el rugido del león
    que estaba por escupir su fuego
    y arrebatar, con descontrolada pasión,
    lo que nunca ganó con su esfuerzo.

    Eran las nueve de la noche,
    minutos más, minutos menos.
    La espada de la muerte quiso blandirse
    y arrebatar el alma del cuerpo.
    Pero el amor aún hace milagros...
    en la noche, a través de unos y ceros,
    la angustia se hizo oración
    y la espada quieta quedó, en silencio.


    Eran las nueve de la noche,
    minutos más, minutos menos.
    El ángel de la muerte voló
    en un veloz carruaje moderno.
    De repente, volvió el silencio a afincarse
    bajo el tétrico tinte de color negro
    que la noche quiso pintar, con agonía,
    ante la inminencia de un fatídico duelo.

    Eran las nueve de la noche,
    minutos más, minutos menos.
    El abrazo esperado se hizo real,
    rodeado de llanto, de carne y de hueso.
    Lo que la muerte trató de romper
    fue unido con unos y ceros,
    en un angustioso y amargo clamor
    que tocó el corazón de los cielos.

    Ya los unos y ceros, su escondida labor
    realizaron en el oscuro silencio.
    Una frase curiosa en la mente dejaron
    escrita con letras de gris acero.
    Bajo la tétrica noche, cobija del mal,
    se funden en lo profundo del pensamiento:
    “Eran las nueve de la noche,
    minutos más, minutos menos...”
     
    #1

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