El ave infiel

El ave infiel

Por ti llegué hasta el nido
con las flores de galán,
cuando al verte en otros brazos,
mi querer quedó en el río,
donde se oían los gemidos
de una yegua y su haragán.

El silencio dejó un lapso,
un momento que pensar…
Cuando estabais tan regazos,
me apreté mejor los machos
y a una hembra supe dar,
el elixir de las sombras,
que es el líquido de sobra
en la redoma de su altar.

Todo fuego era el monte,
no de amor que fuera asaz,
que al beber del vino azote,
con sus llamas de capote
fue bandera de la paz,
la venganza de un cipote
de una ovípara rapaz.

Ave infiel predestinada
a los fuegos de la vida,
tú me diste la morada,
y también ave creída,
me dejaste por las alas
de otra parte de la orilla.

No renazcas nuevamente
y quédate en el infierno,
hasta que llegue mi muerte
te quiero muerta y sin dueño. ​