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El avistamiento. Parte 1.-

Tema en 'Fantásticos, C. Ficción, terror, aventura, intriga' comenzado por emiled, 10 de Junio de 2009. Respuestas: 0 | Visitas: 1043

  1. emiled

    emiled Poeta adicto al portal

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    El “transporte fantasma” fue visto por primera vez en la medianoche del 28 de Octubre. Corría la primavera, pero aquella víspera hacía frío, y la soledad azotaba al pequeño pueblo de Baldín, cercano a una gran playa. Cuentan algunos habitantes que a eso de las 23 HS los relojes se detuvieron por algunos minutos, y al comenzar de nuevo el conteo avanzaron una hora, empezando a las 00 AM del día miércoles. A esa hora dicen haber visto algo que parecía un colectivo, salvo que flotaba a mas o menos un metro del suelo, y su aspecto algo borroso, como envuelto en niebla, hubiera podido convencer hasta al mas escéptico. El vehículo iba manejado por un hombre de pelo largo que parecía palidecer a medida que avanzaba, y los pasajeros iban tan quietos que parecían ya muertos. El terror paralizó al pueblo durante casi un mes, y el relato de los lugareños cubrió las primeras planas de los diarios. Con el paso del tiempo la historia de estos “fantasmas” se convirtió en leyenda. La paz reinó de nuevo en el pueblo y los supuestos testigos del suceso fueron acusados de locos.


    I- El avistamiento


    Juan debía de viajar, como todas las noches, a eso de las 22 HS para ir a trabajar. Se había acostumbrado a dejar de caminar, y el transporte era lo más económico en el pueblo. La distancia que separaba a su hogar del centro no era muy larga, pero como a todos, la noche le parecía mas apta para el sueño que para las caminatas.
    El día anterior casi no había dormido. Ocupando el tiempo en lecturas de revistas y libros viejos que había abandonado, se olvidó de dormir. Nadie se hallaba en su casa ya que todos habían viajado hacía varios días. Tenía ganas de ir a la playa a tomar algo, pero el trabajo se lo impedía. También se lo impedía el hecho de estar solo. Si hubiera sido una de esas noches para el en que gusta de estar con la sola compañía del viento, o simplemente escuchando el canto de un pájaro, hubiera marchado. Además se sentía mas abrumado que de costumbre. Cuando se decidió a salir, la niebla había cubierto ya gran parte del aire y el viento golpeaba fríamente en su rostro. Desde el sur el aire se olía raro.
    Salió caminando por el pavimento y dobló hacia la izquierda por la calle de tierra y siguió unos 200 metros. A una cuadra de la parada del colectivo no había muchas casas, y era raro ver a esas horas gente deambulando. Cuando llegó a la esquina le llamó la atención un automóvil que se encontraba solo al costado de la ruta, con las luces prendidas. Enseguida pensó en un accidente y quiso acercarse a ayudar, pero vio que salía un hombre del vehículo.

    -...Abrirán sus bocas las plagas del abismo...-

    El hombre, de una estatura muy pequeña, llevaba algo que parecía una linterna en la mano, con la que alumbró la parte trasera del auto antes de abrir el baúl. Después de abrir la parte de atrás agachó la cabeza y sucedió algo increíble: el hombre se arrancó el cuero cabelludo, dejándose la cabeza en carne viva, y acto seguido sacó de adentro del coche algo así como un montón de cabello humano y se lo colocó en la cabeza, mirando hacia arriba y gritando como un condenado. Juan sintió desmayarse del pánico y se escondió detrás del tronco de un árbol, pero sin dejar de mirar aquel grotesco espectáculo. Después de que hubo dejado de blasfemar, abrió las puertas de atrás del vehículo y sacó una marioneta. Esta parecía estar viva, pues podía escucharse algo como si fuera su respiración. Antes de cerrar las puertas sacó del baúl unos cuantos trajes ridículos y una sierra, y colocó a la marioneta en el techo del automóvil. Entonces vio la cabeza del títere rodar por la tierra. Luego tiró al desgraciado muñeco de nuevo atrás y se metió en el coche. Para sorpresa de Juan, éste dio un giro rápido y se encaminó hacia el lugar donde estaba el, sin darle tiempo a correr, embistiendo el árbol que lo cubría. En ese momento creyó morir, pero tuvo tiempo de tirarse a un costado y esquivar la arremetida.
    Quizás tuvo un desvanecimiento, pero despertó como a la media hora. El pasto olía a húmedo y la niebla tapaba casi todo alrededor, excepto al auto que parecía, por el color, estar vivo. Se estremeció de miedo y quiso gritar, pero se contuvo pensando en que si el engendro no estaba muerto y dormía, podría despertarse. Lo que mas le horrorizo era la idea de estar solo ahí, y el hecho de que nadie hubo escuchado el impacto. Se quedó quieto un buen rato en el suelo, y como no oyó ningún ruido se levantó. Había olor a quemado, pero el coche no tenía ningún indicio de incendio. Agarró la navaja del bolsillo izquierdo de la camisa y la sostuvo con fuerza antes de acercarse. Estaba preparado para asesinar a ese demente, pero lo que vio lo completó del horror que le faltaba: el coche estaba vacío. Ni una prenda, nada. Es mas, ni siquiera tenía asientos, ni volante, ni vidrio. Ese automóvil se encontraba abandonado desde hacía ya décadas, y ya en todo el pueblo sabían que debajo de esa tierra asquerosa se hallaban los restos de las más abominables personas.
    El miedo ya era demasiado para el, pero quiso igual espiar adentro. Buscó entre las telarañas y la basura y encontró una caja, parecida a una de esas cajitas musicales. La abrió y salió un muñeco en miniatura asqueroso, manchado de sangre. Después no pudo dar crédito a lo que vio: dentro del muñeco estaba escrito su nombre. No resistió la presión y cayó hacia atrás, golpeándose la nuca con las raíces del árbol. Entre la hierba mojada y el sudor de la noche quedó desmayado.

    -…Duérmete niño, duérmete ya…-

    Desde el centro del pueblo se veía el cielo violeta cargado de llovizna, apaciguado por el canto de los grillos.



    E.R.D
     
    #1

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