El baño de Artemisa

El suave ábrego descorre con su brisa arreboladas nubes.

Diana acude, movida de un embrujo, a los rayos púrpuras del orbe.

La aljaba pende hasta la cintura desde su hombro desnudo,

en la zurda, un arco de cedro y empuñadura de marfil asido con fuerza.

Un cendal transparente muestra a la escasa luz perfiles piel-oricalco,

se acerca al espejo del lago y apenas distingue su reflejo, poco a poco cierra la tarde.



Un caballo alado piafa sobre una roca húmeda,

aún siente en su lomo los muslos suaves de la amazona;

un golpe de su casco levanta esquirlas de cuarzo y brota Hipocrene, fresca, virginal...

Al instante, desde el Helicón, afloran rayos de plata diáfanos, ansiosas cornucopias.

Despoja la aljaba, descansa el arco sobre la roca de dulce caño y libera gasas...

Jazmines y nardos mezclan aromas y se funden en el perfume de su piel;

descalza, abierta al embrujo espectro de la semioscuridad, acerca la silueta

hasta el estanque.

Eros, entre la maleza, unge en sus dardos belleza y fragancias exhaladas...

Conjuras de amor.

La diosa despereza, frunce la mata de su pelo, libra el cuello, la nuca... inclina, zarandea...

Su reflejo la atrapa, libre... contonea la silueta circundando la orilla, se para, se observa...

Una gota cristalina

cae y forma círculos acuáticos de diminutas ondas

desde el arqueado sauce.



El Olympo vibra entre deseos y celos... Silfos, sátiros, centauros... ¡Acteón...!

Una coral de musas concierta entre arcos de liras y caramillos, danzan alados ánades, los mirlos recitan canoros silbos entre las hiedras...

Pero...



Un relincho de Pegaso reduce ... Conspira el silencio.

Asalta la inquietud, vigila la duda... Un zambullido desvanece el todo.

Confabulan luna y bóreas y un velo de nubarrones acude a la desesperada,

la noche amplía su espectro entre titilantes halos de oro-plata...

Un rastro de florecillas húmedas, mancilladas, muestran la senda del deseo.

Pegaso dobla sus patas,
nota el frescor puro de sus piernas en su vientre y el suave tacto de las manos asidas a sus caireles blancos.

Despega en un batir de alas hasta el infinito... ¡Se constela!​

 

Un encanto u la descripción casi leyendo a Homero , o esos grandes poetas clásicos , y la impresión de pegaso bien descrita al elevar a tan gracil criatura de la mitología griega y romana ,saludos cordiales

 

Muy ameno y delicioso escrito entre lo mítico y la poesía, entre la belleza y la fiereza de la intrépida diosa. Precisamente Homero hizo obras literarias fundiendo mito y poesía sin dañar a ninguno. En este caso tu trabajo lírico es bello y prudente, audaz por su cuota de erotismo con ausencia total de ofensa o vulgaridad. Muy bien por ti poeta.

 

Agradecido por su brisa, Viajero. Gran poeta Homero. Soy un apasionado de todo lo que rezuma helenismo: mitología, historia, poesía... Fuentes inagotables que siempre están ahí para deleitarnos.

Un saludo.

Frankos

 

Agradecido, Frank. Las diosas tenían, como tod@s l@s mortales, sus caprichos; solo que en su caso había que ser muy cauto, las flechas de su arco fallaban pocas veces. Homero, desde tiempos tan remotos de la poesía, es sin duda el autor más reconocido de la literatura.

Un saludo.

Frankos

 

Gracias por tu presencia y comentario, Maramin. Hay veces que uno no sabe a qué espacio conviene más dirigirse. Soy más de sonetos, son más escuetos y encajan bien en la poesía.

Un saludo.

Frankos

 

No está de más sugerirte una segunda parte cintos esos elementos helenisticos que son conocimientos literarios muy necesarios que aún en la actualidad cautivan ,mis saludos cordiales

 

El helenismo rezuma en mis libros por la pequeña librería que dispongo, sobre todo de Historia, que precisamente es lo que más me cautiva de sus fuentes literarias.

Cordial saludo.

Frankos