El bosque nos dejó vivir. (Conclusión)

El bosque nos dejó vivir. (Conclusión)

Comencé a bajar lentamente por la ladera, sin perder de vista los cuartos encendidos de nuestro vehículo… A lo lejos escuchaba los gritos de mi compañero que intentaban guiarme, pero era por demás… ¡No veía maldita la cosa!, comencé a tropezar con las pequeñas rocas y las raíces de los abetos… Y los ruidos… Empecé a escuchar el sonido de hojarasca y ramas secas crujiendo en todos sentidos, como pisadas, que en momentos parecían como correr hacia mí… El pánico se apodero de mi mente, que ahora, comenzaba a ver sombras en la oscuridad.

Decidí apresurar el paso, con la extraña sensación de que alguien o algo me pisaba los talones, perdí de vista la luz del vehiculo y no podía escuchar mas la voz de mi compañero, el cascabel de un serpiente me obligó a correr y a gritar desesperado en busca de ser escuchado, el aire comenzó a faltar en mis pulmones, no podía gritar mas, las ramas golpeaban mi rostro, mis brazos, mis piernas… Caí de golpe en lo que creo era un arroyuelo seco, golpee mi rodillas y con la tibia sangre emanando de las heridas de mis manos, restregué mi rostro desesperado, y justo ahí, casi al punto de la locura, pude ver la cegadora luz de mi compañero apuntándome con su linterna.

-¡Pero que demonios te paso! ¡Que no escuchabas mis gritos!-, me reclamó, yo estaba pálido y ensangrentado, con la ropa hecha jirones, y mi compañero, no podía creer el estado en el que me encontraba, -Sólo estuviste unos minutos en la oscuridad-, -“Si”, Respondí sin aliento… -A mi me pareció una eternidad-, en ese momento, un fuerte gruñido no hizo voltear al unísono hacia nuestras espaldas… Era un lobo, que a tan solo unos metros nos veía en posición amenazante… Nos quedamos quietos y en silencio, luego, el lobo, simplemente se dio la vuelta, y se internó en la oscuridad del bosque.

El regreso al pueblo fue en total silencio, ambos mirando de frente a la brecha aluzada por el vehículo, hasta que al fin, después de un par de horas, decidimos pararnos en la cantina de Don Agustín, un viejo y experimentado Rarámuri de la localidad. Nos sentamos en la barra y pedimos un par de tesgüinos, y al vernos, Agustín nos cuestionó, y después de contarle lo sucedido y un par mas de tesgüinos… Agustín, con una sonrisa irónica en su rostro, y mirándome fijamente a los ojos. Me dijo: -¿Serpientes?, ¿Lobos?, ¿En el bosque?, amigo… Eres afortunado, el bosque los dejó vivir.-

 

Hubo que esperar un buen tiempo por la conclusión de esta historia. Enhorabuena por regalarnos este desenlace tan original y misterioso....R. toro