El caballo.

No me animo...
Primo.
Es demasiado holgado el destino.
Infinito matutino y vespertino.


¿ Cómo pulular por el sin-fin ?


Sólo sé que no sé nada...
Eso, sí. Tengo una noción de belleza y pulcritud.
Y así, heredo, de mis ancestros, una actitud ante la vida.
Todos somos santos. Una afirmación desaforada y atrevida.


¿ Quién da más ? Pujante a más no poder, por mi pueblo y por mi gente. ¡ Sucedió tan de repente !


Vime cabalgando a lomos de un corpulento corcel.
Pero él estaba vivo y era libre.
Digno y noble, podía optar. Y echó a correr, galopando sin cesar, y ya no me obedecía.
¡ A mí ! Y no puedo regañarle, por su osadía.


Es mi colega espiritual.

 

Gracias por comentar, Miguel.
Cabalgué a lomos del Gran Punto Cardinal, u Oeste.
¡ Qué gran locura ! Pero me impresiona el Poniente andaluz.