El caminante y la tristeza

La noche se hizo de pronto,
en los ojos del caminante,
había llegado muy cerca de viejo cementerio de las amapolas.

Allí lo esperaba una flor, la unica posible compradora,
de su inmensa tristeza.

Allí podría clausurar su anhelo de posesión,
junto a la pasion del aire y su nostalgia de humo.

Una feria de muros,
lo había lanzado hacía el antiguo camino,
tan conocido por él,
tan transitado,
su amigo en las mas dulces navidades.

Hoy vuelve con el dolor de las pasiones truncas,
para ofrecer en venta un gajo de sus azules lagrimas.

Al amanecer,
se inicia en el cementerio,
el mercado de los tiempos muertos.

Allí acuden los peregrinos,
a ofrecer en venta recuerdos y melancolías.
Aquel vende un corazón mutilado en otoño,
el otro enseña tres lamparas caídas.


Más allá se confunden,
mercado maravilloso de sueños-
espejos con rostros hechizados poe el amor,
sangres que no llegarón a estallar en los labios,
pasos que soñaron senderos,
y se quedarón inmoviles por siempre,
manos cerradas que aún golpean la cumbre inaccesible,
campanas sin litoral posible,
y fugas detenidas en el limite de los besos.

El caminante buscó anhelante su corazón,
se rasgó el pecho,
pero solo encontro un gajo de jazmines sombrios.

Y decidio:

como ofrenda -era poeta y no sabía vender-
ofreció su herido jazminero para encontrar su savia de tristeza,
zumo de colibríes ciegos,
y dulcemente,
sobre la cruz que simboliza la fé,
entrego sus designios.

Volvió la mirada al camino
y por sus mismas huellas- herido de sonatas-
se fué en un regreso lento,
recojiendo las tristezas silvestres de todos los caminos,
para inventarse un nuevo corazón.

 

muy interesantes imàgenes describes amigo. muy bien logrado.. un gusto pasar. R. toro

 

Gracias amigo Rodrigo, pronto te visito hermano
Saludos