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El Caminante

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Jose Fercho Zam Per, 21 de Julio de 2018. Respuestas: 1 | Visitas: 647

  1. Jose Fercho Zam Per

    Jose Fercho Zam Per Poeta recién llegado

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    Un contraste entre la vida y la muerte.

    En este país hay muchos que luchamos por una vida mejor, luchamos contra el tedio, la rutina, la desesperanza, hasta en contra de la obesidad, con tal de ver a una sociedad saludable y longeva.

    Muy feliz me encontraba el jueves 28 de junio viajando para Jamundí Valle del cauca a participar en el XVII Encuentro Nacional de Caminantes 2018.

    Salimos de Bogotá al atardecer, con el ánimo de llegar de madrugada, para arrancar a caminar en la primera jornada. Al salir de la ciudad nos encontramos con unos interminables trancones en sus calles, aunque para los capitalinos eso es lo normal, o el pan de cada día, como quien lo acepta sin mostrar ninguna apatía.

    Fueron dos horas perdidas hasta llegar a su salida, después de ahí todo iba bien hasta la tan famosa y recóndita “LINEA”. La cual, en medio de la noche no pude divisar, pero si experimentar, que de Línea nada tenía, pues mi estómago así me lo decía.

    Cinco horas pasamos en esta revuelta travesía, ese bus pujaba de bajada y de subida, con las tres velocidades del burro lo hacía; “despacio, más despacio y parado” como quien no quiere llegar a donde se dirigía.

    A las seis de la mañana, debería estar aquel día, iniciando la marcha en las montañas de Jamundí sin cobardía. A cambio de eso, sentado y medio aburrido en aquel bus que no se movía, me encontraba entrando a Calarcá con agonía.

    Al fin llegamos a Cali, en horas del mediodía, luego de continuar hasta el lugar del encuentro, el otro berenjenal fue hallar un lugar para descansar y acomodar los pertrechos y demás alijos que traía.

    Pero todo esto es apenas normal para un loco caminante y su compañía. Al momento de encontrarnos con los amigos, todo lo bueno regresa a nuestras vidas.

    Pérdida ya la primera caminata, solo restaba acomodarnos y dormir hasta el otro día, muy a las cuatro de la mañana levantarnos y ataviarnos para la correría.

    Hasta aquí, pareciera que esto no tendría ninguna alegría, pero no era así, apenas comenzaba mi estadía.


    La caminata.

    Nos subimos a un campero a las 5 y 30 de la mañana, salimos rumbo al corregimiento de San Vicente, allí tomamos tinto con arepa y algo más, para calmar el hambre y el frío.

    Hicimos calentamiento y arrancamos a caminar a las 7 y 45 aproximadamente. Un grupo de 53 caminantes, tres guías, un paramédico y tres baquianos de la región. Una neblina fría y espesa nos cobijaba, algunas lloviznas también nos acompañaban. La tarea era alcanzar la cima la cual no se divisaba, cubierta de misterio y de ironía, sus senderos eran toda una agonía.

    Trascurrida una hora, más o menos, justo después de tomar algunas fotografías, arranque a correr en la subida, con tal hacer otras tomas, desde arriba. Con la lengua en la mano, pero con el pulso firme, hice otras varias tomas de la vía, ¡qué paisajes!, me dije en voz alta para animar a los que atrás venían.

    “Médico, médico” gritaron varios con tétrica algarabía.

    ¿Qué pasó? Contesté al instante, ¿alguien se cayó? Repuse.

    Sí, gritaban varios, pero se ve muy mal, repusieron otros.
    ¿Si hay un médico que venga pronto? Pareciera ser un mal del corazón, gritó algún otro.

    Apresurado me devolví, pensando que yo nada podría hacer, mas que elevar al cielo algunas oraciones para pedir por su salud, o por su alma, dependiendo de la situación.

    Al legar allí, gracias a Dios ya estaba con él, un médico y un paramédico, además de los que gritaban por auxilio. El doctor hacía masajes en el pecho, mientras el paramédico soplaba con alientos, tratando de llevar aliento, al hombre tendido boca arriba.
    Levántele los pies, me dijo el médico, un tanto asustado le hice caso, y orando en mi interior, moví mis brazos para tomarlo de los pies y ayudar el algo. Pasaron los minutos, no había avance, su cara palidecía, y su corazón no respondía.

    ¡Vamos amigo, no te vayas! Decían algunos, y con lágrimas en sus ojos, ya no podían ocultar sus temores por lo que veían.

    ¿Qué hora es? Preguntó el médico. Las 9 y 9, contestó uno. Tenga presente esa hora insistió el doctor, siga dándole respiración, le dijo a su ayudante.

    Por la radio de comunicaciones no paraban de dar avances, la defensa civil, los paramédicos y algunos otros que tenían la misma banda en ese instante.
    Bájense ustedes, les dijeron a dos de los baquianos, para que ayuden a subir los elementos que hagan falta. Ya no hay nada más que hacer, nos dijo el médico, cúbranlo con el plástico de caminante, y hagamos una oración para que en paz descanse.

    “Lamento informar a todos los compañeros del Grupo de Caminantes que nuestro amigo Bernardo Castrillón falleció hace un instante, durante la caminata al alto de Vélez, por un paro fulminante”. Con este reporte, concluyó aquel instante.

    En lo personal, duele mucho ver caer a uno de sus amigos en plena batalla, pero reconforta saber que lo hizo en su ley, o haciendo lo que más le agrada.

    Escribo esto como un homenaje a la vida, a los caminantes, porque hay personas que dan honor a la vida en contraste con la muerte, promoviendo la naturaleza, cuidando el medio ambiente, reconstruyendo tradiciones ya abandonadas como los caminos por los cuales recorremos la patria de antaño, tratando de llenar nuestras almas de orgullo colombiano.

    Aunque los caminantes aun somos invisibles, ¡como fantasmas en medio de la noche!, da coraje ver que hace más ruido un politiquero en campaña, que Mil trecientas y más personas apostándole a la Vida, al turismo ecológico, esforzándose por acariciar unas flores o unas plantas del camino para regocijar su existencia.

    Hemos gastado muchos años hablando de la muerte, del dolor y el llanto, generados por la violencia que azotan a un país pacífico.

    Qué raro es ver llegar un grupo de personas embarradas hasta la cabeza, en una tarde soleada y cálida de un pueblo. Cuando todos allí están secos y limpias sus ropas, no saben que pensar, menos que decir.

    Sin restarle importancia a los Encuentros de Caminantes, quiero manifestar mi inconformidad con muchos gobernantes locales, quienes dan poco espacio para salir tranquilos a sus calles, a sus veredas, de esos municipios por donde tantas veces pase. Es cierto que no son conscientes todavía de la dimensión que tienen estos eventos para el turismo de una región, pero somos testigos de la alegría que les ocasiona a muchos lugareños el hecho de que los visiten de cuando en vez, y los motiven a ver su terruño como algo valioso e importante para sus vidas.

    Al hacernos visibles podemos animar a más y más personas a apreciar su entorno, a valorar su naturaleza, y a amar la salud y la vida.

    Aun es paupérrimo lo que se hace por la conservación de los caminos y parques naturales nacionales, ignorando en su mayoría las mismas leyes que los protegen.

    Con la mirada fija en el horizonte, chequeando el extenso territorio, con la cabeza siempre en alto, listo está el caminante para comenzar su jornada. Los ríos y las quebradas parecieran oponerse a nuestros deseos de atravesarlos, las grandes montañas y sus bosques también se han opuesto a ser conquistados, pero al saber que nuestros deseos son solo el visitarlos y dar gracias al creador por su existencia, entonces abren sus virginales mantos de diversidad para acogernos con su gran extensión de castas selvas.

    En los últimos años el ejercicio de caminar se ha convertido en una de las recetas médicas preferidas para mejorar la salud de la población adulta, el cuerpo toma forma al caminar, las venas y las arterias se encargan de bombear la sangre, que es la vida, por todo el cuerpo, combinándose con el oxígeno puro y fresco recién elaborado por la naturaleza, además de alimentar el alma con sus alrededores llenos de belleza, de color y vida.

    Los caminantes nos esforzarnos por conservar la naturaleza y disfrutar de las maravillas que la creación nos ofrece; observamos nuestra fauna y flora, la promocionamos a través de las redes sociales y demás medios que tenemos a nuestro alcance, con el propósito de hallar más adeptos para cuidar más y mejor nuestro planeta.

    Es toda una experiencia que va más allá del dar un paseo, es una oportunidad para conocer y compartir experiencias con otras personas, promover y enseñar sobre el cuidado de la naturaleza, y la conservación del medio ambiente. Generando arraigo y pertenencia, en todas aquellas regiones por donde se camina, exaltando la importancia de las regiones, tanto para los visitantes como para sus moradores.

    Los caminos antiguos son símbolo de historia y paz, la memoria histórica de las localidades, por dónde pasaron los conquistadores, pero también aquellos que liberaron al pueblo de sus captores.

    Asocaminemos Socorro Santander.
    Socorro, Julio 6 de 2018.
     
    #1
  2. Maramin

    Maramin Moderador Global Miembro del Equipo Moderador Global Corrector/a

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    Interesante relato nos ofreces, elm senderismo en españa esta muy promocionado y se practica bastante, allá por lo que nos cuentas hay bastantes dificultades para practicarlo con normalidad.

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    #2

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