1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

    !!!Te va a encantar, no te la pierdas!!!

    Cerrar notificación

El deseo

Tema en 'Prosa: Filosóficos, existencialistas y/o vitales' comenzado por Andysdarling, 11 de Septiembre de 2011. Respuestas: 0 | Visitas: 793

  1. Andysdarling

    Andysdarling Poeta asiduo al portal

    Se incorporó:
    1 de Febrero de 2011
    Mensajes:
    323
    Me gusta recibidos:
    30
    EL DESEO

    Ante el deseo se pueden hacer dos cosas, o bien lo suprimimos sin más porque nos causa sufrimiento, lo cual no es más que otro deseo, con lo que únicamente conseguiremos que nos habite en estado latente y aflore en cualquier momento, o bien lo conocemos y aprendemos la lección que nos brinda este gran maestro. Yo elijo no cerrar la puerta al conocimiento, por lo tanto intentaré hacer un breve análisis de este desconcertante sentimiento. Como dice Krishnamurti:

    “Cuando vemos algo, lo que sea, por ejemplo una rosa, tenemos una
    PERCEPCIÓN (su imagen en nuestra mente, su olor), que produce una
    SENSACIÓN, (es hermosa, huele bien. . .), que a su vez genera un
    IMPULSO DE CONTACTAR (tocar, oler, admirar. . .)”.

    Hasta aquí es amor contemplativo y disfrute puro, regalo del Padre Eterno, no hay tortura. ¿Por qué eliminar esta hermosa vivencia que es nuestra naturaleza?.

    Lo siguiente que sentimos es:
    “IMPULSO DE POSEER: ¡Debo tenerla en mis manos, llevármela a casa, ponerla en un jarrón para olerla y admirarla cuando quiera, es decir poseerla!”.

    Ha entrado en juego el ego con su utilitarismo que mata el amor. . ., y comienza la tortura pues al proceder el impulso de poseer del ego que no ama, el deseo desaparece con mayor o menor prontitud dejándonos una sensación de vacío, de que no es eso lo que nos puede satisfacer plenamente y entonces volvemos a la carga probando con un nuevo deseo que nos producirá el mismo sentimiento, para continuar así hasta el infinito, o hasta que escuchemos lo que este maestro llamado deseo nos está diciendo.

    Para entender este mensaje analicemos algunos de los deseos más comunes y veamos como los manipula el ego:

    El deseo de poseer cosas materiales es generado por un sentimiento de carencia, de vacío interior que responde a la necesidad de gratificación, o lo que es lo mismo, de amor de nosotros hacia nosotros mismos. El ego manipula este sentimiento y lo transforma en codicia.

    El deseo de fama o reconocimiento es generado por el deseo de ser amado, que responde a la necesidad de ser correspondido en nuestro amor a otro, otros o todos. El ego interviene transformando este sentimiento en ambición.

    El deseo de poseer a otro sexualmente es generado por la necesidad imperiosa de unión entre ying y yang, esta unión entre los dos sexos es necesaria para la realización de la experiencia de plenitud del ser completo, es decir de ser “a imagen y semejanza de Dios”. Una vez más el loco ego nos extravía transformando este sentimiento en lujuria.

    El deseo de ser o poseer más que los demás es generado por el sentimiento de carencia e inferioridad con respecto a los otros, que responde a la necesidad de igualdad con ellos. Esta vez el ego intenta separarnos de nuestros hermanos transformando este sentimiento en envidia y competencia.

    Vemos pues que todo deseo responde a la necesidad que tenemos de ser quienes realmente somos; y como se dice en “Un curso en milagros”, “realizar así nuestro verdadero ser pues la plenitud está en nuestro interior”. Así pues, indagaremos en cada uno de nuestros deseos para descifrar el mensaje y poder así realizarnos.

    Nos torturamos cuando es el ego quien toma el mando y dejamos de ser quienes somos; es decir, la unidad con el Todo, el amor incondicional, la plenitud y el disfrute puro del Ser. Es pues el deseo, paradójicamente el encargado de desenmascarar al ego y llevarnos de vuelta a nuestro verdadero ser.

    Intentemos pues detenernos en: ¡Que hermosa es!,como dice Krishnamurti, y veremos que éste es el regalo, la cura para la tortura del deseo y la receta para disfrutarlo; sin embargo la posesión, el:¡Debo poseerla! mata el regalo.
     
    #1

Comparte esta página