El Designio

En las bodas pomposas del día y la noche,los inmortales sorben del sacro maná que cayó del abismo tenebroso,que se hunde en la dichosa tierra de los ancestros primigenios que nunca morirán.Tú,engalanada con un traje encorsetado de blancor inmaculado,portas el regalo de las mil raíces que arraigan en el corazón parturiento del universo.Y con gracia y fervor lo festejas como una linda ninfa secuestrada por el divino Apolo;para hacer de ti la caricatura consagrada de una musa en ciernes de robar presurosa el arpa áurea que destila melancólicas melodías que dejan en suspenso a la grave eternidad.Entonces sonríes como la inmaculada aurora;con su rocío auroleado que inunda las pantanosas tierras donde los mortales aúllan de placer.Pero no todo es júbilo y solemnidad.El dios de los muertos está encargado de esparcir con su mano siniestra de un blancor macilento las semillas de las desgracias.Para que así la innominada ley de la justicia pese en igualdad de condiciones tanto el oro del bien como el cobre del mal.Esto lo ignoran los obtusos e impertérritos mortales.Mas no por ello deja tal regla de hacerse fehaciente en la galaxia.Muy próxima a expirar el último dolor cósmico que la arrobe hacia el vórtice de un negro agujero abismal que la desintegre y,así,no vuelva a nacer tal engendro de mártires saturnales y petrificados cadáveres de respiración extenuada.