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El desmonte

Tema en 'Leyendo en voz alta, solo prosas' comenzado por martagclara, 30 de Agosto de 2017. Respuestas: 0 | Visitas: 1007

  1. martagclara

    martagclara Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    22 de Agosto de 2017
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    Género:
    Mujer
    El desmonte quedaba a una hora de Embarcación, por la ruta 34, pasando el Puente de Lata. A ambos lados del camino de tierra, había campos sembrados con poroto y familias enteras trabajando en la cosecha.
    En el campamento había dos tractores, dos casillas, cinco hombres.
    Me quedé deslumbrada con el lugar.
    Cuando todos salieron a trabajar, el tiempo pasaba y el calor se hacía sentir. Yo prendía de a ratos la camioneta y el aire para refrescarme y escapar de los mosquitos y el dengue.
    A eso de las nueve, ví pasar rápidamente a una mujer.
    Pensé: "¿Qué hace una mujer en el campamento?. La llamo pero es esquiva. Me acerco y logro hablar con ella.
    Es una chica joven y bajita. Se llama Lucrecia. Me cuenta que se encarga de la comida y de lavar la ropa de todos. Le digo que eso es como un trabajo, que quizás debería cobrar por eso. Además me dice que está con "el Viejo" que él se la robó de su casa hace dos años.
    Noto que está embarazada.

    - ¿Te controlás? ¿Fuiste al médico?

    - No, hace dos meses que estoy aquí. No salgo porque tengo miedo.

    - ¿A qué?

    - A los gorilas...

    La miro y le pregunto si fue a la escuela. Me responde que sí, hasta sexto grado. Le pregunto si estudió el mapa de Salta, el clima, los animales. Me dice que sí. Entonces le digo que es imposible que haya gorilas en esta zona.
    Le pregunto por su mamá: ¿dónde vive, la extrañás, tenés hermanos?
    Lucrecia es muy tímida, me mira de reojo y es medio reticente. Su mamá vive a unas horas y sí la extraña y hace tiempo que no sabe de ella.
    Le digo que debería hacerse un control por su bebé, que cerca hay un asentamiento con mujeres para charlar si se aburre en el día.
    Así pasaron varias horas, mientras Lucrecia preparaba el fuego para cocinarle a los hombres, yo le pedí que me caliente un poco de agua para hacerme una sopa instantánea y para el mate.
    Antes de irme le pregunté si necesitaba algo y que podía mandárselo con mi marido. Ella me pidió hilo y aguja. Le recordé que cerca había otras mujeres.
    Quedé consternada con la inocencia de Lucrecia.
    A los pocos días mi marido volvió al desmonte y le mandé un par de cosas además de lo que me pidió.

    Ella no estaba.
     
    #1
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