El Duque

En aquella azulada comarca de gratos recuerdos para el vulgo,se paseaba solemne un duque de cabellera áurea,a caballo de un negro corcel que bufaba humo ardiente,proveniente del avernal infierno.Aquel hombre,cuando cayó la noche,bajó de la montura y fue en dirección al castillo medieval donde tenía encerrada en la aberrante sala de torturas a su lujuriosa esposa,endemoniada por el pacto satánico que había realizado ha tres plenilunios;en un descampado donde se habían congregado brujos de negra cabellera,tez pálida y ojos crueles.Todo parecía tranquilo,hasta que en un crepúsculo de centelleante brillo carmesí,se escuchó por la atmósfera enrarecida del poblado la voz ominosa de lucifer,dejando caer guijarros sanguinolentos de malévolo filo cortante;mientras planeaba con sus soberbias alas de ángel rebelde a través del aire enrarecido de aquella ya finiquitada tarde de trashumante poderío astral.Bajó el demonio de densas cornamentas y frenando al duque que ya salía de su cubil medieval,le susurró acerca de su adúltera mujer que se la diese en señal de premioso castigo para torturarla él a su modo.El noble,paralizado de terror,quedó petrificado.Entonces,Satanás,le robó el alma,entró en la sala de viejos cortinones de raso negro y negras velas de cerumen sacrílego.Bajó a la maquiavélica sala de los horrores y,abriendo el candado que daba a la sellada habitación,se encontró a la esposa del malhadado aristócrata convertida en gélida estatua de sal.