El ermitaño

Entre rocas anduvo libre

atravesando agrestes valles

contempla volar las aves

y conoce ya su timbre.


Coloca el sol en su morada

un hermoso claroscuro

hallándose cruzando el muro

escucha el rumor de la cascada.


Y es al calor del fuego

en el vientre de la tierra

donde la calma siembra

un pensamiento liego.


Escoge el azar un instante

para llamar su atención

pues un fragmento del fogón

inicia una danza hilarante.


Ya no escucha a los suyos

mientras gira sin temor

generando un gran estupor

se refleja en los escudos.


Escucha en ese momento

nuestro ermitaño el cuerno

que lleva al hombre tierno

a sangrar por viento.



Viento que exhalan aquellos

que de más viento se valen

para que sus hermanos caven

tumbas bajo los cielos.


Pero esta vez no acudirá,

ya escogió su destino

y levanta su copa de vino

entre rocas beberá.

 

A veces se leen cosas que, no son sólo letras, pues hacen que el lector vea imágenes tan claras que, siente lo que el protagonista siente, llega a conocer su rostro, su aroma, su voz y hasta sus pensamientos...Este poema es uno de esos...Como bien has dicho "NUESTRO" ermitaño, pues lo has hecho real y palpable para muchos.
Me ha encantado leerte...

 

Es precioso, lo he leído más de dos veces. Chausito. Andrea

 

Gracias Andrea, un saludo.